'Casi todo se puede recuperar'

Mario Arostegui, un hombre comprometido con el cuidado del ambiente, lleva más de treinta años dedicando su vida al reciclaje. Junto a otro compañero, recibe, recolecta y trabaja con todo tipo de materiales reciclables: papel, plástico, nylon, hierro, vidrio, chatarra y metales. Aunque ahora, cuenta, tienen la camioneta rota y eso dificulta las cosas. En diálogo con Cuatro Palabras lamentó la 'falta de conciencia ambiental' y aseguró que 'casi todo puede recuperarse'.
Convencido de que cada residuo tiene un valor potencial, Mario Arostegui clasifica, recupera y reutiliza una amplia variedad de materiales, desde botellas de plástico hasta chatarra y cartón. Trabajan en una quinta frente a la cantera de La Doce, en la que tienen permiso, y donde los vecinos acercan los elementos que separaron para reciclar. Y su conocimiento sobre los diferentes materiales es extenso: explica que las botellas de gaseosa son de PET, que hay distintas clases de nylon, y que el cartón se divide en corrugado (cajas de banana), perfil (cajas de cartón) y kraft (bolsas de harina). También clasifica el papel blanco, utilizado para servilletas, y el papel de diario, que se emplea para papeles higiénicos más económicos.
A pesar de su dedicación y años de experiencia, Mario asegura que no ha encontrado el apoyo esperado para llevar adelante sus proyectos. "Hice un microemprendimiento en Mercedes y tengo un diploma de reciclado firmado por un exintendente de Chacabuco", cuenta y asegura que 'a excepción del Dr. Golía en sus primeros años, los demás nunca se interesaron en mis ideas, tengo proyectos que podrían reducir considerablemente la cantidad de residuos que van a parar a los basurales".
Mario también lamenta la falta de conciencia ambiental que impera en la comunidad. "La gente no tiene idea de que al reciclar la chatarra recuperamos materiales crudos", afirma y asegura que 'tantos kilos de plástico equivalen a toneladas de petróleo' y que si van a parar a la tierra, tardan años en degradarse y contaminan el ambiente.
En un folleto que tiene a mano se inscribe el tiempo en que tardan en descomponerse determinados elementos: el papel, cinco meses; una caja de leche, cinco años; las colillas de cigarrillos, de diez a doce años; el nylon, de treinta a cuarenta años; el aluminio, cien años; la espuma plástica, nunca.
Para él, no hay residuos, solo recursos valiosos que deben ser aprovechados. Por eso destaca el potencial de la basura orgánica. "Se puede utilizar para hacer compostaje con lombrices", explica y asegura que 'el fertilizante que genera es el más caro del mercado', y que 'la leña se junta y vende, y el escombro también, por lo que la basura de la ciudad podría sería nula".
A pesar de los obstáculos, Mario mantiene su posición, su dedicación al reciclaje como medio de vida y recuerda que cada acción puede contribuir a una vida más sostenible.
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