Las fiestas que peinan canas

Por Sonia Elisabeth Rubino

Diciembre quedó atrás y recibimos al 2025 con familia, amigos y una variedad de platitos y dulces para disfrutar, que a pesar de las altas temperaturas, decoran la mesa.

Siempre habrá sillas vacías, también la vida se abre camino y entre batitas y baberos, llegaron los nuevos integrantes, quienes se llevan todas las miradas rodeados de ternura.

¿Y los adultos mayores? ¿Aquellos que están complicados por diferentes situaciones de salud?

No todos pueden estar sentados en la mesa festiva. Hay dolencias muy crueles que impiden su movilidad, afectan sus sentidos, se van olvidando y se pierden en tiempo y espacio.

Muchas veces es duro y difícil para la familia tomar la decisión de ingresar al abu a ese lugar desconocido que muy pronto se convierte en un segundo hogar, pero las necesidades económicas, los horarios laborales y el temor a dejarlos solos por sólo un instante nos pone entre la espada y la pared.

Y para saber un poco más es que recurrimos a un hogar donde se hospedan y se les da la asistencia necesaria para que puedan asearse, comer, recibir la medicación y pasear por el parque o la vereda aunque su cuerpo esté inmóvil y sus músculos atrofiados.

Por razones obvias respetamos la privacidad de cada uno pero sí charlamos con el equipo que trabaja y mucho en el geriátrico "Nuestro hogar" ubicado en un lugar céntrico de Chacabuco justo horas antes que el año se termine.

La cocina huele a pan dulce y se trabaja contrarreloj para llegar a tener lista la cena, el postre, la mesa dulce y a la vez atender a los abuelos y la puerta, que por motivos obvios siempre debe estar cerrada con llave.

Claudia Amor, la responsable de este equipo nos recibe en la cocina, desde donde controla cada movimiento a través de las cámaras, justamente para estar de alguna manera en cada uno de los rincones.

También van y vienen sus chicas, que se reparten la tarea y de manera agradable tratan de que todo marche bien.

¿Cuánto hace que estás al frente del hogar?

'Hace más de 20 años. Entré por tres meses como empleada y cuando la dueña falleció nos dejó este lugar para seguir trabajando'

¿Ustedes mismas cocinan?

'Aún en diciembre y con mucho calor todo se hace con nuestras propias manos, nada es comprado. A fuerza de sacrificio como si vos estás en casa compartiendo un mate, mirando aquí y allá, recibiendo a las familias, ofreciendo sillas o lo que haga falta' 

¿Lo sentís como un negocio?

'Más que un negocio ya es parte de mi casa. Estoy muchas horas acá adentro y muchas veces cuando me voy, si me llaman vuelvo. Trato de transmitir humanidad, de calor humano y a las chicas les da lo mismo sentarse a comer con un abuelo que sentarse a comer con un familiar. Esto es compartir una mesa tanto sea fiestas como  cumpleaños, no hacen diferencia. Les damos el cariño que podemos. Es como tener tu propia familia acá adentro. Yo lo pasé  y lo comprobé con mi viejita y mi papá. Es como que sentís que te pegás más a ellos porque vos sabés lo triste que es, ya lo tomás personal. y entonces es donde se mezcla, la familia con lo laboral. Yo siempre digo, primero es la persona que está acá adentro porque sabemos que ellos están por un motivo de enfermedad y los familiares tienen que trabajar y no todos pueden cuidarlos.'

¿Les ha pasado de una abuela o abuelo que no venga nadie a visitarlos?

'Hay etapas, abuelos que no han tenido hijos pero tienen los sobrinos o algún vecino que para que no estén solos en una casa, los han traído y se han hecho cargo ellos de pagar para sostenerlos acá.'

¿Es importante la calidad humana?

'Es tan importante que duele. Te encariñas, les sacamos fotos, una sonrisa y cuando  los perdés  es como si fuera tu propia sangre. Nos apegamos a ellos. Y vos tenés el teléfono mío, el de ellas y esas fotos las  enviamos para que la familia vea que come, qué se ríe o también si hay una urgencia.'

¿Se puede decir que es como tratar a niños?

'Si, pero con los chicos hay evolución, los abuelos van para atrás, ellos van retrocediendo. Pero por más perdidos que estén, ellos te necesitan, necesitan tu abrazo, necesitan tu beso, necesitan tu cariño porque ellos lo presienten.

Las chicas se disfrazan, pasó Papá Noel y también lo harán los Reyes.

Una vez decía una abuela que estaba bien' Yo de acá no me voy más. Me atienden, me dan la comida, las chicas me hacen caricias, me bañan' y eso vos lo sentís.

Cometemos errores como todos y si  alguien viene a reclamar está en su justa razón y yo le pido mil disculpas, yo sé reconocer cuando vienen con una queja porque no somos perfectos y a veces nos podemos equivocar y está bueno que se acerquen y me lo digan.

Yo siempre le digo a las chicas que si tienen el problema en su casa cuando me ponen el pie arriba del escalón se olviden durante las 8 horas que están acá adentro, nunca me trates mal a una abuela ni nunca me trates mal a una hija o familiar de los abuelos. Si vos andas mal no importa, le abrís la puerta al familiar, con respeto y cordialidad.

El respeto es mutuo. Si a vos las chicas un día te tratan mal, vos venís y decime.

Pero el respeto es mutuo. Tampoco me gusta que maltraten a las chicas. 

La calidad humana se nota, eso no se no se simula, no se actúa. 

Una pregunta dura ¿Te hizo falta llamar para que los visiten?

'Me pasa, si. Sonia, yo te largo el geriátrico una semana, vení vos, fíjate. ¿Comió aquella abuela? No. A aquella abuela le falta tomar líquido. Aquella abuela está tirando la comida y no la come. Estoy con los ojos las 24 horas del día en una cámara para que todos estén bien atendidos, pero la visita es muy importante para ellos. 

¿Qué sabés vos si yo le doy de comer a tu mamá o no? ¿me entendés? 

¿Cómo me puedo sentar a comerme un postre helado y ellos no lo comen?

Para Nochebuena le hicieron paquetitos con golosinas, ellas tienen hijos pero pensaron en los abuelos. ¡No te puedo explicar la alegría de ellos al abrir el regalito! Se sienten acompañados y son cosas que vos tenés que valorar ¿me entendés?. No a mí, porque yo estoy acá. Valorar a las chicas que anoche eran 23.30 de la noche y estaban acá para dejar todo acomodado, porque si una abuela sale al otro día, se prepara la ropa para ponerle. Y no es que ando, siempre digo, gracias a las chicas que te preparan las cosas, que te dan una mano. Si fuera yo sola no podría. Hay mucho que tengo que hacer con todos los abuelos y yo hoy tengo que agradecer a cada una de ellas que está acá adentro conmigo.'

¿En éstos días de fiestas hay más visitas? 

'Se acrecientan las visitas, eso sí, se notó el crecimiento de muchas visitas y es muy lindo eso. Aunque no todos lo pueden demostrar, se dan cuenta que alguien los vino a ver.'

Cuando hablamos de abuelos, hablamos de nuestros queridos viejos de manera cariñosa. De los que no podemos olvidar porque sería olvidar nuestra propia sangre. No siempre podemos tenerlos en casa. Hay patologías muy complicadas que nos lo impiden y esas manos trabajan duro para que tengan una vejez digna.

Personalmente le tuve que preguntar al cielo cuánto es el tiempo que tenemos. Si el cielo me contestara, dejaría todo para que esté conmigo, en casa, aunque sé que es una utopía.

Nuestros abuelos estuvieron en casa hasta el último suspiro. Y aunque fue duro verlos partir, también una bendición que hoy le niego a mi viejita.

Cada día vamos y aunque no siempre nos ve o nos conoce, estamos.

Y escribo esta nota justo el día de su cumple. Y si fuera tinta, sería una nota borroneada por las lágrimas.

Ellos también comenzaron un año nuevo. Necesitan el abrazo de los nietos aunque no los reconozcan.

¿Y saben qué? Cada vez que salimos de ahí siento que muero con ella día a día.

Y a veces sueño que la traigo para siempre mientras ella le hace el dobladillo a un repasador con una aguja imaginaria enhebrada con hilo invisible.

Pero cada tarde, la vuelvo a dejar. Y un poco de mí va quedando con ella. Pero también sé, que la están cuidando por mi.

¡Gracias Claudia y equipo!.