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'Se van los que quieren estar con Milei o nos vamos lo que creemos en el Estado'

20/10/2024
'Se van los que quieren estar con Milei o nos vamos lo que creemos en el Estado'

El exsenador y dirigente radical Diego Rodrigo, traza un recorrido por su vida política y comparte sus reflexiones sobre los desafíos que enfrenta el partido, atravesado hoy por una división profunda y un proceso de atomización. 'Es probable que se rompa, no es gratis votar en contra de los jubilados, faltar a una sesión en la que se vota la financiación universitaria. Los diputados que quieren estar con Milei tendrán que irse del partido, y si se decide estar con Milei, habrá un montón que dejaremos de estar en el partido para estar en otro lugar. No hay compatibilidad ideológica con un gobierno que quiera desarmar el Estado', asegura. Además, se refiere a los motivos de su lejanía con el territorio y con los referentes actuales de la Unión Cívica Radical de Chacabuco. También habla de los resultados locales del 2023 que permitieron el regreso del peronismo al poder.

 

Por Martina Dentella 

 

Diego Rodrigo comenzó a desarrollar conciencia política durante la Guerra de Malvinas, a los dieciséis años. Días antes de la invasión hubo una marcha contra el Gobierno militar, en la que un dirigente radical de Chascomús -para la mayoría desconocido- advertía que todo era una locura, una jugada de los militares para perpetuarse en el poder. 'Yo estaba entusiasmado con lo de Malvinas, entonces lo veía a Alfonsín y pensaba '¿este tipo qué dice?' y cuando todo decantó, me di cuenta que el único que la había visto era Alfonsín, más allá de que yo ya tenía por Osvaldo (Rodrigo) y por mi viejo algún tipo de pertenencia al radicalismo', cuenta en diálogo con Cuatro Palabras y recuerda que 'a partir de ahí se abrió el desenlace del proceso militar y todo el mundo se comprometió. Era raro el que no se afiliaba a un partido político'. 

Desde allí se involucró activamente en la militancia partidaria: participó en la formación del centro de estudiantes del Colegio Nacional, y de distintas campañas y actos que configuraban el retorno de la democracia. Durante su estancia en la ciudad de Buenos Aires, donde estudió Derecho, fue uno de los fundadores del centro de estudiantes de Chacabuco junto con referentes de otros espacios, como Julián Domínguez, o los hermanos Pantoni.  Luego se recibió y volvió a la ciudad, donde comenzó un largo recorrido de liderazgo y poder. 

 

-¿Cuándo llega tu primera interna?

-En el año 1990 ya hicimos la primera interna para la lista de concejales, éramos un grupo de jóvenes que empezamos a hinchar un poco las pelotas a los grandes porque queríamos espacio y no nos los daban. La única que nos apoyaba en ese momento era Mirta Cervino y la pudimos ganar. Entonces encabecé la lista de concejales. Tenía veintiséis años, me tocó presidir el bloque. Era duro, nadie quería que yo presidiera porque eran más grandes, estaba Horacio Recalde, Mirta Cervino, Abel Pavesa, Norma Gil. Por esa irresponsabilidad de la juventud y lo impulsivo dije 'yo encabecé la lista, yo presido el bloque'. El Intendente era Francolino, teníamos buena relación, pero yo era duro en los conceptos, iba muy al choque, muy al frente, mucha denuncia.  Pero me sirvió para encabezar la lista de senadores con treinta años, tenía el apoyo del Vasco (Abel) Miguel, que era un dirigente muy prestigioso, varias veces intendente de Junín. Estaban buscando renovación, que hubiera gente joven y me impulsaron. Yo no tenía mucha trayectoria, pero me tocó. 

Después con La Alianza, me tocó hacer campaña con Alfonsín, conocerlo muy de cerca, y convivir porque viajábamos por la Cuarta en el mismo auto. Después se bajó de la lista para dejar lugares. Y a partir de ahí seguí en el Senado y terminé en el Directorio del Banco Provincia. 

 

-¿Y cómo fue tu vínculo con Osvaldo Rodrigo a lo largo del tiempo?

-Siempre fue una relación de respeto, pero no fue una buena relación. Desde el inicio no me daba lugar por el hecho de tener el mismo apellido y para que no entiendan que estaba beneficiando a su sobrino. Eso en algún momento lo entendí pero después me empezó a calentar porque como que nunca podía ser. En la mayor parte de nuestra vida interna, en el partido, estuvimos enfrentados. Yo pertenecía a La Coordinadora y él a otro espacio. Siempre con respeto y reconocimiento de saber que fue una figura emblemática en Chacabuco, que representaba el retorno de la democracia, el primer intendente radical después de tantos años de dictadura. 

Me tocó en lo político y también en lo profesional esa distancia. Tuve que armar mi estudio jurídico, abrir mi propio camino. Cosa que me gustó y me sirvió, porque en definitiva era muy evidente que yo no crecí bajo el ala de él. 

Tal vez uno era joven y pateaba puertas para tener ciertos espacios y a los que eran grandes les molestaba porque sentían que uno los dejaba de lado cuando hablaba de renovación. Me tocó vivirlo, y es duro. Uno cree que tiene para aportar y vienen otros pateando puertas para ocupar espacios. En definitiva, tuve mucha admiración de chico pero después transitamos caminos distintos. 

 

-Fuiste concejal, senador, candidato a Intendente, director del BAPRO, ¿dónde te sentiste más cómodo y qué cambiarías -si pudieras- de todo ese recorrido?

-Ser concejal es muy lindo porque tenés un contacto con la gente que vas perdiendo. No me tocó ser Intendente, que me imagino que debe ser el lugar en el que mayor contacto tenés. Algo de eso viví en la campaña cuando fui candidato. La gente ve que sos el que puede resolver las cosas. 

Y vinculado a lo que está pasando, lo que estamos viviendo, creo que la política en determinados lugares como en la legislatura se va alejando de la gente, son espacios donde se va disputando poder, donde la dirigencia discute más cómo va a ser para ganar la próxima elección, cómo va a hacer para seguir estando en ese lugar, quién va a integrar las listas, que los problemas de la gente. Si bien se discuten leyes importantes, es más el tiempo que se dedica a ver cómo mantenerse. Y el Banco fue totalmente distinto, ahí sí me conecté con la realidad de la gente, de los empresarios. Ves quiénes y por qué toman créditos personales, estuve en la comisión de sumario, de lavado de activos y hoy trabajo de eso. Pasé a tener mucho más contacto con la vida diaria de la gente que en la legislatura, que te aleja de la realidad. Es una burbuja de legisladores, asesores, se habla de política pero no de la que cambia la realidad sino la que sostiene un esquema. Mucho de eso tiene que ver con la realidad del país, que llegue a la presidencia un outsider habiendo sido panelista de televisión. Porque la gente se da cuenta de que los políticos están interesados en sus cuestiones. 

 

-En algún momento decidiste no avanzar en una construcción territorial, ¿se dio naturalmente?

-Se fue dando. En su momento tratamos de cambiarle la cara al Concejo Deliberante, estudiamos el modelo Liverpool, cómo habían hecho los concejales de esa ciudad para acercarse a la gente. Empezamos a ir a los barrios, cosa que el radicalismo no hacía, era un partido de Comité. Cuando llegamos los barrios eran del peronismo y el centro, del radicalismo. Eso lo dimos vuelta. Armamos la Sociedad de Fomento 9 de Julio, el Rivadavia. Empezamos a tener contacto con mucha gente desde la función. Eso es lindo porque ves de cerca donde está la problemática, siempre con un ida y vuelta, cualquier problema que llegaba al Concejo teníamos que mostrar cómo lo habíamos resuelto o a quién se lo habíamos derivado. La verdad que estaba piola. 

Pero en un momento se abrió otro camino, viajé a Junín y me reuní con un juez federal y salimos con denuncias muy fuertes que nadie se animaba hacer, tenían que ver con la connivencia entre la política y la droga. Eso me acercó mucho al Vasco Miguel, que era el intendente de Junín, y me propuso la candidatura a senador. Eso me sacó de lo local. Tampoco estaba para decir que no en ese momento.  Cuando me tocó ser candidato a Intendente fue el peor momento del partido, se había ido De la Rua, el candidato había sido Leopoldo Moreau, que había sacado trescientos votos. Nosotros sacamos casi 8 mil, que recogí caminando Chacabuco dos veces tocando timbre casa por casa, el acompañamiento de la gente fue bárbaro. Pero mientras tanto con el corralito la gente tenía su plata encanutada dentro del banco, y cada vez que le decías soy radical, lo recordaba. Fue muy difícil. 

En el tiempo de La Alianza podría haber habido la posibilidad de una candidatura, pero evaluamos que Horacio Recalde estaba mejor. Cuando peleás tanto en el partido, es difícil ser prenda de unión. No todos los sectores te van a acompañar, cuando aparece otro que no peleó tanto y tiene militancia política, genera consensos, lo acompañamos todos. Lo mismo pasó con Aiola, venía de afuera, se decidió que fuera él porque no tenía tanta pelea interna. Después se terminan contaminando igual en el juego de la política. 

No se dio eso, pero se dieron otras cosas. Estoy agradecido de todo lo que me dio la política. Contento de la carrera que hice desde el lugar que empecé. Tampoco peleé, acepté lo que se fue dando. 

 

-El radicalismo viene sufriendo un proceso de atomización, ¿cómo lo ves?

-Sí, no creo que sea exclusivo del radicalismo, le está pasando a los partidos tradicionales. Hubo una implosión a una forma de hacer política. Algo que murió, queda ver si se puede volver a construir. Creo que los principios que representa el radicalismo están más vigentes que nunca, y a medida que transcurre el gobierno de Milei van a estar más vigentes que nunca, la defensa de la universidad pública, la presencia del estado, la igualdad. Volvemos a la discusión del conservadurismo y los radicales de principios de 1900. 

De todos modos, es probable que se rompa el radicalismo de acá en adelante. No es gratis votar en contra de los jubilados, faltar a una sesión en la que se vota la financiación universitaria. Los diputados que quieren estar con Milei tendrán que irse del partido, y si el partido decide estar con Milei, habrá un montón que dejaremos de estar en el partido para estar en otro lugar. No hay compatibilidad ideológica con un gobierno que quiera desarmar el Estado, el radicalismo tiene la concepción de que el estado garantice la igualdad de la sociedad. 

 

-Se disputaron elecciones internas en el Comité provincia, la Junta Electoral dio ganador al candidato del oficialismo, desde Evolucion y otros espacios como el que conduce Federico Storani van a ir a la Justicia Electoral, ¿qué evaluación hacés?, ¿con qué posturas te alineás?

-De entrada, los que conocemos el partido sabíamos que cualquiera fuera el resultado iba a terminar en la Justicia Electoral. No se entiende muy bien el sentido de la interna en principio. Vislumbro que detrás de está interna están las cuestiones de fondo, y esto sí es importante. Más allá de lo que diga la Justicia Electoral, hay una discusión muy profunda en el radicalismo de hacia dónde vamos. Y creo que está el gorilismo y el anti-mileísmo. Así se resume. Yo entiendo que no es así. Pero el que defiende estar con Milei es para que no vuelva Cristina y el que dice que no podemos estar nunca con Milei es porque mira los principios del radicalismo y se siente parte de un partido de centro-izquierda más ligado a lo que fue Alfonsín en su momento. En este dilema que nos pone la historia del país, es muy difícil convivir. Creo que en el fondo la interna tiene que ver con eso, sobre todo porque sé lo que piensa Freddy, porque sé cómo se ha posicionado Evolución en la Cámara, y qué piensan los dirigentes de la provincia, y un poco lo que ha hecho Lousteau (Martín) en el Senado. 

Creo que la interna no tiene tanto que ver con quién maneja el Comité Provincia sino hacia dónde se dirige el partido. Tal vez lo tenga que decidir la Convención. No sé si todos lo van a aceptar, porque es difícil aceptar que quieras estar con Milei y te lleven en alianza con sectores contrarios o al revés. 

 

-¿Por qué la UCR perdió el gobierno de Chacabuco?

-Si mirás las elecciones de Chacabuco han sido coincidentes con lo que se votó a nivel nacional. Creo que hubo una sola elección donde esa lógica se rompió, la de Mario Lalla, cuando Cafiero ganó la provincia. 

 

-También Víctor Aiola en el 2019…

-Sí, también. No recuerdo el resultado, pero es muy difícil. Yo durante la segunda gestión de Víctor no estuve cercano a él. La conformación del gabinete, la relación que tenía con la gente, hubo muchas cosas que se fueron perdiendo y el mismo desgaste de la gestión. Por algo son ocho años y te dicen que no deberías seguir. Tal vez el candidato debió haber sido Víctor y el resultado hubiera sido distinto. Tampoco estuve muy cerca de la campaña de Alejo (Pérez), ya había rispideces internas, otros sectores querían ser. Cuando no van todos unidos y tiran del mismo carro es difícil. Por otra parte estaba Darío (Golía), que era subirse al ring con un peso pesado, hay que poner en el ring a alguien de las mismas características. Darío estaba preparado para ser intendente y venía trabajando desde hacía dos años esa candidatura. 

 

-¿Cómo afecta a lo político y partidario tener senadores que atraviesan un segundo mandato sin haber tenido un recorrido de militancia territorial, y sin la representatividad que se gana con los votos propios como es el caso, por ejemplo, de Agustín Máspoli?

-Fue muy cercano a Víctor en el comienzo de la gestión. La conformación de las legislaturas han ido variando. Antes un legislador tenía más peso seccional que el Intendente, y después los legisladores pasaron a ser puestos por los intendentes, o referentes de ellos. Entiendo que la llegada de Agustín tuvo que ver con su vinculación a la gestión. Después se ha ganado un espacio él, desde su rol, manejo del presupuesto, vinculación con los intendentes desde ese lugar. Todos los que llegan a esos lugares merecen algún tipo de reconocimiento porque no es fácil, sobre todo en ciudades chicas como la nuestra. 

Sin criticarlo personalmente, ha habido un divorcio entre la dirigencia política y la sociedad cada vez más grande. A veces no se acercan, y a veces la gente no quiere que se acerquen mucho. Con más de un cincuenta por ciento de pobreza y otro tanto de indigencia, con un país paralizado, la gente al primero que mira y tiene ganas de putear es al dirigente político. Es difícil moverse en ese esquema. No sé cómo es su relación con la gente de Chacabuco, pero me imagino que no debe ser fácil. 

 

-¿Qué es lo que más te preocupa de esta coyuntura?

-El gobierno nacional llega como respuesta a todo lo mal que hizo la dirigencia política en su conjunto. Seguramente la cuestión del déficit y la no emisión sea correcta. Cualquier gobierno tiene que tener superávit. Pero hacia dónde quieren llevar el país, estoy totalmente en contra. El ajuste no lo pueden hacer con los jubilados, con la educación pública. Proponen el desguace del Estado, y para mí es totalmente lo contrario. Sé que hay muchos que nacen con desigualdades y el Estado hace que al final de la carrera esas desigualdades desaparezcan. No es lo mismo mi hijo que va a una escuela privada, y que seguramente cuando salga tendrá la posibilidad de elegir ir a la facultad o no, que un nene que va a la escuela pública y no sabe si la va a terminar, mucho menos si le cierran la universidad. Esto me da miedo. Esas posturas liberales extremas que no existen en ningún país del mundo, dan miedo. Va a quedar un país para muy pocos. 

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