Con sentido de pertenencia

CONTRATAPA / Por Marcelo Chata García
La casilla llena de mails de estudiantes y tesistas anuncia unas cuantas tardes de lectura de monografías, trabajos prácticos e informes técnicos. Es domingo; afuera el sol de otoño invita a pasear y hasta se anunció un desfile de bomberos. No podrá ser. Solemos callarlo: corregir es de las actividades que menos nos agrada a los docentes. Es invisible. Son horas y horas dedicadas a leer y revisar la producción de nuestros estudiantes que no se contemplan cuando se habla de la labor docente. El armado de las clases lo podés amortizar, porque si funciona en algún otro momento repetirás la experiencia. Pero corregir es encontrar siempre un material nuevo, porque ningún grupo se repite.
'Corregir' ya es un término horrible. Como si se tratara meramente de marcar errores. 'Evaluar', 'calificar' siguen siendo antipáticas y no nos hacen honor. Aun así, son el eco a cualquier situación de examen y ya predisponen mal a todo el mundo. Cuando lográs correr el foco de esos sonidos, conseguís que surja en cada estudiante su proceso de crecimiento intelectual, su producción personal, la singular forma de resolver los problemas, la búsqueda de su estilo profesional.
Ahora bien, eso requiere que le des a cada quien su devolución individual, que le dediques el tiempo suficiente para seguir su proceso y entender qué precisa: alentarlo, explicarle de nuevo, dejarlo que medite sus errores solo, enseñarle sus fortalezas o progresos? Ves también un reflejo de tus clases, eso nos llega a frustrar, pero no vale enojarse. A veces te das cuenta que precisan un acicate más fuerte, algo que vaya directo a su autoestima, a la postura de 'esto no me va a ganar a mí'. Toca ser desagradable. Pero eso es lo de menos. El gran problema es la potencia con la que vas a disparar a su amor propio. Porque la dosis puede hacer efecto, o puede ser letal.
Sócrates reconocía un fundamento de la acción humana que no podía reducirse ni al deseo ni a la razón. Lo llamaba thymos y lo asociaba al sentimiento de orgullo, ira y vergüenza; al valor que se da uno de sí mismo. Por lo tanto, una acción que cometamos en contra de esa imagen nos avergüenza o nos enoja con nosotros mismos. Ese sentimiento se pone en juego en el reconocimiento, por lo tanto se ve afectado cuando consideramos que el otro no nos juzga con la valía que nos damos. Los freudianos, de alguna manera, lo reformularon en el ideal del yo.
Si actuamos acorde al thymos, nos enorgullecemos. Cuando la institución encarna el thymos del sujeto, hay un reconocimiento recíproco de los valores, sella el sentido de pertenencia y refuerza los objetivos comunes de cada uno de los que pasan por la organización.
Nahuel estuvo enviándome mensajes durante todo el mes. Insistió en venir a dar una charla a los estudiantes de primero junto a Matías. Ambos están por recibirse en la Licenciatura en Organización Industrial y trabajan en la misma planta industrial, en Salto. Les falta sólo su proyecto final -la tesis- y están trabajando juntos en eso también. Quieren seguir ligados de alguna manera a la UTN Aula Chacabuco, participar, volcar su experiencia. La universidad les ha permitido abrirse paso en la gestión dentro de la empresa, alcanzar puestos interesantes y, supongo, entrever una buena proyección.
A ninguno de los dos les fue fácil la carrera; Matías incluso debía viajar todos los días desde Salto y muchas veces estuvo por abandonar. Con ninguno de los dos ahorré sarcasmos en mis devoluciones como docente, y el viernes, en la cátedra, me tiraron más que un tiro por elevación mientras disertaban sobre indicadores, procesos industriales y controles de calidad. Excelente.
Según la última encuesta del Observatorio de Datos Locales, la UTN tiene una imagen positiva del 74%. Existe una identificación que funciona en un sentido profundo, en generar sentido de pertenencia.Una construcción colectiva que excede el trabajo de docentes, no docentes y estudiantes, e incluye a todos aquellos que participan de curso y charlas, a empresas, dirigentes y vecinos. Mientras me quedo leyendo los trabajos de los alumnos, apuesto a que cada uno se sienta parte.
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