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'Hay que crear una oposición que le ponga límite a esta locura inhumana'

13/10/2024
'Hay que crear una oposición que le ponga límite a esta locura inhumana'

En su estudio jurídico ubicado en la calle Córdoba de la ciudad de Buenos Aires, Julián Domínguez despide a su última visita y abre la puerta. Se ubica en un sillón de una plaza y sirve un mate. Desde su cercanía con la expresidenta va a decir que Cristina Fernández es la voz más potente dentro del partido y resalta que su experiencia y liderazgo son claves para ordenar el sentimiento mayoritario de los peronistas. Habla de las tensiones entre La Cámpora y Axel Kicillof,  y de la posibilidad de poder hacer un aporte personal en el nuevo tiempo que enfrentara la Argentina. Además, opina sobre la coyuntura política diciendo que 'cuando se rompen los canales de representación porque la gente no come o duerme en la calle esto se expresa socialmente, no es gratis' y en ese sentido asegura que 'Hay que crear una oposición que institucionalmente le ponga límite a esta locura inhumana'. 

 

Por Martina Dentella 

 

-¿Qué es lo que más te preocupa de este presente?

-La falta de sentido de la realidad del presidente. Vive en otro planeta. Está disociado de su pueblo. 

 

-Viviste distintos procesos desde el retorno de la democracia hasta la actualidad, ¿podés imaginar cómo se va a dar el ordenamiento del peronismo en está oportunidad?

-Después de cuarenta años de democracia y más tiempo de militancia sé que la coherencia, el compromiso y no traicionar las causas por las cuales llegás a la política es lo que permite reordenar. En definitiva, creo que -con todo lo que le pasó- Cristina sigue teniendo autoridad en la vida democrática del peronismo. Como lo tuvo Alfonsín en el radicalismo y como lo tuvo Perón mientras vivió, en el peronismo. Es decir, la coherencia de sus líderes con las causas que los movilizan contra todo los embates, la agresión, y la propia desnaturalización del sentido histórico de su accionar. Siendo peronista y no habiéndolo votado, uno a Alfonsín le valora la defensa de la democracia. Nadie puede cuestionar que fue un demócrata que peleó por los valores republicanos y la vigencia de un estado de derecho con una visión social. Como nadie puede cuestionar que con Néstor y Cristina se volvió a la producción, al ascenso de la clase media, que las primeras generaciones de universitarios pudieran surgir, que la gente pudiera planificar vacaciones, un futuro diferente para sus hijos, que pudiera tener un auto quien no lo había tenido, que la industria nacional se recuperara, que la industria del conocimiento con una ley del año 2010 hoy es el segundo sector que genera divisas para el país. También tuvo la vocación de defender al país, al Mercosur, la soberanía de Malvinas, defender al comerciante, a los sectores medios de la sociedad. Esa es la causa por la cual el peronismo se va a reorganizar, porque ella tiene un concepto y una idea de cómo gestionar los intereses de los argentinos. 

 

-Eso podría -en potencial- reordenar al peronismo, pero con la centralidad de Cristina, ¿se puede salir del estado de grieta en el que estamos hace más de una década?

-En realidad, no se entiende muy bien lo que es la grieta. Los argentinos necesitamos recuperar el sentido patriótico. La argentina va a salir produciendo, generando valor agregado, incorporando conocimiento a través de la ciencia, de la investigación. Y hay una alianza que hay que recomponer. El problema es pensar que el peronismo es el todo. El peronismo tiene para aportar una visión sobre la industrialización, sobre las condiciones de competitividad, pero evidentemente la Argentina es un país de frentes. Hay que recomponer una idea de unidad nacional en la defensa de los valores que vuelvan a poner al interés de los argentinos en el centro. 

La Constitución Nacional sigue siendo la norma de organización de los argentinos. Nos tenemos que ordenar como sociedad en torno a la Constitución y los peronistas tenemos para agregarle esa visión de la nueva argentina, del hombre nuevo, que era la justicia social, la soberanía política que es la participación de la gente en una democracia más social, no rehén de los grupos concentrados de la economía, y la independencia económica a partir de gestionar el propio desarrollo. 

 

-Hubo de parte tuya un acercamiento a La Cámpora, ¿notas algún tipo de transformación en la organización?

-Creo que el principal aporte ha sido el trasvasamiento generacional del peronismo. Hasta la llegada de Néstor Kirchner el peronismo se estaba convirtiendo en una expresión política sin recambio generacional. Esa convocatoria, ese entusiasmo marcó la llegada de un grupo importantísimo de jóvenes que se organizaron, que se formaron, militaron y enriquecen al peronismo. La principal virtud es el compromiso militante que tienen y las convicciones. Los dirigentes lo único que deben volver a hacer es volver a discutir la política. Y los más jóvenes, tienen que aportar al país una visión de futuro. Eso se hace a partir del debate y la discusión. Y de rendir cuentas. Ya no son los pibes de antes, son intendentes, son legisladores, ocupan cargos importantes. 

 

-Y otros son gobernadores, como es el caso de Axel Kicillof ¿cuál es tu visión sobre el enfrentamiento explícito con Axel? 

-Cristina conduce el proceso. No tengo opinión formada sobre el tema. De verdad no sé, no estoy en la cocina de las decisiones. Lo que yo tengo en claro es que Cristina sigue siendo la voz más potente para ordenar el sentimiento mayoritario de los peronistas. 

 

-¿Y cuál es tu valoración sobre la gestión del gobernador Kicillof?

-Se rompe el alma. Es un tipo que trabaja, que viene haciendo una gestión en un contexto nacional muy difícil. Como gobernador viene dando respuesta a lo que la sociedad bonaerense le reclama, por eso le renovó la confianza. 

 

-¿Está dentro de tus expectativas volver a ocupar un cargo legislativo?

-No lo pensé. El año anterior no estaba entre mis expectativas. El desastre que está haciendo el presidente, el experimento que está dando como resultado consecuencias dolorosas para los argentinos, hace que todos los militantes que tengamos algo para aportar, debamos hacerlo. Yo estoy tratando de aportar lo que pueda para organizarnos, para tratar de ser una expresión política que vuelva a construir mayorías para poner un límite a la locura a la cual está llevando a la Argentina el presidente. No se puede no hacer nada cuando están llevando a un precipicio al pueblo Argentino, cuando en el pasado lo vimos. Nunca tan cruel, tan inhumana. 

 

-Mirándolo desde este presente, ¿evitarías atravesar por aquella mítica interna con Aníbal Fernández?

-Hice lo que creí que tenía que hacer. Estoy en el mismo lugar de siempre. Fui crítico de algunas cosas pero a pesar de todo lo sucedido, no solamente voté sino que acompañé ese proceso. Volvería a hacer lo que hice porque lo hice convencido y pagué un costo altísimo. Néstor Kirchner un día me dijo 'uno puede hacer cualquier cosa, menos no decir lo que piensa y no hacer lo que cree'. Yo estaba convencido -con un grupo muy importante- que era el aporte que teníamos que hacer al partido, y tratamos de aportar eso. Después, internamente, Cristina estaba en todo su derecho de elegir al candidato que creía más conveniente. Evidentemente yo no fui el candidato de ella en su momento. Cada uno sabe por qué toma las decisiones. A mí no me cambia en nada  la valoración de lo que Cristina hizo por Argentina. 

 

-¿Qué quedó del Proyecto San Martín?

-Un grupo extraordinario. Creo que es el camino que el peronismo tiene, volver a discutir con la gente, y que la gente pueda aportar su visión. En definitiva, el camino a elegir en democracia te lo da la gente. Y el poder popular lo construye la gente a través de la organización. Si el peronismo no vuelve a discutir con la gente, si la pelea es entre dirigentes, estamos flecos. 

 

-Sos un hombre cercano al Papa. Cambió mucho su actitud de no intervención de conflictos nacionales, y denunció corrupción en este gobierno, ¿a qué adjudicas su cambio de posición?

-No puedo hablar por él, estaría faltando a la verdad. Lo que siempre tuvo Bergoglio es una firme convicción en la doctrina social de la iglesia, y eso fue comprendido e incomprendido. Un sector importante del peronismo en su momento estuvo peleado con Bergoglio, y con Francisco en comunión. Se pudo entender. Como católico creo que a Francisco hay que entenderlo a través de la doctrina social de la iglesia. Hay una línea de coherencia. En el 2010 plantea que la iglesia tiene dos roles, el de denunciar la injusticia y el anuncio profético, del camino de la civilización a la realización de cada ser humano. Ese mandato surge con la gran crisis de la explotación del capitalismo de finales del siglo 19z. La doctrina social de la iglesia va tomando actualidad y forma en cada época histórica. Hay un problema de formación de la dirigencia y del periodismo. Hemos perdido el hábito de la lectura y de la interpretación en perspectiva histórica de lo que representó cada proceso. La instantaneidad de la sociedad contemporánea, la sociedad líquida, ha reemplazado a la sociedad del análisis y la visión. Todo es instantáneo, todo es efímero. Lo que pasa es que la vida de los pueblos se mide en el tiempo y en las realizaciones. Se hacen lecturas parciales de lo que es una línea de comportamiento histórica de Jorge Bergoglio. 

 

-Hay una escalada de violencia, ¿cómo se sale de este estado de situación con un presidente que es agresivo con todo aquel que no adhiere a sus principios?

-Creando empleo y horizontes para la gente. Lo que venimos viendo en la calle y en las universidades es que no hay futuro. Y si hay algo que temen los pueblos es al vacío. Milei logró lo que quería, que cada uno se salve como pueda. Esto es bíblico, los pueblos tienen conciencia, o nos salvamos en racimo o nos condenamos por egoístas. 

 

-¿La salida es institucional?

-Siempre es institucional la salida. La resolución de todos los conflictos. Este presidente ganó las elecciones. La discusión es en el Congreso, pero también está la calle. Porque hay gente que no come. Incluso en nuestra ciudad, hay gente que tiene que optar por hacer una o dos comidas al día, o para que sus hijos coman, no tienen que cenar de noche. Hay familias que tienen que optar por uno de todos los medicamentos que les recetan, familias que no pueden pagar la luz, el gas, que renuncian a salir en auto, que los hijos dejan de estudiar. Eso pasa en nuestras ciudades. 

 

-¿Te imaginás un escenario como el del 2001?

-No lo desearía, porque los muertos siempre los pone el pueblo. Ojalá que eso no suceda, y que el Gobierno reaccione. Lo mejor que le puede pasar a la Argentina es que haya estabilidad institucional, porque cada vez que hay inestabilidad institucional, el que paga es el pueblo. Nunca las familias más adineradas que alientan a tomar las medidas que el presidente toma burlonamente y con alevosía, en contra de la sociedad. No hay otro camino que no sea la institucionalidad y el diálogo pacífico de los argentinos. El presidente tiene que cumplir con su mandato, y el Congreso tendrá que funcionar, y los debates hay que institucionalizarlos. No se puede romper el contrato social. Pero hay una situación inhumana, el presidente tiene que resetear la dirección de su gobierno. Lo que sucede es producto del dolor y la impotencia. Cuando se rompen los canales de representación porque la gente no come o duerme en la calle, o porque crece la droga en los barrios, esto se expresa socialmente. No es gratis. Hay que crear una oposición que institucionalmente le ponga límite a esta locura inhumana. 

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