Un tal Anacleto Domínguez

HISTORIAS
Una calle de nuestra ciudad lleva el nombre de Domínguez. Esa denominación fue dispuesta décadas atrás por el Concejo Deliberante en memoria de don Anacleto Domínguez, un vecino que tuvo mucha gravitación en la vida de Chacabuco en los años posteriores a su fundación.
Hijo de madre portuguesa y padre argentino, Domínguez había nacido en la localidad de San Fernando, provincia de Buenos Aires, en 1838. Cuenta el profesor Oscar Melli que luego de realizar sus estudios primarios, Anacleto se desempeñó como dependiente en una tienda de Buenos Aires, lo cual para aquella época era un trabajo distinguido.
Luego de la batalla de Caseros, cuando aún era un adolescente, Domínguez se trasladó a la Banda Oriental, donde ingresó en el ejército. Su estancia en ese país se extendió por unos años, tras los cuales regresó a la Argentina y hacia 1862 llegó a Chivilcoy, que por ese entonces era una aldea de reciente fundación, para dedicarse al comercio. Más tarde se desempeñó en un almacén de ramos generales que estaba ubicado en el paraje conocido como La Pichincha, que pasaría a formar parte del Cuartel IV del partido de Chacabuco.
Relata el historiador que la violenta rebelión armada que en 1874 encabezó Bartolomé Mitre, contra la elección de Nicolás Avellaneda como presidente, llegó a nuestra campaña y encontró a Anacleto Domínguez alistado en las fuerzas leales al gobierno. Así fue como, con un contingente de guardias nacionales reclutados en el partido de Chacabuco, se presentó en Chivilcoy para ponerse a las órdenes del coronel Espina. Estos milicianos participaron bravamente en una batalla que se libró en La Verde, partido de 25 de Mayo. Allí, escribe Melli, 'el ejército mitrista, a pesar de su abrumadora superioridad numérica, fue derrotado por el pequeño ejército dirigido por el comandante José Inocencio Arias'.
Al año siguiente, 1875, Domínguez se incorporó a la Municipalidad de Chacabuco como miembro titular, y le fueron asignadas tareas en el área de Culto e Instrucción. A esas funciones estuvo abocado durante cinco años y su labor en pos de la educación fue muy destacada por la comunidad. A la par de esas tareas, era comandante de la Guardia Nacional del distrito, encargándose del enrolamiento y la formación de los jóvenes reclutas.
En uno de los episodios del movimiento revolucionario de 1880, originado en el problema de la capitalización de la ciudad de Buenos Aires, Anacleto cayó prisionero en Chivilcoy, pero recobró la libertad en Mercedes, cuando llegó la noticia de que el conflicto había terminado.
Después de este suceso, en julio de 1880, por un decreto de la intervención nacional, fue nombrado miembro de la nueva Comisión Municipal de Chacabuco, en la que se desempeñó como procurador. Luego, entre 1881 y 1884, fue presidente de la Municipalidad y juez de Paz. Este último cargo también lo ocupó en 1886 y 1887.
'Durante los años de su gestión al frente de la Municipalidad, fue sostenido el crecimiento del pueblo de Chacabuco. Entre las numerosas medidas de progreso y bien común adoptadas en esta época mencionaremos las obras del nuevo templo parroquial, concluido en 1883; el alumbrado público, el Mercado de Abasto, el reglamento de corrales y molinos a vapor, y el cuidado de la salud y la difusión de la vacuna en el pueblo y en la campaña', escribió Melli. De todas formas, lo más trascendental ocurrido durante esos años fue la llegada del ferrocarril, en febrero de 1884.
Por aquellos tiempos, el partido de Chacabuco tenía 9.760 habitantes, de los cuales 954 vivían en el pueblo y 8.806 en la campaña.
La actuación pública de Anacleto en Chacabuco se extendió hasta finales de ese siglo. Posteriormente, dedicó sus energías a las faenas rurales, pues tenía un campo en el Cuartel IV.
Don Anacleto Domínguez falleció en Chacabuco en 1905.
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