Viernes . 30 Mayo . 2025

Escucha en Vivo:

El sacerdote que vivió en Rawson y es candidato a santo

28/08/2024
El sacerdote que vivió en Rawson y es candidato a santo

A partir de 1927, veinte años después de su inauguración, la iglesia de la Inmaculada Concepción de Rawson estuvo a cargo de sacerdotes de la Sociedad del Apostolado Católico, más conocidos como los padres palotinos, una orden religiosa de origen irlandés que tuvo gran presencia en la Argentina. Desde Irlanda, justamente, llegó en 1956 el padre Antonio Stakelum, que desde 1997 y hasta su fallecimiento, en 2006, residió en la localidad de nuestro partido y desde hace unos años está propuesto como candidato a la santidad.

El padre Stakelum nació el 31 de enero de 1930 en un pueblito llamado Holy Cross y en el seno de una familia católica que tuvo seis hijos. En aquellos tiempos, la sociedad irlandesa se encontraba profundamente dividida entre católicos y protestantes y en lucha contra el imperialismo inglés.

En un video en su memoria, titulado 'El burito del Señor', que era como el padre (que tenía dificultades para pronunciar la erre) se llamaba a sí mismo, se cuenta que desde muy joven Antonio tuvo el anhelo de ser sacerdote. Así fue que ingresó al seminario y su ordenación como cura se produjo el 17 de diciembre de 1955. Un año después, y por disposición de la orden de los palotinos, se embarcó hacia la Argentina.

Durante sus primeros tiempos en nuestro país, su labor pastoral se desarrolló en iglesias de Buenos Aires y sus alrededores. Por esos tiempos, los sacerdotes palotinos estaban congregados, principalmente, en la parroquia de San Patricio, situada en el barrio porteño de Belgrano, donde habitaban muchas personas de habla inglesa. Por esos años, el padre Stakelum se desempeñó en el Instituto Fahy de Moreno y desde 1966 cumplió funciones como párroco en la iglesia Nuestra Señora de Pompeya, situada en Castelar, partido de Morón. Durante ese ministerio, fundó la capilla Nuestra Señora de Fátima, que años después se convirtió en parroquia.

Los siguientes serían años turbulentos a nivel político y social en la Argentina y los palotinos no estaban ajenos a ellos. La máxima expresión del horror la vivieron a nivel personal en la madrugada del 4 de julio de 1976, cuando un grupo de personas armadas ingresó por la fuerza a la iglesia de San Patricio y asesinó a los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, y a los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Duffau, que era director del colegio de San Vicente Pallotti, y al párroco Alfredo Kelly, que era oriundo de Suipacha.

La Masacre de San Patricio, tal como se la llamó, causó una conmoción a nivel internacional, y especialmente en el seno de los palotinos. En diciembre de 1976, el movimiento envió a la Argentina al padre Cornelio Ryan, que meses después consiguió una entrevista con el general Reynaldo Bignone, que desde 1982 sería presidente de la Nación de facto, pero por aquel entonces era un alto mando del Ejército. La reunión se realizó porque Bignone era conocido en la parroquia de Castelar en la que estaba Stakelum.

'Me recibió en su despacho dejando su arma enfundada sobre el escritorio. Le pregunté sobre los agentes de la muerte que habían entrado a San Patricio. 'Padre Ryan -me dijo-, no sé nada, pero aun cuando lo supiera tampoco lo contaría jamás", relató el sacerdote lo que le dijo Bignone en aquel encuentro, en el que también le hizo una recomendación sobre el padre Stakelum. 'Me dijo después que debía recomendar al padre Antonio Stakelum que cambiara el tono de sus homilías. Los sermones de él desde el altar de Castelar eran de fuego, hablaba de los apremios ilegales, de las desapariciones', recordó.

En el video mencionado se señala que en los años siguientes a la masacre de San Patricio el padre Antonio cayó en una gran depresión, la que 'lo llevó a perderse en los abismos del alcoholismo'. Su salida de la adicción se dio a través de la renovación carismática católica y en varios pasos. El principal de ellos, se afirma, lo dio cuando, en un retiro, conoció a una hermana franciscana llamada Briege MkKenna. Para Stakelum, se trató de una 'gracia de sanación', a la cual se sumó luego una 'gracia de carismas'. A partir de allí, comenzaron a registrarse testimonios de personas que afirmaban que durante las confesiones, o en las misas del sacerdote, algunas de las cuales duraban hasta tres horas, habían sido sanadas físicamente.

En 1987, el padre se hizo cargo de la parroquia San Patricio de Mercedes. El nuevo destino le permitió realizar misas de sanación en diversas ciudades y pueblos de la órbita de la Arquidiócesis Mercedes-Luján. Allí estuvo hasta 1997, cuando se produjo su llegada a Rawson, para asumir como párroco en la iglesia Nuestra Inmaculada Concepción de la localidad, a la que se sumó la iglesia Nuestra Señora de Lourdes de Castilla.

Poco antes de llegar a Rawson, Stakelum fue artífice de la compra en esa localidad de una casa en la que había funcionado un colegio de la orden de las Hermanas de la Misericordia de Irlanda. En ese edificio se inauguró, el 26 de junio de 1996, la Casa de Retiro y Formación Espiritual, que luego tomó el nombre de Renovación Carismática Católica 'Santa Ana'. En la casa se realizaron durante años retiros de sanación a los que llegaban fieles de distintos puntos del país.

El 17 de diciembre de 2005 Stakelum recibió en Rawson a sacerdotes palotinos y carismáticos para celebrar con ellos y la comunidad sus 50 años como cura.

El sacerdote estuvo al frente de la iglesia de la localidad y de la casa durante casi una década, y sólo se alejaba de sus funciones para realizar viajes de corta duración a Irlanda. El último de esos viajes lo hizo en octubre de 2006 y Antonio sabía que estaba cerca el final. 'Vuelvo a morir entre ustedes. He sido muy feliz aquí, he hecho algo por el Señor', escribió en una carta dirigida a sus amigos irlandeses, quienes lo acompañaron en sus últimos meses. La vida de Antonio Stakelum se apagó el 24 de diciembre de ese año. Tiempo después, su cuerpo regresó a la Argentina y hoy descansa en su querida parroquia de Fátima de Castelar.

Poco después de su muerte, se inició un movimiento de fieles católicos que solicita la santificación del recordado sacerdote. Para ello, ya han iniciado las gestiones pertinentes, mientras continúan recabando testimonios de fieles que aseguran que la intercesión del cura les ha permitido sanarse de diversas enfermedades, algunas de ellas muy delicadas.

 

feature-top