Lunes . 28 Abril . 2025

Escucha en Vivo:

El mundo virtual apesta

15/08/2024
El mundo virtual apesta

Por Martina Dentella 

¿Por qué una receta casera genera tanta ira y división? ¿Qué papel juegan los líderes políticos y los medios de comunicación en la polarización de la sociedad?¿Hasta qué punto se normaliza la violencia en línea?

 

Sigo a través de Instagram a la cocinera Natalia Penchas. Es útil para la cocina por la diversidad de sus recetas, pero asumo que es parte del contenido estético, agradable y placentero al que uno se expone sin jamás probar replicarlo. Natalia Penchas, que poco tiene que ver con lo que quiero abordar, es una señora amorosa, naif, que comienza cada video con la frase: 'te vas a enamorar de esta receta'. Hace poco, mirando sus historias, ví que le habían cambiado las facciones, tenía el ceño fruncido. Estaba enojada. Un video sobre cómo hacer manteca casera se había transformado en una catarata de insultos y agravios. Por más inverosímil que suene, los argumentos en contra de su receta eran decenas: mejor comprar manteca lista, porque es más barato; imposible conseguir leche directa de la vaca; que mejor usar Ghee, que dura menos que la manteca comprada, etc. A los sucesivos mensajes respondió con una infinita paciencia, lamentaba que estuviéramos viviendo tiempos tan turbulentos y que la receta de una manteca generara tanta rabia. 

De todas las publicaciones que veo a diario, no pasó inadvertida. 

Hace algunas semanas empecé y terminé rápidamente Los reyes de la casa, de Delphine De Vigan, una escritora francesa de la que me declaro fan. El libro explora los peligros de la sobreexposición de los niños y niñas en las redes sociales, la explotación infantil y la búsqueda incesante de la imagen de una familia perfecta.

Mélanie Claux es una mujer obsesionada con mostrar una imagen cuidadosamente cuidada en las redes sociales. Esta fachada comienza a resquebrajarse cuando uno de sus hijos desaparece. La novela plantea interrogantes sobre los efectos a largo plazo de crecer bajo el ojo público y cómo esto puede afectar la identidad y el desarrollo. Es una novela verosímil, que invita a la reflexión sobre el impacto de las redes sociales en nuestras vidas. 

Pocas horas antes de escribir esta columna, miré la entrevista que los periodistas María O'donnell y Ernesto Tenembaum le hicieron a la -también- periodista Julia Mengolini. Tenembaum le pregunta por los insultos que recibe vía Twitter del presidente en función, Javier Milei, y del ejército de trolls 'comprados' por el Estado. 

'Me parece que Milei está en una, vos María sos más víctima de Milei que yo, la primera vez que me mencionó se la agarró con Diego Leuco, no hay ningún límite para Milei. Para hacerlo más genérico: para Santiago Caputo y sus huestes de trolls, si no estás con ellos en un ciento por ciento, estás en contra de ellos, Diego Leuco fue anti kirchnerista rabioso toda su vida. Milei está desenfrenado, y también está desenfrenado Santiago Caputo con estas armas nuevas con las que cuenta, con sus ejércitos de trolls, están sintiéndose súper poderosos con herramientas muy peligrosas, nosotros tenemos que cuidar nuestra salud mental con espacios como éste' le contestó Mengolini y agregó: 'La sociedad está siendo psicopateada con estos discursos contradictorios, la gente ya no sabe qué pensar sobre algunas cosas como la línea 144, ¿está bien o está mal?', y continuó: 'Tengo una distancia con Twitter, si mirara todas las menciones estaría loca, y Twitter empeoró muchísimo desde la adquisición de Elon Musk, tenía algunas herramientas para aminorar las fake news, y frenar tanta mierda, ya no las tiene, pero es probable que se caiga por su propio peso, se está estudiando que es el lenguaje que manejan las derechas en el mundo'. Tenembaum -que ya lo había hecho público en su programa matinal- insiste en que lo dejó solo para momentos específicos de trabajo, y Mengolini replica: 'Mi marido lo quiere dejar como quien tiene que dejar la cocaína'. 

Parecen hechos desconectados entre sí, pero insisto en pensar que no. Hace algún tiempo ví a un grupo de adolescentes, y luego supe que era una práctica común, hostigar a través de un grupo de Whatsapp a una de ellas. Estaba claro que hacían en red y virtualmente lo que nadie podía hacer a través del cuerpo: expulsar, recluir, asediar. El costo para la víctima fue alto, el costo social, creo, es irreproducible. 

Hace cuarenta y ocho horas La Nación tituló: 'Violencia digital: bajarse de las redes, una tendencia que crece' y luego amplía: 'un estudio desarrollado por el Centro de Investigación en Estadística Aplicada (Cinea) da cuenta de que el 50% de las personas consultadas declararon haber sufrido, al menos una vez, agresiones o acoso en el mundo digital'. 

La violencia digital existe, va desde el ciberacoso hasta los discursos de odio en las redes sociales, y afecta a personas de todas las edades y ámbitos. 

Las redes sociales pueden generar lazos, pero mal usadas amplifican las divisiones y dificultan el diálogo constructivo. Pero además, está en juego la salud mental. La exposición constante a la negatividad puede tener un impacto altísimo en nuestras emociones: ansiedad, depresión, trastornos del sueño.

El peligro, también, es que el miedo a ser atacado puede llevar a la autocensura y a la limitación de la libertad de expresión.

Ciento de nosotros tenemos qué decidir, si es que vamos a pasar tantas horas de nuestra vida allí, en qué mundo virtual queremos convivir, porque el que nos imponen apesta. 

 

feature-top