Dan el nombre de Haroldo Conti a una nueva especie de ave prehistórica en San Juan

Una campaña paleontológica de investigadores del CONICET fósiles de aves que vivieron hace siete millones de años en el Valle de Calingasta. Para denominar a una de ellas, decidieron reconocer al escritor de La balada del Álamo Carolina.
El territorio donde se ubica la provincia de San Juan supo ser una llanura baja salpicada de lagunas en la era cenozoica. En sus orillas se reunían grandes especies herbívoras y mamíferas y una diversidad de aves, como patos, gallaretas, garzas, flamencos, macáes y avocetas. Hoy esa zona se conoce como Valle de Calingasta y es un desierto repleto de fósiles que nos permiten conocer cómo fueron aquellas formas de vida.
Un trabajo conjunto de investigadores del CONICET acaba de recolectar en la localidad de Puchuzum restos fósiles de tres especies de aves hasta ahora nuncas descritas, que se estima que vivieron allí hace siete millones de años, a fines del mioceno. Se trata de una estudio desarrollado entre el Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales 'Bernardino Rivadavia', la Fundación Félix de Azara y la Universidad Nacional de San Juan.
'El hallazgo es doblemente valioso. Por un lado, porque casi no tenemos registro de aves de esa época en la región. Y por otro, porque estos restos nos permiten conocer cómo era un ecosistema hoy desaparecido', explicó el paleontólogo Federico Agnolin a la Agencia CTyS-UNLaM.
La primera especie fue bautizada Hunucornis huayanen, un pequeño macá buceador, similar a un pato. Su nombre proviene de Hunuc, una deidad protectora de los animales en la cosmogonía Huarpe. El segundo hallazgo es un pato emparentado con los cauquenes actuales, a la que decidieron nombrar como Zqueheanas hebe, en homenaje a la Madre de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini.
Y la tercera especie identificada es el Palaelodus haroldocontii, una pariente extinta de los flamencos actuales, pero con diferencias llamativas. Su pico era puntiagudo y no filtraba agua como los flamencos modernos, lo que indica que su dieta se basaba en insectos acuáticos, pequeños moluscos y otros invertebrados. Su nombre es un tributo a Haroldo Conti. El autor de 'La balada del álamo carolina' solía citar una frase del uruguayo Juan José Morosoli, 'la naturaleza anda y el hombre va detrás'. Sin dudas, es un gran homenaje al narrador chacabuquense, que describió como pocos la flora y la fauna de nuestro país.
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