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Es él solo

08/08/2024
Es él solo

Por Martina Dentella 

 

La deslegitimación recae en los dirigentes que no cumplen con los estándares políticos esperados por su electorado, no en las instituciones o políticas creadas para proteger a las mujeres. Ningún defensor de genocidas puede hacerse los rulos. Alberto Fernández solo representa la figura doble-vara del hombre patriarcal. 

 

Dejé de creer en Alberto Fernández un día en particular. No fue el día de la filtración de la foto de Olivos, fue apenas unos días después. 'El 14 de julio, día del cumpleaños de mi querida Fabiola, ella convocó a una reunión con sus amigos y a un brindis que no debió haberse hecho', dijo el entonces presidente.

Me pareció una canallada. Un acto cobarde, de mal gusto. No era un arrepentimiento honesto, sino la operación impúdica de tirar a los leones a su exmujer. 

Ese fue el inicio. Desde ese momento llegó el declive y una ola de acciones o inacciones que le fijaron distintos calificativos. Fue la caída estrepitosa de su imagen y la mirada de los otros. Todos. Todos aquellos que rápidamente y por tantísimos motivos dejamos de sentir representatividad. 

Pero por estas horas, quienes participaron activamente de los hachazos a las políticas contra la violencia de género, sus responsables indirectos y partidarios, se relamen en el supuesto capital político que deja esta tragedia para la vida de una mujer. Es una pelea simbólica. Piensan que 'ganan una batalla cultural', pero no se puede echar por la borda lo que está anclado: se puede recortar presupuesto pero no conciencia. 

Lo real es que gracias y solo gracias a las conquistas del movimiento de mujeres en numerosos ámbitos de la sociedad, Fabiola Yañez pudo hacer efectiva una denuncia que en otro contexto histórico podría haber sido casi imposible: ya sea porque la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) cuenta hoy con una oficina de Género; ya sea porque la sociedad entendió -y en hora buena no se discutió- que no se trataba de una cuestión de índole privada, sino de carácter público, porque pone en peligro la integridad de una mujer; o quizás porque una denuncia de esta índole sí se creyó transversalmente. 

Un sector hiper caracterizado de los medios de comunicación que arrojó la 'primicia', otro sector de la política gobernante o socia, de la Justicia, y quizás hasta el propio juez Ercolini pueden tener motivos para usar y avanzar contra lo que representa la última experiencia del peronismo, el fracaso. Visibilizar al máximo la ineptitud, la incompetencia. Lo hacen, no solo para arrinconar y sacar de la cancha a un sector opositor sino para correr la lupa del hambre que amenaza, del apoyo a genocidas, de las miles de mujeres expuestas a la violencia y la miseria. 

Los que quedan deslegitimados con este caso puntual son los hombres violentos de la política. No el Ministerio que se fundó durante la gestión de Fernández (y que impulsaron las mujeres) ni las políticas públicas creadas para luchar contra la violencia machista. 

La ultraderecha y sus cómplices van contra los feminismos, pero Alberto Fernandez hace tiempo y frío no nos representa. Como indica la periodista y escritora Sandra Russo, 'Que AF atraviese la paradoja de su conocida doble vara y se convierta en un ex presidente hipócrita además de un ex presidente que traicionó a su electorado, lo hunde. Él se hunde solo, no nos arrastra'. 

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