Estado presente

Pareciera que no es tan difícil encontrar una solución al grave problema del tránsito y en particular de las motocicletas que no se utilizan como un medio ágil del desplazamiento sino como un arma letal, capaz de producir daños irreparables o como mínimo de mantener en vilo a todo la población. Hace más de diez días que nuestra ciudad ha recuperado una calma que desde hacía una larga década no podíamos disfrutar. La decisión del Gobierno local de llevar adelante un trabajo conjunto entre organismos de seguridad y el apoyo de la justicia que libró más de dos docenas de allanamientos, fueron un golpe certero en un momento justo. No es la calma chicha, pero tampoco hay que pensar que hubo un repliegue definitivo de quienes no están dispuestos a aceptar las normas de convivencia dentro del imperio de la ley y el respeto por los derechos de todos. El trabajo realizado y los objetivos alcanzados deben ser tomados como un anclaje a partir del cual se pudo recuperar la autoestima del poder del estado para hacer frente a este flagelo y lograr objetivos concretos. El desafío de acá en más es continuar trabajando en la misma dirección para insistir con políticas de educación y prevención, sin abandonar las herramientas excepcionales que permitieron los resultados de los que hablamos al principio. Pero además, la decisión de llevar adelante esas medidas, también pueden ser precedentes ejemplificadores para encarar otras problemáticas de fondo que a veces nos acostumbramos a que no tienen remedio. Sin dudas que es con más Estado y no sin Estado.