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Camino a Buenos Aires, el nacimiento de una localidad

24/07/2024
Camino a Buenos Aires, el nacimiento de una localidad

Mientras algunas localidades languidecen, por el fallecimiento de sus últimos habitantes, otras resurgen, por la llegada de nuevos pobladores, y otras están naciendo. Entre estas últimas se encuentra Villa San Alberto, un pequeño pueblo que se está formando que quien viaja desde Chacabuco a Buenos Aires puede ver, a la vera de la ruta 7, unos 10 kilómetros antes de llegar a San Andrés de Giles.

El nacimiento de esta nueva etapa de San Alberto fue casi por casualidad. Esta historia comenzó en 2007 y tiene como protagonistas a Vanesa Cappelletti y Loris Giazzon. La pareja vivía en Laferrere, partido de La Matanza, donde Loris se ganaba la vida trabajando como remisero. En ese momento, la familia tenía dos hijos -Camila, de 5 años, y Santiago, de unos pocos meses- y viajaban seguido por el interior, ya que participaban en ferias de artesanos.

Un sábado de esos Lorey viajó solo a Carmen de Areco y a la ida, pasando Giles, vio una casa antigua, en el medio del campo, que tenía colocado el cartel de venta. A la vuelta paró y habló con la familia que vivía ahí, y quedó en que iba a regresar con su esposa, y si a ella le gustaba de alguna forma iba a comprar la propiedad.

A Vanesa la idea y la casa le gustaron, por lo que, con su marido, vendieron todo lo que tenían y acordaron con los dueños un plan de pago en cuotas. Ya instalados, comenzaron con las refacciones e instalaron un modesto restaurante.

La vieja casona estaba rodeada de campo. Sólo había una escuelita cerca y una pequeña construcción de material, todo dentro de un predio de unas 8 hectáreas. Mientras tanto, la pareja seguía entusiasmada y sentía que necesitaba ampliar sus instalaciones, para sumarle al restaurante un lugar en el que ofrecer sus artesanías criollas, además de contar con un pedacito de campo. Por eso, surgió la idea de comprar las tierras vecinas. Así que comenzaron a averiguar a quién le pertenecían, y se enteraron que sus dueños eran de San Martín. Durante una primera charla, los propietarios no tenían interés en vender, pero luego aflojaron y aceptaron cobrar en cuotas.

Cuando Lorey y Vanesa iban a pagar la última cuota y debían recibir la escritura, se llevaron una sorpresa que alteró sus planes. Es que uno de los dueños abrió un plano del predio de 8 hectáreas y lo que allí figuraba era como el bosquejo de una localidad, con más de 90 lotes y 10 manzanas marcados, también las calles y hasta una plaza.

En ese momento se enteraron que el abuelo de los vendedores había sido un hombre llamado Alberto Espil, que allá por la década del '40 del siglo pasado concibió la idea de que en ese lugar hubiera una localidad. Por ello, se había ocupado de subdividir los terrenos, levantó el edificio de la escuela rural y donó el terreno para que se hiciera una capilla que hoy puede verse al borde de la ruta. Así fue cómo Villa San Alberto nació en 1942 como proyecto, aunque nunca existió.

En declaraciones realizadas a Postales de Provincia-Infobrisas, Vanesa expresó que con su marido se preguntaron cómo podían refundar un pueblo. 'Fuimos a hablar con el intendente de San Andrés de Giles y le preguntamos si nos ayudaría a llevar a cabo nuestro sueño, porque en realidad se había convertido en un sueño. Empezamos a aventurarnos en todo ese tema, a averiguar, a preguntar. Logramos que el intendente abra las calles, pero había otro problema: ahí no había luz. Los terrenos tenían cada uno su escritura, o sea, ya estaba todo hecho, sólo que no se pobló nunca, así que había que buscar vecinos', declaró.

La existencia de lotes en venta para habitar un pueblo corrió primero de boca en boca por Giles. Luego se sumó una inmobiliaria. Así, la primera en comprar un terreno fue la familia Sechi, que llegó de Buenos Aires, aunque tenía ancestros en la zona.

'Ellos fueron nuestros primeros vecinos aventureros, gente que estaba buscando la tranquilidad, el mismo sueño de nosotros, de poder ver a nuestros hijos crecer libres sin ponerle horarios ni poner rejas', expresó Vanesa.

Todo fue bien en los años siguientes, pero en abril de 2019 la tragedia golpeó las puertas de Villa San Alberto, pues Lorey murió de un ataque cardíaco, con sólo 48 años.

A pesar del dolor, su esposa decidió seguir adelante con el sueño, y a la par de la llegada de la luz eléctrica y otros servicios, continuó con la venta de lotes. En ese marco, la pandemia le dio un espaldarazo al crecimiento del naciente pueblo.

'Hasta 2020 aquí vivía una sola familia, pero en el transcurso de la pandemia comenzó a radicarse gente en San Alberto. Hoy hay siete familias viviendo todo el año y después hay otras veintialgo que vienen los fines de semana. La mayoría lo tiene como un lugar de descanso, de recreo, de naturaleza', contó Vanesa.

Poco a poco, el pequeño pueblo comenzó a tomar forma y a organizarse. Hoy tienen conformada una asociación de vecinos en la que se tratan los temas en común y se toman las decisiones. Por ejemplo, se pusieron de acuerdo para ponerle nombre a las calles, cuyas denominaciones tienen que ver con lo que significó instalarse en San Alberto. Así, están las calles La Esperanza, La Perseverancia, La Porfiada, La Soñada y La Confianza. La plaza, en tanto, se llama Soldado Maciel, en homenaje a un excombatiente nacido en esa zona que estudió en la escuela primaria ubicada en la hoy localidad.

Hoy el restaurante que la familia abrió allá por 2008, situado en el km 114 de la ruta 7, está alquilado y se ha convertido en un concurrido lugar de reunión en el que en muchos fines de semana se realizan encuentros de motociclistas y autos antiguos, y shows. Para Vanesa Cappelletti, en cada lugar de Villa San Alberto está la memoria de su fallecido esposo: 'En cada planta de la plaza está él, nosotros y las familias que hoy viven aquí. Por todos lados él está siempre presente, en donde mires, porque siempre hacía de todo, y cuando no estaba en la plaza estaba cambiando un foco, y si no acomodando las calles', afirmó.

 

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