'La defensa de la universidad pública es un bien característico de nuestro país'

Durante este jueves y viernes la comunidad universitaria volvió a manifestarse en las calles en respuesta al embate que está sufriendo por parte del Gobierno nacional. El paquete de reclamos incluye, entre otros puntos, la Ley de Financiamiento Universitario y el aumento inmediato de los salarios docentes. Para acercarnos al tema, entrevistamos a Sebastián Ackerman, quien es docente y Secretario Académico de la carrera de Ciencias de la Comunicación, una de las cinco que ofrece la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
'Yo creo que esto está en el marco de un ataque, de un intento de destrucción de lo público en general, por parte del gobierno de Milei', dice Ackerman, y profundiza: 'con otros compañeros y compañeras tenemos la perspectiva de que desde el gobierno nacional entienden también a la educación como un espacio para explotar económicamente y que las universidades públicas de todo el país son un obstáculo para ello'.
-Venimos de grandes movilizaciones como las del año pasado, con mucho apoyo popular. ¿Qué se ha logrado con eso?
-La defensa de la universidad pública es un bien muy característico de nuestro país. Es un diferencial muy grande comparado incluso con el resto de América Latina, y además, es una educación de una excelente calidad. En abril y octubre del año pasado hubo un apoyo muy grande, muy masivo de la población en general, no solamente de quienes formamos parte del sistema universitario. Lo que se logró es que se aumentaran los recursos para mantener los gastos, para la supervivencia. No es que pudimos tirar manteca al techo, ni terminar obras, ni mucho menos; es todo lo contrario. Las obras, las remodelaciones y las refacciones, en la mayoría de los casos están canceladas o suspendidas. Lo que hicieron fue aumentar el presupuesto para la supervivencia, literal: poder encender las luces, poder tener agua en las canillas y calefacción donde hubiera estufas. Ahora, en cuanto al apoyo, no pasa así con la defensa de los salarios, porque el tema salarial es más complejo y es más difícil lograr un apoyo tan masivo y tan mayoritario, porque se ve como un reclamo sectorizado, pero lo cierto es que desde 2017 a hoy los salarios de los docentes universitarios perdieron alrededor de 45 puntos. Y en el año y medio de gobierno de Milei se perdieron 35 de esos 45 puntos de poder adquisitivo.
-Con ese panorama, dan pocas ganas de ser docente universitario…
-Bueno, porque además de los salarios, está la destrucción del CONICET, el recorte de becas, el recorte del financiamiento de proyectos de investigación… Todo eso afecta mucho las condiciones laborales de los trabajadores, entonces tenés docentes, profesores, que son referentes en sus ámbitos profesionales, que trabajan en las universidades públicas porque eso tiene su dimensión de prestigio. Esa decisión es más fácil de sostener cuando el salario te alcanza; cuando el salario no te alcanza, tenés que buscar otros horizontes porque el prestigio está muy bien, y también devolverle al país que te permitió la formación en una universidad pública y no arancelada, pero eso choca con que hay que comer todos los días y con que le tenés que dar de comer a tus hijos. Entonces, los residentes del Garrahan, o alguien que da clases en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, o en Arquitectura, muchas veces son convocados por empresas privadas. Hace tres o cuatro años le duplicaban el salario, pero ahora le pagan cuatro o cinco veces más, y eso es difícil de resistir. En el caso de la Facultad de Ciencias Sociales, que es donde estoy yo, es más complejo, pero incluso tenemos docentes que renuncian a sus cargos y se van a laburar a una empresa privada.
-En este marco de reclamos está la Ley de Financiamiento Universitario. ¿Qué es esa herramienta y qué posibilidades de vida tiene?
-La Ley de Financiamiento Universitario debería estar dentro del presupuesto nacional. La autonomía de las universidades nacionales implica que pueden, entre otras cosas, manejar su propio presupuesto. Esos recursos se asignan dentro del presupuesto que vota el Congreso Nacional para el ejercicio del año siguiente. Son estimaciones que se pueden modificar, pero se le asigna a todo el sistema universitario nacional un presupuesto 'X' para sus gastos de funcionamiento generales: edilicios, infraestructura y salarios. En los últimos dos años no hubo presupuesto nacional y entonces lo que se está intentando hacer es una movida para que en el Congreso se sancione una Ley que aumente el presupuesto. Las posibilidades son difíciles de estimar: puede que salga, y puede que no, por distintos motivos. Esto depende mucho de las articulaciones políticas que se puedan hacer entre los distintos bloques, por ejemplo: hay un peso muy grande del radicalismo en la UBA, y en el sistema universitario en general, desde 1983 a hoy. Pero también tenés en el Congreso a los famosos 'radicales con pelucas', que apoyan la postura de Milei. En todo caso, incluso si la ley se aprueba, seguramente, Milei la va a vetar porque ya dijo que todo lo que altere el equilibrio fiscal lo va a vetar, como pasó con el aumento de los jubilados.
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