La Raquel, el castillo que puede verse camino a la Costa

Muchos de quienes viajan hacia la Costa Atlántica lo conocen. Lo han visto desde alguna ventanilla, ya sea de auto o de micro, llegando a Castelli, por la ruta 2, en el kilómetro 168. Se trata de un precioso castillo de estilo francés que guarda los secretos de Felicitas Guerrero, protagonista de una trágica historia de amor que conmovió a la sociedad porteña del siglo XIX y sigue siendo mencionada a través de los años. La torre de paredes color salmón, al igual que el resto del edificio, hace pensar en la soledad de una princesa o el aislamiento de un genio.
Un artículo de Marcelo Metayer, publicado por Agencia DIB, cuenta que el castillo se encuentra en la estancia La Raquel, ubicada a la vera del río Salado. Fue construido en 1894, aunque su torre fue terminada años más tarde. Está rodeado por un parque intervenido por el paisajista danés Frederic Forkel, a quien algunos llaman discípulo de Carlos Thays.
La bella Felicitas fue la dueña de todas esas tierras y de muchas más que ahora son localidades como Pinamar y Villa Gesell. Pero nunca llegó a ver el castillo, porque fue asesinada mucho antes de su construcción.
En este momento es preciso hacer un alto en el relato y retroceder al verano de 1846, cuando un 26 de febrero, en una vivienda de la calle México 524, en el barrio porteño de San Telmo, nació Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto. Fue la primera de los once hijos que tuvo el matrimonio conformado por Carlos Guerrero y Felicitas Cueto y Montes de Oca.
Cuentan que la jovencita desarrolló un talento innato para el arte. Pintaba, tocaba el piano y amaba el teatro. Cuando cumplió 15 años su padre recibió la propuesta de casamiento de uno de sus amigos, Martín Gregorio de Álzaga, un potentado estanciero que se dedicaba a la venta de cueros y era 32 años mayor que ella. La boda se celebró al poco tiempo, como establecían los mandatos de clase y de la época.
Al principio, ella tomó su casamiento arreglado como una obligación familiar, pero con el tiempo fue queriendo a ese señor mayor que se acostaba a su lado. Tuvieron dos hijos, pero la sombra de la tragedia se presentó muy temprano. El mayor, Félix, murió cuando tenía 3 años, de fiebre amarilla, en 1869. Al año siguiente, el 2 de marzo, Martín, el segundo hijo, falleció el mismo día de su nacimiento.
La tragedia no quedó allí, pues en los días en que falleció el segundo hijo también murió el esposo de Felicitas. La cuestión es que, a los 23 años, la joven mujer quedó viuda, sola y dueña de un patrimonio inmenso.
Dicen que la cantidad de pretendientes que se lanzaron sobre ella en los meses y años siguientes fue enorme. Según contó en una entrevista Cecilia Guerrero, sobrina nieta de Felicitas, 'el poeta Carlos Guido y Spano la describió como 'la mujer más hermosa de la República' y la consideró 'la joya de los salones porteños''. 'Siempre la perseguía Enrique Ocampo, tío abuelo de las escritoras Silvina y Victoria Ocampo, pero a ella no le gustaba para nada', aseguró su descendiente.
La ahora joven viuda estanciera cambió los salones de la Capital por las extensiones de la pampa. Alejada de las tertulias, la muchacha encontró el amor mientras recorría estancias. Resulta que en noviembre de 1871 Felicitas y unos amigos que se encontraban en la estancia Laguna de Juancho, en el actual partido de General Madariaga, decidieron viajar hacia La Postrera, que era una estancia ubicada en lo que ahora es Castelli, la cual su fallecido marido le había comprado a la viuda de Ambrosio Crámer.
En pleno trayecto se les vino encima una tormenta y el cochero perdió el rumbo. En un momento en que Felicitas hizo detener el carruaje, se les acercó un jinete ofreciéndoles ayuda. Era Samuel Sáenz Valiente, dueño de las tierras en donde se habían perdido.
Ese día nació una amistad entre los dos jóvenes que con el tiempo fue transformándose en 'algo más', hasta que apareció el amor y Felicitas eligió a Samuel para sus segundas nupcias.
Los Guerrero tenían una quinta en lo que hoy es el barrio porteño de Barracas, donde ahora se alza la iglesia Santa Felicitas y hay un museo dedicado a la memoria de la joven estanciera. En esa quinta el 29 de enero de 1872 se iba a celebrar el compromiso de la joven con Samuel Sáenz Valiente. También estaba previsto anunciar la inauguración de un puente de hierro del Ferrocarril del Sud sobre el río Salado, en la vecindad de La Postrera.
A pocas horas de que comenzara el festejo, llegó Enrique Ocampo y pidió hablar con Felicitas, que ya lo había rechazado varias veces. Las crónicas de la época aseguran que el hombre estaba muy nervioso. Ella lo atendió a solas, y Enrique le dijo: 'Sos mía o no sos de nadie'. Acto seguido, sacó un arma, Felicitas se dio vuelta en un intento por irse, y él le disparó por la espalda.
Los esfuerzos por salvar a la joven fueron infructuosos y murió a las pocas horas. No llegó a cumplir 27 años. Mientras, Ocampo se suicidó con la misma arma con que la había matado.
Pero la historia de tristezas no termina acá. El frustrado prometido de Felicitas, Samuel Sáenz Valiente, se casó un año más tarde con Dolores de Urquiza Costa, la hija mayor de Justo José de Urquiza. La pareja tuvo seis hijos -Samuel, Dolores, Justo José, Raúl, Alfredo y Fernando-, pero dos de ellos fallecieron prematuramente. Por su parte, luego de un largo matrimonio, Saénz Valiente se suicidó el 11 enero de 1924.
Como se dijo más arriba, los padres de la joven asesinada erigieron en su memoria la iglesia Santa Felicitas, en el barrio de Barracas. El edificio fue diseñado por el arquitecto Ernesto Bunge y se inauguró el 30 de enero de 1876 en los jardines de la quinta donde ocurrió la tragedia.
Todas las tierras de Felicitas fueron heredadas por sus padres, que volcaron toda su fortuna en los campos. Así es como surge La Raquel, fundada por Manuel Guerrero, que se había casado con Raquel Cárdenas. El castillo tuvo distintas etapas de construcción, empezando como casco de estancia y lugar de trabajo de Manuel.
Precursor de la lechería en la Cuenca del Salado, con técnicas de avanzada, Manuel despachaba por tren a Buenos Aires unos 18.000 litros diarios desde la Estación Guerrero.
Según Cecilia Guerrero, el lugar 'se diseñó con dos pisos: en el subsuelo estaba la parte de servicio, luego venía la sala y el comedor, y arriba, las habitaciones. Hacia principios del siglo XX se puso de moda agregarle una torre a las casas, como hacían en Estados Unidos'. Todo esto fue planteado en 1894 y tuvo ampliaciones.
Si bien el predio se acerca a las 400 hectáreas en total, el parque diseñado por Forkel ocupa unas 80 hectáreas.
Durante muchísimos años el castillo fue una visión de ensueño para los turistas que iban hacia la Costa, pero a partir de 2023 la Fundación Russo-Guerrero, coordinada por Cecilia y su esposo, Juan Carlos Russo, abrió las tranqueras para todos y hoy recibe a visitantes interesados en conocer las instalaciones y la trágica historia que existió antes de que se construyera el castillo.
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