Sembrar memoria

Contratapa | Por Manuel Barrientos
El jueves 7 de abril de 2011 no fue un día más para esta ciudad: los restos de Liliana Irma Ross volvían a Chacabuco. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) había realizado una exhumación en el Cementerio de San Martín en 1984. Luego de años, en 2009 lograron determinar que esos restos óseos correspondían a Liliana, desaparecida el 10 de diciembre de 1976 en la ciudad de La Plata. Y el 28 de marzo de 2011, un fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la ciudad de Buenos Aires lo ratificó.
Entonces, ese jueves 7 de abril Liliana volvía a Chacabuco. Las familias de desaparecidos nucleadas en la Comisión Memoria y Justicia debatieron mucho acerca de qué hacer. Esos restos venían a decir con todas las letras que los desaparecidos no estaban en Europa, que no estaban de vacaciones, que habían sido torturados, porque estaban las marcas en sus huesos. 'Socializar ese hecho fue un acierto, producto de la organización y de la decisión de hacer público ese crimen macabro, horrendo y dolorosísimo que nos tocaba atravesar', dice Ana María Pregal, hermana de María del Carmen, desaparecida en junio de 1978.
La respuesta de parte de la sociedad conmovió al grupo de familiares, la ceremonia que se hizo en el Palacio Municipal, la urna, la bandera, la presencia de las distintas fuerzas políticas, el multitudinario acompañamiento al cementerio… También participaron dos nietos restituidos por Abuelas de Plaza de Mayo, Francisco Madariaga Quintela y Horacio Pietragalla Corti, porque Liliana había sido asesinada cuando cursaba su cuarto mes de embarazo. En esa urna, había un nieto asesinado junto a su mamá. 'Fue un acontecimiento que resultó y resultará imborrable en nuestra memoria, porque esos restos recuperados vinieron a hablar, a ponerle palabras al silencio de los desaparecedores y de una sociedad que esgrimía distintas expresiones negacionistas', señala Ana María Pregal.
La Comisión Memoria y Justicia sigue trabajando para mantener vivo el recuerdo de cada uno de los desaparecidos por el terrorismo de Estado de Chacabuco. ¿Qué significa para sus integrantes ser parte de la organización?
Hermana de Roberto, desaparecido en junio de 1978, Liliana Carnaghi afirma que 'más que un grupo de autoayuda y autolamento, ha sido un espacio de encuentro, donde una se fortalece con las ideas, las ganas de hacer, con el amor, con el escucharse, con el poder ser escuchado, y sorprendernos con que quienes no son familiares estén con ganas de sumarse y de hacer'. A veces, cuando termina algún acto, ellas agradecen a quienes participan. Y les responden: 'No, yo esto lo hago en defensa propia'. Ya no es algo personal, es del conjunto de los ciudadanos.
Ana María Pregal explica que la Comisión, desde que empezaron a juntarse hasta hoy, ha sido una forma de transitar el duelo. 'Yo deseo profundamente encontrar los restos de mi hermana, para darle el sentido personal de completar un duelo… Pero siempre mi pensamiento es el de mostrar a la sociedad lo que se negó en materia de justicia, y lo que nos convoca a continuar. Ser parte de una organización es una forma de vida… De una vida que a las familias se nos transformó a partir de la desaparición de nuestros hijos y hermanos. Pero sabemos que esto no tiene un cierre, porque falta muchísimo. Y siempre hay avances y retrocesos, según los gobiernos de turno'.
Quienes forman parte de la Comisión fueron tejiendo una historia, una amistad. Se contienen y se impulsan unas a otros para seguir haciendo. 'Estamos medias grandes, con algunas nanas, pero seguimos porque hay mucho por hacer en nuestro querido país', dice Liliana.
Tienen claro que la lucha por la memoria nunca termina, porque hay mucho que aún no sabemos, porque aún hay muchos nietos que recuperar. Los crímenes de la dictadura no prescriben. 'Y cada 24 de marzo necesitamos explicar mucho los porqués de la dictadura y cuáles eran sus intereses, por qué desaparecieron a nuestros 30 mil y cuáles eran sus proyectos. Entonces creo que no se agota ni se va a agotar. Y que tenemos que ir dejando legados, porque esto continúa', concluye Ana María.
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