El pintor que pasó por Chacabuco y obtuvo mucho reconocimiento en Tandil

Si bien no se tienen muchos datos de él, se sabe que durante algunas décadas de la primera mitad del siglo pasado vivió en Chacabuco un pintor cuya obra fue muy reconocida en Tandil, la ciudad a la que se mudó, donde se le puso su nombre a una de las salas del Museo Municipal de Bellas Artes.
Su nombre era Antonio Fortunato y había nacido en Luján. Siendo muy joven llegó a Chacabuco, donde formó pareja y familia con la vecina María Marsiletti. Su primer acercamiento con el arte fue a través de la fotografía, la cual fue su medio de vida. Para ello, instaló su taller, primero, en la calle Primera Junta, y luego en la calle Padre Doglia, que en aquel entonces se llamaba Alvear. El negocio se encontraba en la primera cuadra de esa arteria, al lado de la secretaría parroquial, donde después estuvo durante décadas la casa de fotografías Marsiletti.
Familiares de Fortunato le contaron al profesor Oscar Melli que, en aquellos tiempos, Antonio solía recorrer frecuentemente las quintas y chacras que rodeaban a la ciudad y, junto con sus servicios profesionales, registraba con su cámara fotografías pintorescas de Chacabuco y sus alrededores, los cuales, escribió el historiador, 'el trabajo tesonero de sus habitantes habían convertido en lugares paradisíacos'.
De todos modos, sus inquietudes artísticas iban más allá de las fotos. De hecho, estando en Chacabuco conoció a su primer maestro de pintura, don Francisco Rossi Magliano, que lo orientó y estimuló en ese arte, y 'con amor y dedicación' -escribió Melli- 'lo llevó al dominio de la técnica pictórica'.
Por aquellos años, Fortunato también fue durante un tiempo concesionario de la sala del Cine Teatro Español. Luego, hacia 1935, realizó un extenso viaje por el centro y el sur de la provincia de Buenos Aires. En esa recorrida quedó encantado por los paisajes de Tandil, a tal punto que decidió instalarse con su familia en esa ciudad serrana. Como había hecho en Chacabuco, allí también abrió un taller de fotografía, al que le puso el nombre de Rembrandt, como muestra de su admiración por el pintor holandés.
En Tandil continuó dándole rienda suelta a su creatividad como pintor, lo que le permitió ganarse el reconocimiento de la comunidad artística de la ciudad. Además, en esos tiempos varias de sus obras fueron premiadas en certámenes regionales y nacionales.
Allá por los '60, durante una participación que tuvo en el Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires, el profesor Oscar Melli conoció a Homero Fortunato, uno de los hijos de Antonio, que en ese entonces era el director de Radio Tandil. Homero le comentó que allá por la década del 30 del siglo pasado, cuando aún estaba en Chacabuco, su padre también incursionó en política. Lo hizo a través del Partido Socialista, del que fue concejal en los tiempos en que otro representante de esa fuerza, Antonio Cánepa, resultó elegido intendente. Eran tiempos en que el radicalismo estaba proscripto.
Desde su banca del Concejo, Fortunato presentó numerosos proyectos. En uno de ellos se solicitaba elevar a 4 pesos el jornal de los obreros municipales.
El final del pintor y fotógrafo y de su esposa fue muy triste, pues murieron en un accidente automovilístico ocurrido en la zona de Carhué.
Allá por el año 1996, el área de Cultura de la Municipalidad de Chacabuco recibió la donación de un óleo realizado por Antonio Fortunato en 1965. La pintura se titula 'Paisaje con arco rojo' y fue cedida por uno de sus hijos, llamado Alcides Carlos.
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