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La muerte del neoliberalismo

04/02/2025
La muerte del neoliberalismo

Por Marcelo Chata García 

En los '90 era costumbre de los docentes liberales explicar sus posturas mediante relatos reduccionistas: que un país era como una familia, y un padre no gasta más de lo que gana; o historias de comerciantes donde las llamadas leyes del mercado siempre actuaban de manera ejemplar y lógica.  Basarse en historias y no en estudios reales les permitía reducir las variables intervinientes y que todos actuaran como la teoría dice que deben actuar.  Con el tiempo te das cuenta que la realidad es otra cosa.

En el sótano de la Facultad funcionaba un bar, y uno allí podía encontrarse otros relatos, como el de los desarrollistas.  De Analia nunca supe si era docente, estudiante o solo estaba allí porque la comida barata, el acceso a los libros y las discusiones que raramente las encontraría en la superficie.  Pero decía algo parecido a lo siguiente:

'Imagínese una localidad de unos 100 habitantes.  Diez son dueños de toda la tierra, 70 trabajan para ellos y 20 en el sector público.  Supongamos que esa localidad vive de producir maíz, todo lo demás, lo compra en otra parte.  Pero una innovación tecnológica, ya sea en equipos, en organización de la producción, o en las semillas, les permite producir más y de mejor calidad con menos trabajadores.  Eso es un aumento de productividad y aumenta el capital de los dueños.

De los 70 que trabajaban, ahora sólo trabajan 50.  Esos 20 que son despedidos de la producción de maíz podrían quedar desempleados o ser absorbidos por el sector público.

También pueden dedicarse a producir bienes o servicios que la localidad antes compraba afuera.  Poco importa si hablamos de espectáculos de teatro, producción de tornillos o venta de productos de limpieza.  Ahora la localidad, además de producir maíz, produce otras cosas que ya no compra en otras localidades.  Es más, al tiempo empieza también a vender afuera.  Eso es aumento de la riqueza social.

Pero para que eso suceda, los 20 trabajadores que han sido expulsados de la producción de maíz deben contar con herramientas, capital y conocimiento para reinventarse en otro rubro.  Precisan que los salarios hayan sido buenos, de manera de contar con un mercado a quien ofrecerle y haber tenido la posibilidad de ahorrar.

Precisan haber tenido acceso a educación y salud, de modo de tener las competencias para emprender.  Contar con infraestructura y acceso al crédito.  Es decir, el aumento de capital debe distribuirse para generar riqueza social.  El aumento de la productividad sin redistribución lo que genera es concentración de capital; la redistribución sin aumento de la productividad puede ahogar la economía.  Y eso es así porque el capital en pocas manos puede no reinvertirse en la localidad.  Y porque la producción sin aumento de capital disminuye los incentivos.'

La discusión transcurría en si esa distribución progresiva del aumento de capital de un sector mínimo hacia la riqueza social se realiza por simples mecanismos de mercado o era necesario de políticas públicas que planifiquen, direcciones, acompañen, inviertan en ciencia, tecnología e infraestructura, y faciliten así el desarrollo de nuevos emprendimientos.

En aquellos años los líderes mundiales consideraron que lo mejor era dejar eso librado a mecanismos de mercado, y desarticularon muchos de los mecanismos que tenían los Estados Nacionales para capturar la concentración de capital e inyectarlo en la sociedad para estimular otros sectores.  Sin embargo, eso terminó beneficiando a economías planificadas como las asiáticas, sobre todo a China.  ¡Alarmas!

Más difícil es pensar en el desarrollo 'espontáneo' en tiempos de transformación tecnológica, cambio climático y demandas sociales.  Las derechas del mundo ya no hablan de neoliberalismo, tampoco de desarrollismo; hablan de algo mucho más nefasto.

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