'Lo primero que tiene que hacer un cantor es transmitir emociones'

Mariana Mazú es oriunda de O ?Higgins. Alterna su profesión de psicóloga con el canto. En 2021, con su primer disco ganó el Premio Gardel. En agosto iniciará su tercera gira por Europa. En el Día del Cantor y la Cantora Nacional, dialogamos con ella sobre sus inicios, la influencia de su padre, y el significado de esta disciplina.
-¿Qué representa para vos el protagonista principal de esta efemérides?
-Me parece que Carlos Gardel era un adelantado total; se pasó de adelantado. Me gusta mucho ver los vídeos que hay de él en YouTube, sus películas… Era increíble cómo cantaba, el estilo propio, su faceta de compositor y autor, lo bien que tocaba la guitarra, la pinta que tenía. Era un fenómeno y es, indiscutiblemente, el número uno. Lástima que el Día del Cantor sea el día de su muerte… Sería mejor el día del nacimiento, o algún otro día especial, pero es increíble Gardel.
-En su gran programa 'Encuentro en el Estudio', Lalo Mir siempre preguntaba al entrevistado por la banda sonora de su infancia. ¿Cómo fue la tuya?
-Esa banda sonora tenía bastante de tango: mi papá escuchaba al Polaco Goyeneche, como estandarte, a María Graña también, a Rubén Juárez, que era un dios total y además lo conocía personalmente. Más adelante, cantantes y compositores tangueros, que también se reflejan mucho en mi discografía: Sabina, es muy tanguero, muy Buenos Aires; Fito Paez, que me parece totalmente tanguero, bueno, lo dice él mismo; Jorge Drexler; Andrés Calamaro; Alejandro Sanz; Luis Miguel, toda esa es una discografía más de la etapa adolescente, pero siempre con una muy fuerte imprenta del tango.
-Una casa con mucha música y la transmisión del legado de tu padre…
-Sí, pero música en español. Yo a los Beatles los conocí más de grande. Mi papá no escuchaba música en inglés; en mi casa no se escuchaba música que no fuese en español. La transmisión de la música con mi papá siempre fue de un modo lúdico, jugando. Él nunca me dijo que me tenía que dedicar a la música, jamás. Sin embargo, a veces uno comunica a los hijos mucho más desde lo inconsciente que desde las palabras y los sermones. Y creo que en algún punto terminé haciendo algo que mi papá hubiera querido desarrollar más: él hizo una gira por Europa, en España, y de alguna forma yo, sin haberlo pensado conscientemente, me encuentro ahora haciendo mi tercera gira por Europa, de algún modo honrándolo. Otra cosa que pienso es que mi papá no tenía la libertad de cantar lo que él hubiese querido, por las discográficas, o los lugares, o los festivales, tenía que hacer lo que le decían y por ahí a él le gustaba cantar otra cosa, que creo que fue la libertad que tuvo cuando se mudó a O´Higgins… Mi cantor favorito, por lejos, es mi papá, pero yo trato de ser lo más fiel que puedo a mí misma y cantar lo que tengo ganas.
-¿Y qué significa para vos ser una cantora nacional? De eso se trata la fecha…
-Creo que un cantor, lo primero que tiene que hacer es transmitir emociones. Por lo menos es la diferencia que se me hace a mí, que no es lo mismo que un cantante. El cantor está diciendo algo con la voz y con el cuerpo. Y está, quizás, en el mejor de los casos, emocionando a personas, tocando almas. Y nacional es decir las cosas que son importantes para nosotros, los argentinos. Y hoy en día, más que nunca, por lo menos para mí, es el hecho de elegir lo que canto, de elegir lo que digo a través del cantar.
-¿Cómo elegís una canción: por la melodía, por la letra, por ambas?
-Siempre empieza por la melodía. Si la parte inconsciente, intuitiva, que es la melodía, no me llega, difícilmente pueda cantar una letra. Todas las melodías que canto me gustan y, en general, me gustan mucho las melodías brillantes, las que parecen felices y cuya letra quizás no es tan feliz. Por ejemplo, el tango 'Toda mi vida' tiene una melodía feliz, pero la letra no lo es: 'Hoy después de tanto tiempo de no verte, no hablarte, ya cansado de buscarte siempre, siempre, siento que me estoy muriendo'. Esa letra es un desgarro. En general me atraen las melodías felices, aunque obviamente que para equilibrar el repertorio, también hay temas en menor, que son los que suenan más a bajón.
-Tu primer disco, 'La bella indiferencia' vino con el Premio Gardel bajo el brazo. ¿Qué pasó a partir de ahí?
-En ese momento, el disco lo hice para sanar la muerte de mi papá. Mi reencuentro con la música fue una necesidad de encontrarme con el tango y encontrarme con todos los lugares y espacios donde yo respirara a mi papá. Y eso hizo que diera vuelta a varias cosas de mi vida en ese momento: me divorcié, dejé de trabajar tanto en un lugar y puse más energías en el tango. Conocí personas, grabé el disco y, como consecuencia de cuando uno está haciendo realmente lo que quiere hacer, y por una fuerte motivación de todos lados, sucedió que tuvimos la fortuna de que todos los que estuvimos trabajando en el disco ganamos ese Gardel en la categoría Mejor Álbum Artista de Tango. A partir de ahí, a mí me significó como si te dijera una señal, un mimo, y una alegría recibir el premio. Pero de ninguna manera un premio para mí significa más que eso.
-Estás por iniciar otra gira por Europa. Te va bien por allá…
-El año pasado fue una gira de dos meses, con 27 conciertos. Este año vamos a nuevos países: Dinamarca y Bélgica por primera vez. Me va bien porque creo que trato de hacer lo mismo en todos lados. Me parece que el verdadero encuentro con otras culturas y con otros países, más allá de la barrera del idioma, es la emoción. En cualquier lugar que esté, alguna persona, en algún momento, se acerca a decirme que se emocionó, aunque no entienda lo que estoy cantando. Y esa para mí es la única brújula que sigo. Es el motivo por el cual hago esto y también me rodeo de personas que están en la misma.
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