La mirada amorosa

Por Martina Dentella
Roto el hechizo del amor romántico, las nuevas generaciones construyen sus propios códigos de referencia para vincularse con otros y otras. Aunque está claro que el nuevo entramado no exime a las partes del dolor, y se fracasa insistentemente en esa búsqueda. En un programa de streaming, la One, Moria Casan, ícono sexual de su época, revela que al final el amor puede ser algo más sencillo, más vinculado a la amistad y la alegría de compartir sin prejuicios, sin turbulencias pero siempre con riesgos. Es importante, además, porque su pareja es un varón de una generación a la que se le ha negado la emoción, la sensibilidad, la ternura. Somos observadores de una conversación reflexiva, recíproca, con sentido, en la que la 'adultez extrema' da lugar al vértigo de la vida. Que da cuenta de que no es el amor la clave, no son los cuerpos, sino la mirada amorosa.
Hace algunos días Moria Casán entrevistó a su novio, Fernando 'Pato' Galmarini en su programa Nave Nodriza que se transmite en el canal de streaming Picnic Extraterrestre. Están en pareja hace tres años y no dejan pasar la oportunidad de compartirlo.
Moria, siempre icónica, desfachatada, atrevida, tres cuerpos avanti, está nerviosa y se le nota. Trastabilla en la primera pregunta. Después se relaja. Es una hora diez de cine documental. Es el amor después del amor. La ternura que eclipsa al morbo, sin arrebatar la sensualidad.
Moria, la One, la sex symbol de su generación, da pistas de un amor amistoso, conversado, posible.
'Estamos transitando una edad muy adulta extrema, somos la silver generation, yo porque me tiño sino estaría igual que él, se te van amigos y es un tránsito duro', dice y da un salto en su voz para dar paso a otro tema: 'Vamos a contar nuestra primera vez'.
'¡¿Qué vas a contar?!', pregunta Galmarini, y Moria promete hacerlo 'con cuidado'.
'No hablés negra que me están mirando mis nietos, mis hijos, la hinchada de Boca', dice. Le pregunta entonces qué sintió.'Estaba frente a la One, sos inteligente, y piola, me agarró un cagazo', confiesa él.
Ella dice que es canchero, que es un hombre fantástico, de 82 años, que se merece un aplauso. Que está bárbaro que ninguno de los dos tengan el mambo de la edad, de la adultez extrema, ni tenga pena de encontrarse con un cuerpo de una adultez extrema. Repite extrema. 'No es lo mismo, pero tampoco es diferente, yo sentí lo más parecido a una adolescencia', dice.
Dice, también, que son una pareja aspiracional, que mucha gente los para para decirles que gracias a ver cómo disfrutaban su relación, se animaron a salir con personas mayores. Que la belleza, la perfección, no tener rollos, es algo que está en un altar, que cuando tenés la primera cana ya sos descartable, que si hay un mambo con el sexo con la gente jóven 'imaginate con la gente adulta extrema'.
Dice que se puede hacer lo que se puede hacer, como agarrarte de la mano y ser feliz. 'Tocarse los cuerpos es todo hermoso, a mí me da una amplificación de todos mis sentidos, me da muchísima ternura, es mucho más que cuando estás en pleno hormonazo que sabés que cualquier cosa te despierta', dice.
Y el replica: 'Está bueno lo que pasa con nosotros porque a los sesenta y cinco años muchos se quieren jubilar, se jubilan, y se jubilan de todo, es como una muerte civil y la gente tiene tanto mandato de todo, que es terrible lo que pasa, al día siguiente de jubilarse hombres y mujeres tienen que inventar algo para seguir viviendo, es una nueva etapa'.
Él dice también que la terapia lo ayudó mucho. Que necesitaba ordenar su vida, saber quién era.
Hablaron también de sus años de clandestinidad durante la dictadura, de su gran pasión: Boca. Y se emocionaron. Contaron de sus paseos, de cómo recuperan en ellos su identidad, de cómo le muestra los lugares dónde transcurrió y fue feliz. 'Nos estamos acompañando como si hubiéramos vivido juntos la infancia', dice ella. Confiesan que se abrazan y lloran.
-Lloramos mucho juntos cuando nos contamos cosas.
-Y… es una historia larga y es muy bueno recordar- responde Galmarini.
'Mi amor, te quiero mucho. Muchas gracias por haber estado conmigo. Te adoro, te respeto, te quiero y te admiro', dice Moria para despedirse.
Galmarini está emocionado. No lo oculta. 'No es poca cosa', le responde.
'Él una vez me dijo: yo también te respeto mucho. Ay, no puedo creer que me tengo que despedir llorando', cierra ella.
Aplausos.
Debe transformarse, ser más libre y cuidado aquello que nos da tanta ilusión. La mirada amorosa.
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