La ley

BREVES

Los vertiginosos y compulsivos tiempos modernos nos enfrentan al gran desafío de la convivencia armónica en una sociedad con miradas cada vez más antagónicas . Y esto es así de tan simple y tan difícil, porque la raya que separa, a veces irreconciliablemente a unos y otros, encolumna heterogéneos sectores sociales, económicos, étnicos, religiosos, que a su vez se integran por grupos generacionales que también son muy heterogéneos. Lo que desde hace rato se intenta simplificar con la idea de 'la grieta', es  mucho más profundo. Tan lejano como las largas luchas intestinas previas al nacimiento del Estado Argentino, tal como más o menos lo conocemos hoy con su Constitución de 1853 y las reformas que se le introdujeron a lo largo de estos 171 años. Este comentario no tiene pretensiones de rigurosidad, mucho menos de academicidad, es solo un intento por poner en contexto las raíces de las extremas tensiones. En las últimas semanas, el Gobierno local asombró a propios y extraños cuando decidió dar un paso adelante en materia de tránsito y seguridad. Los más de 20 allanamientos y secuestros de decenas de motocicletas produjeron un efecto inmediato y deseado. Al menos por ahora, los minúsculos grupos de inadaptados debieron ceder ante el reclamo conjunto de la sociedad en aras de recuperar el uso del espacio público con menos riesgos a su integridad física. Está claro que fue solo un punto de partida, pero más allá de todo el camino que queda pendiente por recorrer, sienta un precedente que puede disparar imitaciones. Tal vez debamos volver al principio y la ley sea un ordenador de conductas y una válvula de escape para la paz social.