La palabra es otra cosa

'El socialismo no se discute, se erradica. La casta no se reforma, se destruye. Los enemigos del progreso no se convencen, se eliminan. Y no vamos a parar hasta que el último de ellos desaparezca', posteó Santiago Caputo en su cuenta de X, el 16 de marzo, a las 3.06 pm. El posteo tiene 112,3 mil visualizaciones, entre las que se cuentan tan solo o nada más y nada menos que 4 mil likes y 904 retuiteos.
A días del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, los dichos de Caputo en su cuenta X son otra de sus manifestaciones fascistas y violentas. Y digo fascista con la misma generalidad con que el asesor del inesperado presidente actual usa la palabra socialismo. En ese descuido por las palabras caemos todos. Y parece no haber ningún tipo de costo al respecto.
Después de leer el tuit de Caputo, me quedo pensando qué se puede erradicar. Rápidamente vienen a mi cabeza frases como erradicar los mosquitos transmisores del dengue, erradicar la varicela, erradicar a los estorninos. Erradicar significa quitar de raíz. Resulta extraño el empleo de esta palabra en el ámbito de la política. Aunque a quienes prestamos atención a ellas nos resuena. Si erradicar es quitar de raíz, entonces ¿había algo plantado, una maleza impidiendo el crecimiento de otra cosa, había un sobrante, un exceso?
De lo que sí hay exceso es de discursos violentos por todas partes. Nadie debería poder gratuitamente desde un puesto como el de asesor político hablar en estos términos. Es complejo pensar cómo llegamos a sostener y a soportar manifestaciones discursivas de este estilo. Si bien es frecuente encontrar rasgos violentos en distintos discursos políticos de gobiernos democráticos, esto está por fuera de lo que hemos leído o escuchado con anterioridad (a menos que pensemos en períodos no democráticos).
Caputo utiliza no sólo la palabra erradicar, sino también destruir haciendo referencia a la casta. Casta es un término empleado habitualmente por el presidente y sus seguidores. Reviste en cada caso un sentido nuevo. Es a la vez el grupo de personas que ocupan un cargo público (diputados, senadores, ministros, etc.) y también representantes sindicales. Entramos ahí los empleados públicos, los jubilados, los empleados de las Universidades Nacionales, los empleados del sistema de salud, los investigadores reconocidos a lo largo del mundo que trabajan en el Conicet, los artistas visuales, los actores, los músicos, el jubilado, la madre que recibe asignación familiar, el comerciante, etc. Casta somos todos. Todos menos ellos. ¿Quiénes son ellos? Los que están a favor del progreso. ¿Qué progreso? ¿A qué llama progreso?
Todos quienes están en contra del progreso deben ser eliminados, dice. Entonces pienso en el progreso mientras progresa el texto que estoy escribiendo.
El broche de oro de su tuit es la palabra desaparecer. A días del 24 de marzo emplea la palabra desaparecer. Tiene tan solo 4 mil likes. Son 30.000 los desaparecidos. A más de cuarenta años de la recuperación de la democracia sostiene: 'Y no vamos a parar hasta que el último de ellos desaparezca'.
'…cuando empezaron a desaparecer/ como el oasis en los espejismos/ a desaparecer sin últimas palabras/ tenían en sus manos los trocitos/ de cosas que querían// están en algún sitio / nube o tumba/ están en algún sitio/ estoy seguro/ allá en el sur del alma/ es posible que hayan extraviado la brújula/ y hoy vaguen preguntando preguntando/ dónde carajo queda el buen amor/ porque vienen del odio', escribió Mario Benedetti.
Con estos discursos re actualizados de la violencia y la persecución, de la eliminación del Otro, con sus reproducciones en el ámbito ciudadano y en el ámbito doméstico estamos destruyendo la posibilidad de discutir con personas que no piensan como nosotros. ¿Es desde las esferas de poder desde donde emerge el discurso violento o es una manifestación que llevamos a cabo en nuestra vida diaria y que encuentra representantes capaces de materializarlos en el ejercicio del poder?
'Hay que ejercitar la posibilidad de conversar con el contrario, con el adversario, con el diferente en términos más amplios, y también en el día a día ¿no? Porque en el día a día está el problema también, que es: ¿por qué no podés establecer una conversación sin arremeter contra el otro? ¿Por qué en el micro-lazo de todos los días hay tanto maltrato? Porque después decimos: `ay, el maltrato de Milei´, pero nos fuimos acostumbrando al maltrato en todos estos años, me parece. Lo naturalizamos, lo fuimos soportando hasta hacerlo parte del día a día', sostiene Alexandra Kohan.
Erradicar, destruir, eliminar, desaparecer forman parte de nuestra historia y, lamentablemente, de discursos actuales. Y quiero hacer hincapié en esto para preguntarme, preguntarnos, qué hacemos para salirnos de esta propuesta discursiva, cómo la desarmamos. No lo sé. Busco día a día formas. Algunos tenemos la suerte de ir hacia el arte. Y sabemos que las manifestaciones artísticas cobran una potencia descomunal en tiempos hostiles. Somos entonces quienes, como las cañas, vamos entrelazando nuestras raíces por debajo, echándonos una mano para crecer, buscando el recodo donde decir, levantar la voz, hacer de la palabra otra cosa que no sea pura muerte.
'yo amo/ tú escribes/ él sueña/ nosotros vivimos/ vosotros cantáis/ ellos matan', escribió Roberto Santoro. Y alcanza con pensar cuál es el verbo que nos define a cada uno de nosotros y llevarlo a cabo.
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