'Cada vez hay más obras para los más chicos y para bebés'

En el marco de las actividades infantiles programadas por el receso de invierno, este miércoles, en la Casa de la Cultura se presentó el titiritero bragadense Diego Suárez, con su obra "El último tren". Mientras su público iba llegando a la sala, dialogamos con este artista que recorre permanentemente varios países con sus títeres.

Diego ya ha visitado Chacabuco con su gran obra "El Loro Pereyra". En esta oportunidad, trajo una propuesta que -según nos comenta- 'tiene unos cuantos años, pero no tiene tantas funciones como la obra del Loro, que ya ha recorrido ocho países'. El titiritero añade que la obra que presentó en nuestra ciudad 'es un homenaje a aquellos pueblos que se quedaron sin trenes y todavía siguen conservando la estación impecable, con esa esperanza y esa fe de que en algún momento vuelva ese tren que trae, que lleva, que une, que acompaña, y que nos conecta. Es una historia que sucede en una estación de tren, donde de repente aparece un personaje que se quiere apropiar de los edificios, porque son edificios muy lindos, sabemos que construían muy lindo, y quiere hacer un shopping. Entonces hay una resistencia, porque el pueblo sigue teniendo fe en que va a volver el tren, y ahí hay una lucha que sucede en definitiva en todos lados'.

-Nuestra identidad está muy ligada al tren…

-Sí, por supuesto. Yo estoy viviendo en Mechita desde hace diez años. Nací en Bragado, después me fui a formar y a estudiar a Buenos Aires, y ahora me instalé en Mechita que tiene toda una historia, porque ahí estaban todos los talleres ferroviarios, era como el centro de la provincia, no sé la cantidad de trenes que salían por día; era fantástico. Yo me acuerdo, era pibe, y cuando venía algún amigo, un viernes, de Buenos Aires, iba a esperarlo a la estación de tren, porque por ahí traía algún disco que había salido nuevo, de Spinetta, ponele... Sí, nuestra historia está muy ligada a los trenes.

-En marzo anduviste por México, pronto te vas nuevamente a Ecuador, Colombia...¿Hacés alguna adaptación de las obras cuando te encontrás con públicos de otros países? 

-Ahora salió la posibilidad de ir durante septiembre, octubre y noviembre a trabajar a Colombia, Ecuador, y México, así que muy feliz. Y en cuanto a las obras, la del Loro Pereira funciona muy bien, porque es una historia que en realidad representa un poco el exterminio de los animales, el sacarlos de su hábitat. Por ejemplo, en Colombia, hace muchos años hacían lo mismo con la gente, entonces hubo lugares donde me decían: 'mirá, como las familias, cuando te sacaban de tu casa y se apropiaban de tu tierra'. La obra del tren la voy a llevar por primera vez a Colombia, donde hace como cuarenta años que dejaron de funcionar los trenes de pasajeros, solamente hay de cargas, pero tiene una historia ferroviaria, y justamente están en un momento en quieren empezar a recuperar los trenes, porque también fue parte de su identidad, ya que antiguamente no había colectivos, ni buses, ni camiones. Entonces va a ser interesante para mí, porque es la primera vez, y voy a ver cómo funciona, ya te contaré a la vuelta.

-Tu arte es milenario, sin embargo sigue funcionando, sigue atrapando niños y niñas…

-Sí, aunque está sucediendo algo muy loco: estamos perdiendo público de 8, 9, ó 10 años, que antes veía títeres, y ahora está copado con otras cosas, ven otra información. A su vez, cada vez hay más obras para los más chicos, para bebés. Mis maestros de Buenos Aires, tipos de 60 y pico de años ya, siempre me decían: 'estamos perdiendo público', algo que hasta hace unos cuatro años yo no entendía, pero empecé a notar que efectivamente cada vez hay más obras para bebés, obras que duran veinte minutos. 

-Ese público que se les va está siendo captado por la tecnología, vemos que este fenómeno también impacta en la educación, de hecho, algunas escuelas empezaron a prohibir el uso de los celulares en las aulas. También está el tema de la ludopatía en niños y adolescentes. ¿Qué pensás al respecto?

-Yo lo que te puedo decir es que siempre voy a estar al lado de la infancia, de los niños y las niñas, del adolescente. Acá los irresponsables somos los adultos, aquellos que siempre hablan como si llegaran de otros planetas. Los niños o los adolescentes se hacen adictos al juego y no hay respuestas de parte de nosotros, los adultos. Yo le pediría a los responsables de cargos, que tienen que tomar decisiones, que generen contenidos, porque si un niño se pone a jugar ¿quién le da el celular? No creo que un nene de 8 ó 10 años vaya a comprarse un celular, ¿no? Después: ¿quién inventa esos juegos? Son plataformas que están habilitadas, ¿quién las habilita? Un adulto. ¿Quiénes tienen las herramientas y manejan presupuestos para generar contenidos? Los adultos. Entonces, que se hagan cargo los señores que tienen sus responsabilidades, sus cargos políticos, los señores que siempre están buscando que se hagan cargo los niños.