Rutas nacionales
Estamos próximos a cumplir el primer año de un gobierno que se autodefine como 'libertario'. La denominación pretende marcar la diferencia con lo que tradicionalmente se conoce como 'liberal'. De cualquier modo, más allá de la interpretación gramatical de una u otra expresión, lo cierto es que las políticas llevadas a cabo en el primer tramo de la gestión ponen en evidencia un segundo experimento en el que se minimiza la intervención del Estado, para que la liberación del mercado resuelva todas las cuestiones que se deciden abandonar. Pero vaya paradoja, porque producto de un anterior y similar experimento liberal, las rutas y accesos de ingreso a las ciudades más importantes del país, con mayor flujo de tránsito, han sido privatizadas por un Señor que entregó hasta la 'lealtad' al Dios del mercado. Tres décadas después, el presidente Milei paraliza la totalidad de las obras públicas, incluso aquellas cuyo estado de avance requiere una inversión menor para su finalización, tal el caso de la Variante Chacabuco. Mientras tanto, los actuales concesionarios del trayecto de la ruta nacional Nº 7 Luján-Junín recaudan diariamente millonadas de pesos y han renunciado unilateralmente no sólo a su responsabilidad de mantener el pavimento de la calzada, sino también al cuidado mínimo de las banquinas. En estos casos, el Estado no debe poner plata, sino hacer cumplir lo que establecen los contratos de adjudicación. Pareciera que la omisión del poder de contralor será parte del modelo 'libertario', cuya traducción sería 'recauden plata y hagan lo que les plazca'.