Ensayo de la crueldad

Todos sabemos que la crueldad existe, que está ahí, expectante, agazapada, como esperando una revancha.Una crueldad que se repite, individual o que se asocia colectivamente en el momento propicio, a veces largamente esperada por daños sufridos en la infancia o por abandonos o infortunios en otras etapas de la vida, porque la crueldad no es una causa, es un efecto.
En sus primeros pasos la maldad se comete pero se oculta, se la disimula, se la disfraza, encuentra excusas, trata de no hacerse visible, es mal vista.Porque en esas instancias, generalmente es personal, y en la oscuridad de ese ser va madurando esa masturbación individual hacia distintas salidas posibles, deformaciones de un desencuentro consigo mismo.A veces se consume en infiernos propios, inestables, y en su cara más ingrata hacia los demás, que puede avanzar atacando tanto a un animal como o a otros seres de su misma especie, encuentra como motor de sus desfortunios su cauce en la crueldad.
Cuando estalla la crueldad nunca decrece, es oportunista, busca aliados, se repliega sólo por conveniencia, y en cuanto puede intenta propagar su propio infierno. Se desata en odios. La ejerce hasta con exasperación.
La crueldad individual encuentra límites en algún momento, no se los auto impone, se los impone la sociedad, la obligada convivencia o se encierra en claustros oscuros a lamentar su impotencia.Pero sigue viva.Contagia como una peste, se repliega si aparece una vacuna, pero siempre deja sembrado algún germen, alguna bacteria.
Necesita poder, necesita apoyos, encontrar una causa que la justifique o inventarse alguna. Y entonces nace la crueldad colectiva, que crece en la medida que los demás se lo permitan, que vá midiendo sus efectos ,que los minimiza en sus explicaciones, que compra voluntades que la expliquen más diplomáticamente, armas para hacerla más efectiva, disciplina para evitar desvíos ,una estrategia, una épica , alguna victoria y si es posible una gloria.
¿Dónde comienzan las guerras? ¿En el fabricante de armas? ¿En la disputa por una frontera? ¿En la política? ¿En los ejércitos? No. Comienza en el alma humana que no encuentra reconciliación con los demás, que no fue abastecida por distintos motivos de ternura, de gestos de encuentro, de amor en definitiva.
Se va haciendo un ensayo de la crueldad. Primero insulta, vocifera, descalifica. Luego lastima, hiere y hasta mata. Y todo lo hace en nombre del bien, de la libertad, de un futuro mejor, de una esperanza que nunca se alcanza.
Porque el odio avanza si no se lo detiene.
Porque el odio es fuerte. Ha sido alimentado tal vez durante décadas y ya cuando asomó su cara carente de toda empatía resulta difícil detenerlo, te aplasta con sus ironías, con sus secuaces,se ríe de sus éxitos macabros, te traslada sus miedos interiores y te los hace tuyos, se desembaraza de esa mochila que lleva en su interior y no quiere volver a cargarla. Ahora es tuya, te la mereces, yo ya sufrí sin decírselo a nadie, hacete cargo, yo tengo el poder. ¡Tú me lo diste!
Y cuando la crueldad avanza,toma los nombres más diversos, se va naturalizando,es una piedra al aire que no importa donde caiga, se multiplica aún en escenarios que nada tienen que ver con la política. La puedes encontrar en la calle, en un vecino, en un partido de fútbol, en una lectura, en el colectivo,en una discusión cualquiera, en una mirada.
Siempre te está mirando. No quiere que reacciones.
La crueldad tiene la cara innata de quien la introduce, la secuencia de quienes la practican a su estilo, el beneplácito de los que aplauden, la bendición de ciertos periodistas y el estruendoso ruido de una motosierra.Y tiene la contracara de los jubilados apaleados,de los universitarios desfinanciados,de los políticos opositores denunciados, de la censura acostumbrada, las cicatrices de las pymes y otra vez el beneplácito repetido de los que practican la bicicleta financiera y de los poderosos que se enriquecen. Y el pueblo es el que más la sufre.Como siempre.
La crueldad tiene mil caras y una sola cura.
El amor.
Jorge Ernesto Chari
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