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'No podríamos ser sacerdotes insensibles, distanciados de la realidad'

19/04/2025
'No podríamos ser sacerdotes insensibles, distanciados de la realidad'

Este miércoles 16 de abril, presidida por el Padre Obispo Jorge Eduardo, se ha celebrado la Santa Misa Crismal en la Catedral de Mercedes. Monseñor Mauricio Landra, obispo auxiliar, concelebró la Eucaristía a la cual asistieron los presbíteros. Participaron de la Santa Misa diáconos permanentes, religiosas, religiosos, seminaristas y fieles de las comunidades comprometidos en distintas áreas y servicios pastorales de la Iglesia arquidiocesana de Mercedes-Luján. El Obispo dejó un mensaje a los sacerdotes centrado en la afectividad.


 

'Deseo hablar hoy del Espíritu Santo en relación con nosotros y con nuestra espiritualidad, fundamentalmente en lo que toca a nuestra afectividad', dijo en el comienzo de la homilía el Obispo, y continuó: 'Estoy convencido de que una espiritualidad fuerte fecunda una afectividad sana y que una afectividad madura, facilita una mejor espiritualidad. La espiritualidad nace y se desarrolla en el Espíritu del Señor, Él es el motor y animador, pero nosotros no somos agentes pasivos, todo lo contrario, en esto jugamos nuestros deseos, nuestro querer y nuestra libertad. Nuestra afectividad incide en nuestra espiritualidad. Nuestra espiritualidad sana, afianza y promueve nuestra humana afectividad'.

'Pero, además, considero que en este círculo podemos encontrar una de las causas de nuestra motivación o desmotivación de la vida pastoral, porque percibo que este es uno de los 'males de época' de la vida sacerdotal, la desmotivación', aseguró, y explicó: 'En el Espíritu somos, nos movemos y existimos. Nuestra relación con el Espíritu Santo es esencial y fundante de todo nuestro mundo relacional. El Espíritu habita en lo más interior de nosotros mismos y mueve todo nuestro ser, la luz de la razón y la sensibilidad del corazón'. 

'Necesitamos tener muy en cuenta nuestra afectividad'

El Obispo recordó a los sacerdotes que la afectividad 'es el lugar en el que se da la lucha, en donde podemos elegir conectarnos bien o desconectarnos de Dios y de lo que somos y hacemos y debemos reconocer que muchas veces descuidamos este lugar fundamental de nuestro ser'.

'La afectividad -siguió afirmando- cuando está fortalecida, ordenada y goza de buena salud, cuando está madurada en el evangelio, cuando es transparente, obediente y fiel, tiene un enorme poder de humanización, de construir relaciones robustas y sanas, de motivarnos para la misión por el Reino. Pero, cuando se debilita y desordena, se tensa, o se complica, cuando queda atrapada en amores menores, tiene el poder de confundirnos, de hacernos experimentar cansancio y agobio, de encerrarnos en nosotros mismo y de cerrarnos a los otros y muy especialmente, tiene el poder para desmotivarnos en nuestra vida sacerdotal, perdemos el gusto y nos desconectamos de la vida pastoral y de la vida. En el fondo, renunciar a la vida espiritual-afectiva, es al mismo tiempo, desconectamos del Espíritu del Señor y de la misión'.

'Somos personas afectivas y sensibles' 

'Las situaciones de vida, el dolor humano, la pobreza, la droga, la vida de las personas concretas, de los niños, los jóvenes, las mujeres, los varones, los ancianos; la realidad del país y del mundo, todo nos afecta y en ocasiones nos afecta mucho', remarcó el Obispo, y sentenció: 'No podríamos ser sacerdotes insensibles, distanciados de la realidad, duros, rígidos, acorazados, a la defensiva, desafectados de la vida de nuestros hermanos. Estamos encarnados en la realidad porque somos clero secular, metidos en el siglo, para tocar la 'carne doliente', como dice el Papa Francisco, insertos en el mundo, en la historia y en la vida concreta de aquellos que pastoreamos. Estamos comprometidos con ellos, con sus vidas y destino. No caminamos otro camino que el de nuestro pueblo, al que amamos'.

En otro pasaje de su homilía, el máximo pastor de la Arquidiócesis enfatizó: 'Todo lo que podamos darnos hacia los más pequeños y frágiles, será la posibilidad máxima de que el Reino de Dios esté en nuestro presbiterio de Mercedes-Luján. Necesitamos ayudarnos a vivir esta espiritualidad, la de estar en sintonía con la Misión del Señor'.

Y destacó: 'Somos un clero que hoy no tiene grandes divisiones, ni enfrentamientos, por el contrario, hay gusto por encontrarnos y compartir. El hecho que la mayoría haya pasado por el mismo seminario ayuda a que se viva un sentir común. Necesitamos seguir creciendo en una afectividad sana y madura, que nos ayude a ser mejores sacerdotes para la misión'.


 

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