'Creo en la medicina como una forma de servicio, y en la escritura encontré algo similar'

Julia Laviano es la única médica hematóloga en Chacabuco. Después de su paso por el Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC) -donde se especializó- supo que en su ciudad habría un desafío y una oportunidad: generar espacio para una rama de la medicina que no tenía referente. Ademas, luego de la enfermedad y muerte de su padre, publicó un poemario en el que logró resignificar sus emociones, y asegura que tanto la medicina como la escritura son para ella una forma de servicio. En esta entrevista con Cuatro Palabras habla de su profesion y su conexión con la escritura, de la carga mental, de su vínculo con la ciudad, con otros médicos y con sus pacientes.
Por Martina Dentella
-¿Qué te llevó a especializarte en hematología?
-En la carrera nunca había tenido en cuenta la hematología como especialidad. Sí me paso que hice primero la especialidad de clínica médica, que hoy me parece fundamental haberlo hecho siendo hematóloga. Cuando decidí dónde hacerlo, tuve la posibilidad de entrar al CEMIC, y hay una sede que tiene un piso prácticamente de pacientes hematológicos, y cuando era residente todo me llamaba la atención: trasplantes, alteraciones del laboratorio, tipo de pacientes. Y lo que más me pasó fue que encontré referentes. En el servicio de hematología del CEMIC encontré personas a las que admiraba, pensaba 'mirá cómo es, cómo piensa, yo quiero ser como ellos'. Uno fue después mi jefe y amigo, Daniel Gotta. Y encontré que la hematología es una especialidad muy amplia, porque tratamos desde anemias, trombosis, hasta enfermedades muy graves como son las leucemias o linfomas. Empecé a entender la especialidad y cada vez me empezó a gustar más, cada vez quise saber más; y también fue muy importante empezar a pensar cómo acompañar a las personas que padecen estas enfermedades. Creo que es lo más complejo de la especialidad. Y encontré que me salía, yo era residente, y los pacientes que estaban internados me buscaban. Es una especialidad que cada día me gusta más, que todos los días tiene cosas para aprender, uno está como en modo pulpo buscando aprender cosas nuevas, y eso es super desafiante. Me mantiene entusiasmada para poder aplicar mis conocimientos en la zona.
-¿Por qué decidiste volver a tu ciudad?
-Chacabuco tiene ese qué sé yo, como un imán en cierta forma. Lo que sabía es que Chacabuco nunca tuvo hematólogo. En algún momento venía Daniel Argentieri de Junín, pero me parecía que era una posibilidad sumar una especialidad que acá no estaba, los vecinos tenían que viajar a Junín o Buenos Aires para atenderse. A mí Capital me encanta, me gustaría hacer muchas cosas de las que hacía acá, pero cuando uno quiere formar una familia se resignifican varias cuestiones. Y con un hijo de tres años veo en Chacabuco muchas oportunidades para él, cosas que puede hacer que allá no.
-¿Se pueden prevenir los trastornos sanguíneos?
-Las enfermedades hematológicas son muy variadas. Cuando pensamos en prevención es difícil hablar de todas en general, podemos hablar de una anemia o leucemia. Pero como regla general, tener hábitos saludables previene todas las enfermedades: alimentación variada, ejercicio, descanso, no fumar. Todo eso evita la posibilidad de tener enfermedades hematológicas. Y hay otras que aparecen igual, aunque tengamos hábitos saludables. Porque si bien en hematología se avanzó mucho, hay un montón de cosas que todavía no sabemos.
-¿Tuviste algún caso desafiante o muy gratificante?
-Los pacientes onco-hematológicos siempre son un desafío. Normalmente hay que tomar muchas decisiones rápidas. Empezar con algún tipo de tratamiento o completar el diagnóstico lo más rápido posible para que no haya complicaciones y que se pueda empezar a tratar. De la residencia tengo una pila de pacientes, fue mi cumpleaños hace unos días y recibí mensajes de ellos, hablamos permanentemente con sus familiares también. Acá es un desafío llegar al diagnóstico a tiempo y empezar con el tratamiento teniendo en cuenta que en muchos casos dependemos de Capital y es una cadena que tenemos que hacer funcionar. Eso es parte del desafío de la especialidad. Muchas veces reniego porque quisiera que las cosas funcionen más rápido. Pero es gratificante poder dar una mano a una persona que atraviesa una situación así.
-¿Considerás que hay buena sinergia entre los médicos de la ciudad para tratar distintos casos de manera integral?
-Yo trabajo en Chacabuco y en Junín, y en las dos ciudades hay muy buenos profesionales. La medicina no se puede hacer solo, eso ya no existe, ha tomado una complejidad que uno necesita de un equipo. Y con el tiempo uno va haciendo equipo con diferentes profesionales. Acá en la ciudad contamos con gente muy bien formada, que le interesan los pacientes, que quieren dar una mano y lo mismo en Junín. Uno va haciendo una cadena, levantando el teléfono y viendo cómo hacer para trabajar en conjunto.
-¿Qué te permite sobrellevar la carga mental y emocional que conlleva tu trabajo?
-Con el correr de los años uno va generando cierto aplomo. Yo hago terapia hace muchísimos años, todas las semanas. Siempre estoy buscando cómo hacer algo extra de lo laboral. La escritura hoy está un poco parada, porque la maternidad con todo lo que conlleva hace que tenga los minutos contados, y a mí me gusta dedicarle el momento. Es como una pausa.
En la residencia, después de la muerte de mi papá, tuve un momento en que me entraban todos los tiros. Con cada paciente al que no le iba como queríamos o había dificultades, me involucraba mucho desde lo sentimental. Tuve un momento en el que no podía separar, y fue una etapa muy pesada de mi carrera. Ahora lo puedo hacer desde otro lugar, me involucro con cada paciente que le va bien o mal, pero sé que los puedo ayudar y contener más allá del tratamiento. Creo que se van más tranquilos, eso es importante, porque muchos llegan con dudas, temores, angustia, que leyeron en internet, que alguien les dijo, el vecino, el primo. A todos nos pasa. Y uno con información, explicando, puede generar cierta tranquilidad. Eso hace que la angustia no los desborde.
Yo doy turnos más espaciados, para dedicarle más tiempo. En un momento en el que no hay tiempo para nada, me parece fundamental. Por mí y por los pacientes. No me gusta trabajar apurada. Pero es difícil, el sistema de salud está muy complejo. Es difícil ser médico y paciente en este momento.
-¿Encontrás algún punto de conexión entre tu profesión y la escritura?
-Cuando se enfermó y murió mi papá, fue un antes y un después. Yo escribía, pero no me daba cuenta que escribía. Después, una docente que quise mucho, Gladys Bandi, me recordó que de chica había escrito un cuento y lo habíamos presentado en un concurso de la escuela. Yo me había olvidado. Cuando mi papá se enfermó fueron años muy intensos, me encontraba escribiendo cosas que me desbordaban. Mi psicólogo insistió en que siguiera con la escritura, y fui buscando mi taller, probé con muchos. Encontré a Leti Martín que es poeta, y pude encontrar ahí mi tono, la forma en cómo decir. Pude encontrar un lugar donde frenar con la carga mental. Poner todo lo que me estaba pasando, sacarlo de la cabeza, poder expresarlo.
Es muy gratificante el impacto, siempre pienso que me encontré con la escritura. Yo no estaba buscándolo y publiqué un poemario. Una editora me lo propuso y salió, fue fluyendo.
Hoy me pasa que me encuentro con alguien que me dice 'te leí y me hizo muy bien, porque me estaba pasando tal cosa, y encontré algo que quería decir y no me salía'. Es muy gratificante que la escritura pueda ser algo que pueda ayudar al otro. La medicina es un servicio. Y en la escritura encontré algo así, pero desde otro lugar.
-¿Cuáles son los momentos que elegís para escribir? ¿cuáles para leer? ¿qué leés?
-Estoy en una etapa en la que compro más libros de los que leo, y escribo menos de lo que me gustaría. Pero en general, leo mucho sobre psicología, leo relatos.
No tengo una escritura rutinaria, asumo que la voy a conseguir más adelante por como está mi día a día hoy. En general, es muy emocional, terapéutica. Algo que me atraviesa y me motiva a escribir. A veces incluso escribo con el celular, después edito en la compu. No tengo una estructura.
Y el consultorio es un poco un llamador de historias, en eso somos afortunados. El otro día llegó un paciente en silla de ruedas con su hija y su mujer. Tenía más de ochenta años. Cuando se van, la mujer se queda hablando conmigo, me mira y me dice: 'Vos lo ves así ahora, hace sesenta años que estamos juntos, no sabés lo bonito que era y lo enamorada que estoy'. Pensé inmediatamente, 'esto es para escribir'. Obviamente uno lo ve cuando lo puede ver, no siempre está con esa sensibilidad.
También me interesa poder desarrollar la medicina narrativa, tengo que encontrar el tiempo para todas las cosas que quiero, porque soy muy curiosa.
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