Se agudiza la crisis de la industria textil en Pergamino
Según un informe publicado este viernes por Diario Núcleo de Pergamino, la abrupta caída en el consumo, las importaciones, los altos impuestos y la incertidumbre acerca del futuro del mercado textil configuran una problemática de muy difícil resolución en una ciudad históricamente ligada al sector. Varias empresas adelantaron vacaciones y suspendieron personal, otras trabajan "a pérdida" para mantener a sus clientes y seguir en funcionamiento mientras que muchos talleres pequeños enfrentan un largo "parate".
La industria textil argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos. Con una actividad en caída libre, la apertura importadora a precios de dumping y el desplome del consumo interno conforman una tormenta perfecta que amenaza con desmantelar el entramado productivo local. En Pergamino, uno de los polos históricos del sector, la situación no es diferente, y la voz de la experiencia resuena con una advertencia dramática: el colapso podría llegar en menos de dos meses.
"Esto no da para más"
Alberto Risodé , empresario textil pergaminense con más de 40 años de
trayectoria, describe a Diario Núcleo un panorama desolador que va más allá de los números fríos. Su testimonio revela que la crisis es una combinación letal de importaciones baratas y una mano de obra local que, a pesar de su bajo costo real, es presionada a trabajar casi a pérdida. "El problema es que lo importado viene barato y lo poco que hay acá se paga muy barato, por eso está entrando cada vez más la importación," afirma Risodé.
Precio y mano de obra
El empresario señala que la presión a la baja en los precios de confección ha llegado a un punto absurdo. Pagar por la confección de un pantalón lo que vale "un alfajor" es la norma, no la excepción. Esto no se debe a una mano de obra cara, sino a la conjunción de altos impuestos y la falta de poder adquisitivo del consumidor.
-Precio bajo: La confección y lavado de un pantalón se paga a $12.000 (el precio que le pagan a Risodé, con algunos ejemplos de las marcas que terminan pagando $4.000 por la confección de una prenda que se vende diez o veinte veces más cara). El empresario compara ese valor con el de un alfajor, un producto de consumo efímero que la gente compra, a diferencia de una prenda que dura meses.
-Presión de las marcas: Risodé desmiente que la solución pase por que los talleres bajen aún más sus costos. "Es mentira, porque yo te puedo bajar y no voy a hacer mil o dos mil prendas más, al contrario, hago menos prendas, porque la gente no tiene plata en el bolsillo."
Vacaciones y suspensiones
La falta de pedidos obliga a las empresas a tomar medidas desesperadas. Los talleres ya están dando vacaciones adelantadas desde noviembre hasta enero, con la posibilidad de suspender todo febrero. Incluso empresas grandes como Mauro Sergio, en Mar del Plata, una referencia en el sector, ya han anunciado suspensiones. En Pergamino, las grandes fábricas están operando a "media máquina," trabajando a pérdida solo para mantener el ritmo de producción, no perder clientes y evitar despidos.
El empresario advierte que esta situación no es sostenible: "Las fábricas grandes van a aguantar, cuarenta y cinco o cincuenta días más, pero ya esto no da para más."
Impacto social
La crisis afecta directamente al empleo en Pergamino, que históricamente ha sido un bastión textil. Risodé calcula que de las 10.000 personas que se relacionaban con el rubro (confeccionistas, costureros, comercios), hoy solo quedan entre 5.000 y 6.000 personas. La caída de la actividad textil impacta en la economía local en su conjunto.
Como señala Risodé: "Cuando le va bien a la industria textil, le va bien después a todo, porque el trabajador textil después va y compra en la rotisería, en la carnicería, en la panadería, pinta su casa, se compra una moto, hace 'girar la rueda'" El empresariado también advierte sobre las posibles consecuencias de cambios impositivos, que complican la supervivencia de pequeños talleres.
Números de la crisis
La dramática realidad narrada por Risodé se alinea con las cifras que manejan las cámaras empresariales a nivel nacional:
-Caída de la actividad y capacidad ociosa: La actividad textil ha registrado caídas interanuales superiores al 20% en los últimos meses. El uso de la capacidad instalada se desplomó al 42% o menos (niveles similares a la pandemia de 2020), lo que significa que 6 de cada 10 máquinas están detenidas a nivel país.
-Pérdida de empleo: El empleo formal registrado en el sector de la cadena textil, confecciones, cuero y calzado registró una pérdida de más de 10.300 puestos de trabajo en el último año, siendo una de las caídas porcentuales más altas de toda la industria manufacturera.
-Disparo de importaciones: La apertura importadora ha provocado un incremento interanual del 95% en cantidades y del 59% en valor de productos importados. En rubros específicos como Prendas terminadas (+166%) y Confecciones (+217%) se han registrado récords históricos de importación en toneladas, desplazando la producción local con precios promedio por kilo que son los más bajos de la última década.
-Alerta en la provincia: La crítica situación ya ha llevado a distritos vecinos, como Arrecifes, a declarar la "emergencia económica y laboral en la industria textil", señal de que el problema se extiende a toda la zona. En Mar del Plata, la histórica Textilana y Mauro Sergio han suspendido personal por el derrumbe de las ventas y el avance de las importaciones.
-La crisis es multifactorial: el desplome del consumo de la clase media por la recesión económica se suma a los altos costos impositivos y a la competencia desleal de las importaciones. El sector, agrupado en entidades como FITA y Pro Tejer, ha presentado planes al Gobierno para buscar la competitividad a través de la formalización del empleo y medidas impositivas, en lugar de depender únicamente de restricciones a la importación.
El mensaje de Risodé es claro y urgente: la crisis actual es "tremenda" y la falta de conciencia sobre las consecuencias es peligrosa. La destrucción de la industria textil no solo afecta a los empresarios y talleres, sino que tiene un efecto dominó que reduce la recaudación y paraliza la economía en general. La preocupación en Pergamino es palpable: si no hay un cambio de rumbo, la posibilidad de un colapso generalizado en los talleres es inminente.
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