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'Si se eliminara el celular en la escuela sería un oasis para los pibes'

06/04/2025
 'Si se eliminara el celular en la escuela sería un oasis para los pibes'

Santiago Gadda es un ex bancario que decidió dedicarse a la docencia. Antes, comenzó y abandonó varias carreras, hasta que encontró su lugar: la filosofía. Desde ese momento no dejó de dar clases en el nivel secundario y a futuros docentes recorriendo todo el conurbano, en particular La Matanza. Tiene más de treinta mil seguidores de todo el país que comparten y comentan sus textos publicados sobre la educación, las aulas y los desafíos que enfrentan los alumnos y docentes de su tiempo. En diálogo con Cuatro Palabras advierte sobre el aumento de la ansiedad, la depresión y la ciberdesinhibición, fenómenos que atribuye, en parte, a la sobreexposición a las pantallas y al neoliberalismo. "Queriendo ayudar a los pibes a ser más autónomos, los terminamos dejando un poco solos. Pero los pibes no se quedaron solos, se quedaron con los teléfonos.", dice. 

 

Por Martina Dentella 

 

-¿Por qué elegís el secundario?

-Es una cuestión ética para mí. No puedo no saber qué es lo que está pasando hoy en las aulas reales, no saber lo que está pasando con los pibes. A veces eso se nota en lo que después los docentes perciben como una desconexión total entre las políticas y lo posible, o lo que pasa.

Sigo estudiando, soy muy obsesivo. Tengo la medalla de honor, se la di a mi viejo, es un detalle importante, porque yo tuve profesores que me dijeron que me dedique a otra cosa, porque no servía. Y me pregunto cuánto de esto pasa también en las aulas. A veces le bajamos el espíritu a los chicos, los hacemos mierda diciéndoles que no van a llegar a ningún lado.

 

-¿Qué es lo que hace posible que tengas ese vínculo tan estrecho con tus alumnos y que te lo estén reconociendo permanentemente?

-A mí me importa la gente. No sé para qué dar una explicación más compleja. Te juro que es eso. 

 

-Profundicemos…

-No sé si tiene que ver con mi historia en particular; quizás con una cuestión no académica, pero sí formativa. Gasto mucha plata en libros. No solo por actualización académica, sino por una cuestión de ver cosas más allá de lo que se llega a ver en la carrera. Y parte de eso incluye una visión de la filosofía. Sé que suena como un cliché, pero a mí me gusta una corriente de filosofía que la considera como una terapia, por así decirlo. Un camino de autodescubrimiento, transformación. Suena a falopa de autoayuda y tapping, pero no lo es. Yo me lo tomo en serio eso de laburar conmigo: a veces doy clase y me quedo mal por algo que no dije y pienso cómo mejorar la clase siguiente. No estoy vanagloriando la optimización constante que después es medio un mantra neoliberal, sino tomarme el laburo en serio porque el docente medio es como un cirujano de la palabra y si me equivoco mal puedo dañar a alguien. Y de verdad creo que una buena clase puede ayudar a una persona.

Alguno puede decir 'estás volviendo a la idea de la educación como vocación y con esa excusa nos cagan de hambre'. No, no: el trabajo tiene que estar bien pago. Me encanta la plata y quiero cobrar a fin de mes. Pero para mí es mucho más. 

De alguna manera misteriosa que no sé explicar pienso que lo que debe pasar es que todas estas cosas, esa voluntad de no perder la sensibilidad y actualizarme constantemente para ofrecerle lo mejor a alguien, se noten en el aula.

 

-Publicaste algunas cosas vinculadas a cómo estaban operando los discursos oficiales en las aulas, ¿sentís que se perdieron los filtros con respecto al acoso, a la violencia?

-Sí, hay una pérdida de filtros. Eso es así. Y creo que quienes lo niegan diciendo que estamos de alguna manera estigmatizando a la juventud nunca pisaron un aula en los últimos años. 

Y tiene mucho que ver con las redes y la sobreexposición de los chicos a pantallas. Hace un rato estaba hojeando un libro que acaba de salir, La generación ansiosa, que habla de cómo las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales. Aumentaron los casos de depresión, ansiedad, trastornos psicológicos y ciber desinhibición también, la falta de respeto absoluto a la hora de contestar. No hay distancia, no hay mediación. 

También hay que analizar que todo viene desde la instauración del neoliberalismo. En ese sentido es como si todo el mundo se hubiera estado volviendo libertario en las últimas décadas. Hay determinadas corrientes pedagógicas que, con la mejor de las intenciones, de alguna manera, empezaron a interpretar que el poner límites significaba ser autoritario. Nos fuimos tensionando y desde sectores de izquierda y el progresismo la crítica era a la burocracia estatal, la opresión, a la cuestión de los límites, la idea era liberar a los pibes y a las personas. Salió mal. Están colaborando con, por ejemplo, el desmantelamiento de las capacidades estatales. Esto no lo estoy inventando yo, ya lo decía Richard Sennett hace treinta años. Nosotros queriendo ayudar a los pibes a ser más autónomos, los terminamos dejando un poco solos solos. Pero los pibes no se quedaron solos, se quedaron con los teléfonos. Y en las redes todo ese ambiente de incelismo les quema la cabeza. Tenemos años de confundir el derecho a la libertad, con el derecho a hacer lo que se nos cante. Está buenísimo que un adolescente labure sobre la interiorización del impacto de sus acciones sobre otros. El tema es que cuando vos educás al pibe en una anomia total, el pibe no siente que tenga que hacerse responsable de lo que dice o lo que hace. Y eso ayuda con ese clima de falta total de filtro.

 

-¿Y cómo te va con el uso del celular en el aula? 

-Bastante bien. Me parece que parte de ese éxito muy entre comillas tiene que ver con que tenés que esforzarte para que el pibe tenga ganas de levantar la vista.

Pero ahí veo otro problema, porque también desgasta mucho, porque terminamos siendo como animadores. Ahí hay una discusión que tenemos que darnos en el ámbito de la educación.

La educación hoy es contracultural por hacer lo que antes se le criticaba. 

Son tiempos donde todo es ya, todo es ahora, todo es 'me gusta', todo tiene que ser atractivo, todo tiene que ser divertido y encima todo tiene que ser rápido. Nada de aburrirse, nada de tomarse tiempo, de demorarse para hacer algo. Y en ese sentido, la escuela sigue apelando a las estructuras. Y no me parece que eso esté mal. Hoy en día poder demorarse, suspender un poquito las redes, es beneficioso. Yo planto bandera, estoy a favor de eliminar el celular en la escuela o de poder hacerlo selectivamente, la verdad sería como un oasis para los pibes, no solamente para nosotros. 

 

-¿Sentís que las pantallas los están moldeando? ¿Se empiezan a notar los efectos de la tecnología?

-Creo que la palabra moldear es bastante apropiada. A los chicos y a los docentes también. Por un lado está la cuestión de que los pibes son más permeables a lo que van a encontrar en una red que a lo que vos le vas a ofrecer en el aula. Pero después está la cuestión de que el mismo formato en el que se lo das es el mismo aparato, porque ya no hay tanto uso de fotocopia o de libro de papel. Y no lo digo por nostálgico, tengo entendido que hay estudios que sugieren que pasan cosas distintas en el cerebro cuando laburás en papel y cuando laburás en pantalla. Pero, al margen de eso, mi argumento sería más filosófico y tiene que ver con la cuestión de la demora, de la suspensión de los estímulos constantes. Eso está y es un problema, me refiero a los cambios en ciertas habilidades mentales, cognitivas. 

Me espanta un montón porque estamos hablando de gente que quiere dedicarse a la docencia pero que ya no puede concentrarse. Hay muchos chicos que no recuerdan lo que vieron ayer. Y no te mienten, no es mala voluntad.

 

-¿Te preocupa que estén pensando más en 'pegarla' que en buscar su vocación?

-Los pibes siguen a pendejos que hicieron dos cursos de emprendedurismo con el estafador que está de moda. Y más o menos la bajada de línea es una versión muy trucha de la meritocracia que tapa cuestiones de clases, el marketing está re bien hecho y la idea es que si vos sos pobre es porque sos un pelotudo, un fracasado porque trabajás por plata, en cambio si vos sos un triunfador la plata trabaja para vos. Imaginate dónde nos deja parados a nosotros. El pibe se levanta y va a la escuela y estás vos que estás pagando la cuota del auto, y el pibe va a decir, '¿este pelotudo me va a enseñar? si fuera un triunfador no estaría en esta escuela dándote clases'. Todo tiene que ver con todo: el pibe no te da bola porque te ve como un fracasado porque primero la cultura lo convenció de que la única forma de triunfar es siendo un pelotudo que viaja a Miami en un Lamborghini con minas y etcétera. 

Igual quisiera matizar, tampoco son tontos, muchos creen en el verso de los influencers y demás, pero en general dura poco.  Y a mí me duele verlo, arranco mi primer día de clase hablando con los chicos sobre qué quieren ser ellos y la mayoría de los pibes quieren ir a la universidad. El tema es que después no entran porque no pueden aprobar el curso de ingreso, porque nosotros, me hago cargo, los profesores, el sistema educativo, no los pudimos preparar para eso. Quiero aclarar: no estoy responsabilizando a los profesores 100% -lo que es cómodo-, pero tampoco se nos puede eximir de agencia. Acá el problema es multicausal, el no poder pedirles que suelten el celular, también una cultura que los convence de que es fácil o de que tiene que serlo, la estima social devaluada. Toda esta obsesión por el éxito inmediato, la falta de paciencia, la pérdida de los rituales, un sistema que suaviza para mantener la permanencia y evitar la deserción, o sea, hay un montón de cosas. La sociedad nos está sacando las herramientas para que podamos hacerlo bien, pero la mayoría de los pibes sí quieren estudiar y ven en la universidad la oportunidad para desarrollarse combinadas con una expectativa de vida, un proyecto existencial, y eso sigue siendo buenísimo y me parece que es una de las cosas de las que más orgullosos tenemos que estar como país: que le ofrezcamos eso a todas las personas por igual sin mirar de dónde vienen, quiénes son sus padres o cuánta plata tienen. No hay soluciones mágicas. Hay una maldición china que dice 'te deseo que vivas en tiempos interesantes'. Acá estamos. 

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