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Bajo los números estadísticos

03/06/2025
Bajo los números estadísticos

contratapa / Por Marcelo Chata García 

Los sondeos nacionales muestran todavía una imagen robusta del presidente.  Aun cuando las rutas se deterioran frente a la falta de obra pública; del conflicto en el Garrahan, la represión a los jubilados y la desatención a personas con discapacidad; incluso frente al cierre de fábricas y la caída del consumo; del desfinanciamiento de las universidades públicas y los institutos de investigación.  Eso por no hablar de los ataques al periodismo crítico, un estilo soez indecoroso para la investidura, la continua humillación a los a radicales y al Pro, y el desprecio a artistas.  Ni siquiera su imagen parece recibir el impacto de no haber ajustado la política, abrir los cargos públicos a familiares y partidarios, y la estafa de la criptomoneda.

La última encuesta sobre Expectativas y Humor Social de los Chacabuquenses, realizada durante el mes de mayo por el Observatorio de Datos Locales de UTN Aula Chacabuco, muestra un complejo de datos que a primera vista pueden resultar contradictorios: el 74% sostiene estar feliz con su vida.  La mayoría de los jóvenes tienen expectativas positivas, aunque son el sector que muestra más problemas para conseguir empleo.  Aumentó la calificación de cómo va el país, mayormente en el grupo de 35 a 49, mismo grupo que se muestra más pesimista con respecto al futuro.  También aumentó la preocupación por problemas económicos, junto con el de la delincuencia. Como sostiene en sus conclusiones la Socióloga Florencia Bazzola, responsable del Observatorio: 'Se observa una ciudadanía mayormente satisfecha con sus condiciones de vida locales, pero que manifiesta tensiones e incertidumbres en torno al plano nacional y político'.

Esperanzas y temores entramados.  Lo importante es encontrar la interpretación que ofrezca una lógica coherente. Debajo de los números estadísticos se esconden claves de nuestra época.  Auscultarlos es más impreciso, significa forjar los números, arriesgar hipótesis, mirarlos desde perspectivas históricas más amplias. Está claro que la caída de los índices de inflación da un horizonte de previsibilidad no sólo para los negocios, sino también para los sectores populares.  Sin embargo, los índices se han mantenido en los niveles que tenía Martín Guzmán.

Quizá tenga razón Lilita Carrió que dijo que a un dólar barato no hay con qué darle.  Es tiempo de viajes al exterior, compra de artículos importados y de aprovechar para operaciones con dólares no declarados.  Se está adentro de esa oportunidad o se quiere estar; el peso argentino fuerte abre posibilidades de disfrute reprimidas cuando el dólar era lo que se tenía a mano para resguardar los ahorros y se temía gastarlos antes de que subiera.  El dólar es nuestro fetiche.  Slavoj Zizek nos recuerda que 'los fetichistas se sienten satisfechos con su fetiche, no sienten ninguna necesidad de deshacerse de él' (Hipocresía, Godot, 2023, p. 15).  Poco importa que digamos que el problema no es el dólar sino generar una Argentina más productiva y con mejor distribución.

No es nuevo ese bienestar. Los Argentinos le hemos dado distintos nombres: plata dulce, deme dos, fiesta menemista; y se remonta a ministros de economía que han quedado en la historia: Celestino Rodríguez, Martínez de Hoz, Domingo Cavallo.  El 'dólar bajo' siempre ha tenido un costo enorme, ha corroído los cimientos de la economía nacional porque desalienta la exportación y la producción nacional.  Se mantiene sobre la base de préstamos internacionales y capitales especulativos, una base muy endeble que de un día para el otro toma el camino inverso sin dejar nuevas industrias.  El gobierno tampoco cree ni ejecuta ninguna política de promoción de la producción, de articulación vertical de la industria mediante el fomento de la tecnología nacional; simplemente aspira a emprendimientos privados.

El sector financiero blinda sus negocios; el riesgo deberán correrlo otros.  Ni siquiera el Ministro de Economía trae sus capitales al país. Ya que están con lo de Ficha Limpia, deberían sacar una ley que limite la cantidad de patrimonio dolarizado y, más aún, colocados en el exterior, de los altos funcionarios de los tres poderes y niveles jurisdiccionales.  Así, si todo se va al demonio, sufren las consecuencias de sus políticas como todos nosotros, en lugar de ver aumentar su capital con cada crisis mientras nos miran decepcionados porque otra vez no lo hemos logrado.

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