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Cientos de miles

13/06/2024
Cientos de miles

Por Martina Dentella 

 

Mientras en el congreso se discute una ley que entrega facultades extraordinarias a un presidente que asegura ser Terminator, que instaura una política de saqueo, de transferencia de riqueza a los sectores poderosos y de pauperización del pueblo, ella está encerrada. Sola. Quiere gritar pero no puede. Entonces le falta el aire. No puede avanzar hacia la cocina donde dejó el teléfono y llamar a su padre. No puede hacer los siete pasos para pedir auxilio. Su sentencia de muerte está escrita en el tratamiento oncológico que acaban de cortar. En el Hospital explican que no están llegando las drogas. No puede pagarlas. Mientras se toca el pulso acelerado de la muñeca confirma que no tiene a nadie a quién pedir. 

A más de mil kilómetros, un hombre mira el paisaje. Anduvo toda su vida al lado del agua. El mar, y el río. El agua es de la vida y para la vida, repite, y la defiende en esos términos. Tuvo la suerte de crecer, a lo largo de su vida, en ambientes naturales. En la Patagonia, en la zona de los acantilados. Pero siempre ha estado vinculado con el agua. 'Es mi elemento', dice. 

'Todo conlleva responsabilidades, porque hay un proceso de destrucción de la naturaleza, que es más acelerado que el tiempo y el espacio que se necesita para recuperarse', dice. Sabe que hoy el agua se cambia por petróleo, que ese proceso es irreversible, y que esta ley empeora todo. 

Detrás de un escritorio, una mujer termina su jornada laboral. Ve la fórmica del mueble quebrarse, y se ensombrece en su rutina después de treinta años. Apenas termine de trabajar irá al Congreso. Si se aprueba la ley sabe que no va a jubilarse. No pronto. No como tanto lo esperó. 

A ella le costó años, golpes y frío denunciar. Se animó cuando otras pudieron antes que ella. Y a partir de ahí empujó a otras a hacerlo. Porque es liberador, porque sana, porque es justo. Hoy lee que la línea 144 que la salvó ya no existe. Sabe que las víctimas no están en condiciones de hacerlo solas. Que el Estado tiene que tender un puente, luego localizarlas, y darles abrigo. 

Él entró a trabajar en la empresa hace dos años. Al principio le explicaron que era un período de prueba. Se amoldó, los compañeros le jugaron bien: se hizo un lugar. Pasados los tres meses lo llamaron. 'La cosa está jodida y no podemos contratar', le explicaron quién y cómo lo iba a asistir para ser monotributista. La promesa era que todo iba a cambiar. Mira la televisión, escucha al presidente y sabe que ya no será.  

El dueño de la PyME no duerme mejor. Leyó la letra chica. Tuvo que recortar gastos. Achicar la producción. Sabe que sin ninguna exigencia, y con excesivos beneficios tributarios y cambiarios durante 30 años, empresas de afuera se podrán radicar en el país. Ya no será competitivo. Todo se desvanece. 

Los legisladores saben que ni Dios los perdona. Las decisiones políticas impactan en la vida de todos: para mal de las mayorías. Los hombres y mujeres corrientes, a su manera, presentarán una resistencia ante la adversidad cuando ya no quede nada que perder. Solo que no saben -todavía- que son cientos, miles, millones.

 

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