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CONTEMPLAR LO DESCONOCIDO

30/01/2025
CONTEMPLAR LO DESCONOCIDO

NUEVA COLUMNA / Por Juliana Chacón 

Hay algo en el verano que inquieta. Quizás sea por el calor aplastante, el aire vaporoso e irrespirable, la quietud de las horas infernales. 

Algunos personas igual tienen que ir y venir. Las arrastra el imperativo de la productividad laboral que no cesa y se vuelve por estos días fatigosa y su paga, devaluada. Los que contamos con el privilegio de vacaciones pagas dejamos que el verano haga su trabajo: despertamos cuando el calor empieza a subir para contemplar el ritmo natural de las cosas. Si tenemos aún más suerte, contactamos con la tierra, los árboles, las plantas, los insectos, los pájaros, el atardecer. Dormimos si la frescura de la noche lo permite. Evitamos el vértigo del calendario porque nunca estamos seguros de qué día es. Calculamos fechas de maneras ridículas, suponiendo que pasaron dos o tres días desde que hicimos algo por fuera de la quietud que nos propone el verano. Quizás podemos remojarnos en alguna pileta, quizás hacemos algún movimiento físico como para contrarrestar la vida sedentaria que llevamos en pos del trabajo. Y si logramos, en medio del sopor, leer algo (cualquier cosa) que no nos dé directivas, ni recetas, ni frases motivadoras, sino que ejerza sobre nosotros la misma suspensión del verano, entonces el extrañamiento comienza su trabajo: se lee todo. Y nos perdemos en esto. Mal o bien se lee. El libro, la mirada de los otros, el movimiento de los pájaros, el aleteo de las avispas, el jadeo de los perros, las patas de las moscas, las estrellas, la alineación de los planetas (que nunca sabemos a ciencia cierta señalar). Se lee hacia afuera y, a la manera de los espejos, se lee hacia adentro. 

Mientras los meses productivos corren, nada nos detiene. Vamos acumulando fotogramas que se pierden en la galería mental, así como perdemos fotos en el celular. Quedan pendientes visitas, conversaciones, abrazos, encuentros. El verano hace su efecto sobre el tiempo. Por más que intentemos distraernos con los temas más 'populares" de Spotify a todo volumen, los reels, los posteos masticados, reducidos, compactados de las noticias del país y del mundo, el verano extiende su red y nos pesca. Todos nos volvemos menos activos en Instagram, Facebook, TikTok, X. Nos aburren. Preferimos lo otro, la otredad, lo desconocido, lo que nos permite detenernos, repensar, revaluar, aventurarnos a nosotros mismos y a los otros. Entramos en el terreno indómito del tiempo y de la espera. Y esta es la tierra propicia para la mirada artística. Es el territorio de la atención, del estar alertas como un depredador a la caza.

Rebeca Solnit afirma que: 'La labor de los artistas es abrir puertas y dejar entrar las profecías, lo desconocido, lo extraño'. Y asegura que la cuestión es 'admitir que en el mundo existen algunos misterios esenciales' (Una guía sobre el arte de perderse, Fiordo, 2023).

En tiempos en los que el Chat GPT, la IA y los artificios (creados por hombres) podrían darnos respuesta a todo, resulta algo paradójica esta mirada, la de 'Dejar la puerta abierta a lo desconocido,' siguiendo las palabras de Solnit, 'la puerta que da a la oscuridad. Es de ahí de donde vienen las cosas más importantes, de donde venimos nosotros mismos y también a donde iremos'. Y agrega: 'Las cosas que deseamos son transformadoras, y no sabemos, o bien solo creemos que sabemos, qué hay del otro lado de esa transformación. El amor, la sabiduría, la gracia, la inspiración: ¿cómo emprender la búsqueda de cosas que, en cierto modo, tienen que ver con desplazar las fronteras del propio ser hacia territorios desconocidos, con convertirse en otra persona'.

Bárbara Alí, en Escribir la noche (Mandrágora Editora, 2023), dice: 'Verano infernal en la ciudad. Reduzco mis movimientos al mínimo como estrategia de supervivencia. Son las ocho de la noche y el cielo está rosado. Ninguna hoja se mueve. La quietud pesa en el corazón, es como si se llenara de agua. Salgo al balcón, me siento, apoyo mi espalda contra la pared. Hierve. ¿Cuánto tiempo quedan las huellas de la luz en la materialidad de las cosas? Miro el cielo y espero que me llegue la escritura, la escritura es mi único movimiento. La espero, como se espera a la noche que llegue el sueño.'

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