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Soñé que volaba (II)

06/07/2025
Soñé que volaba (II)

Contratapa Por Manuel Barrientos 

 

La memoria popular de Chacabuco tiene leyendas familiares que se pasan de generación en generación, que a veces parecen ir perdiendo peso, que otras veces parecen directamente olvidadas hasta que alguna imagen, algún comentario en una mateada o en una mesa de café o en un muro de Facebook las vuelve a despertar.

Escritor, poeta, camionero jubilado, don Adalberto Zanardi hace señas de luces y da paso a sus recuerdos. Dice que sus abuelos le contaban la historia de un habitante de estas tierras que alguna vez intentó subir una camionetita al techo con las intenciones de ponerle alas y echarla a volar. Sus evocaciones son imprecisas, latentes, pero el historiador Antonio Carlos Vita sale en ayuda. Afirma que su abuela le contaba un relato similar, de un tipo que había intentado armar una especie de avión con el motor de una chata. Antes de cada intento de volar, se despedía de su familia. Pero siempre terminaba en el piso, entre las malezas, en las chacras. Nadie habla de grandes avances de la ciencia aeronáutica que permite surcar los cielos en máquinas sofisticadas, sino de una pulsión medio quijotesca, casi ingenua, de desafiar la gravedad con lo que se tiene a mano: una chata, un motor, unas alas improvisadas. Y de aterrizajes más que forzados: tan solo estrepitosos.

Allá, a comienzos de los años noventa, cuando arrancamos la secundaria, mis compañeros armaron una banda de punk rock -furiosa y veloz- en la que ningún tema duraba más de dos minutos, al ritmo de una batería acelerada y precisa. Cianuro se llamaba aquel grupo, que algunos mirábamos con ojos de fanáticos, creyendo descubrir a las nuevas estrellas de la música nacional en las sesiones que se realizaban en esa esquina de San Juan y la avenida Urquiza. Un pedazo de casa de abuelo transformado en estudio de ensayo. Llegan a esta página porque lo más parecido que tenían a un hit era 'El piloto frustrado', una canción compuesta por mi amigo Matías, que reconstruía la historia de alguien que, de niño ya volaba, de los techos se tiraba, pues ese era su placer, como su abuelo él quería ser.

El deseo de volar también es un sueño constante de la artista plástica Petela Quadraccia. Elevarse por encima de la realidad, saltarse o salirse de lo cotidiano, percibir el mundo desde una nueva perspectiva. Del techo de su casa cuelga una pequeña escultura de Basilio Argimón realizada por Gabriel Albamonte, un avioncito verde, un globo aerostático bien inflado, a gajos amarillos y rojos, lleno de gente embarcada que se traslada vaya saber uno hacia dónde. En una de las obras de Petela, una mujer vuela por encima de una ciudad. Va desde lo azul hacia lo amarillo, tratando de percibir lo que sucede, tomando distancia. Quedándose o yéndose. El sol empuja con su luz, el cielo brilla renovando la vida, como cantaba Luis Alberto Spinetta. El vuelo es una metáfora de la libertad, de la búsqueda de conocimiento y de la capacidad de soñar más allá de los límites visibles.

La escritora Chela Fiori coincide con los recuerdos de Adalberto y Antonio. A ella esa leyenda del hombre que quería volar con una chata -o con el motor de una chata- le llegó en su infancia de la boca de su abuela y cree que los hechos ocurrieron allá por los años veinte. Como quien dice, hace un siglo. Chela advierte que siempre habrá detractores del vuelo y/o burlas a los intentos de volar. En especial, entre aquellos que nunca logran despegar los pies ni la mente ni el alma del piso. Entre aquellos que tienen una vida de rastrón.

Esas leyendas son, en esencia, homenajes a quienes le perdieron el miedo al ridículo, que tuvieron una imaginación desbordada y desearon trascender aunque sea un poco de lo cotidiano. Que Basilio Argimón salude a quien ingresa a Chacabuco muestra el legado de los soñadores anónimos de las chatas voladoras en nuestro imaginario colectivo. En un mundo que empuja a la conformidad, nos recuerda la importancia de la curiosidad y del coraje de correr las fronteras de lo posible. Es un reconocimiento a la búsqueda de ir un poco más allá.

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