Lola Miró nos cuenta algo sobre el negocio centenario que heredó de su padre

Cae el sol en el atardecer dorado de unos de los primeros días de junio.
Se encienden las luces de la Avenida Alsina y las vidrieras se visten de invierno.
Pero ni el día nublado ni el frío de otoño impiden el movimiento típico de fin de la jornada. Aquí y allá, el misterioso mundo de la estrategia comercial para ofrecer y vender en tiempos difíciles hace una reverencia al paso de los transeúntes que caminan por la acera, algunos apurados y otros no tanto. Siempre hay algo para ver, regalar, comprar y si hay un negocio emblemático en el corazón de Chacabuco es el local de María Dolores 'Lola' Miró.
Al entrar, el lugar nos atraviesa como espadas pues además de cajas y cajas de diferentes colores y marcas de zapatillas y chinelas, se asoma la nostalgia de haber estado con mamá, buscando un regalo para la abuela, el regalo perfecto para papá, algo tibio para el invierno y el calzado fresco para el verano.
Lola, ¿Cuánto hace que estás en el rubro?
'Hace 40 años más o menos que trabajo acá, pero esto perteneció a mi papá y a mi tío que tenían una fábrica de alpargatas. Hace 100 años que está este negocio que después fue cambiado por la arquitecta Leticia Fiori cuando mi papá se enfermó, Se hicieron estantes nuevos pero sin cambiar su esencia. Está prácticamente todo igual, yo me hice cargo y aquí estamos.'
¿Te casaste con una persona muy popular y querida en Chacabuco?
'Estuve casada con Juan Pedro Martini, que fue muy buena persona, excelente persona, tengo muy buenos recuerdos de él.'
¿Hombre de radio?
'Te puedo asegurar que la radio era su alma.'
¿Cuántos años estuvo en la radio?
'Desde que era chico, porque antes estaban en la calle Rivadavia, transmitían hasta las 8 de la noche. Luego empezaba Chocho, el padre, que hacía transmisiones en la plaza, en las casas, en todos lados estaba y finalizaban la transmisión con una marcha hermosa, la 'Avenida de las Camelias'
Ahí cerraba la transmisión. Con el tiempo se abrió Radio Chacabuco, eran varios socios y trabajó ahí muchos años, mucho sacrificio.
Hay que decir que era escuchado por todo Chacabuco. Recuerdo que él decía que la gente de bien no lo escuchaba, pero el caso era que sí lo escuchaban pero no lo querían decir.
¡Ese era uno de sus comentarios que me hacían reír!
Era muy solidario con la gente. Si estaba en el sanatorio y había alguien que necesitaba un medicamento, salía corriendo, iba y se lo compraba.
Uno de mis hijos, Andrés ahora sigue trabajando en la radio y continuó su camino.'
¿Cuánto tiempo estuvieron casados?
'Fueron 35 años, con buenas épocas, otras no tanto.'
¿Se ganaba bien en la radio?
'Juan Pedro decía que la radio era un servicio a la comunidad y que no era necesario ganar tanto. Para él la radio no era un negocio.'
¿Tenía otros trabajos?
'No, no, la radio nada más'
¿Y vos en el comercio?
'Yo muchos años después, como dije antes, me hice cargo del negocio.
En ese momento mi papá estaba muy enfermo, me deja a mí y yo lo arreglo y me quedo haciendo lo que hacía mi padre.'
¿Te gustaba ?
'Sí, sí, me gustaba, ahora no tanto, pues no se vende nada. La situación económica es absolutamente terrible, es caótica, pero sigo, no pago alquiler, no tengo empleado y es una manera de entretenerme también.'
¿En los últimos 40 años está es la peor crisis que viviste a nivel negocio?
'Sí, sí, la peor. A lo mejor los 90, con Menem. Porque hubo una época que venía bien, se traía todo de Brasil y yo vendía una locura porque era muy buena mercadería y el negocio rendía buenos frutos.
Ahora es generalizado, yo hablo con mis proveedores y me dicen que no vende nadie. A mi me mantiene activa, si yo quiero cerrar y salir no tengo problemas ni de horarios ni de empleados. Es mío esto y también vivo aquí. Viví 30 años con Juan Pedro en la calle Mendoza y ahora vivo acá.
Cuando falleció estábamos separados pero la separación es parte de la vida también.'
¿Juan Pedro tenía un hermano?
'Sí, sí, y lo ayudaba. Era al que más lo ayudaba, falleció antes que Juan Pedro y es como que él se quedó ahí, le afectó mucho, era muy importante para él.'
¿Y después?
'Después, ¿Qué sé yo?. Un día vino acá muy mal, ya estaba mal y me dijo, que si se moría en ese momento para él ya estaba, no le interesaba nada. Y al poco tiempo vino descompuesto. Estábamos separados, pero yo lo invité a ir juntos al Golf. Agarré mi auto y fuimos al Golf. Al ver que no se sentía bien llamé a la ambulancia y cuando llegamos me dijeron que ya no había nada que hacer, ya tenía muerte cerebral. Tenía 61 años.
Él ya había estado al borde de la muerte por un accidente con el coche. Iba con unos amigos a Buenos Aires pero salió adelante. Muere por un derrame cerebral. Había estado muy nervioso porque la radio no estaba bien y la radio era su vida. Dejó antes de morir un montón de cosas organizadas.
Lo que fue muy emocionante para mí, que cuando él muere le hicieron en las dos veredas desde la iglesia hasta el cementerio un cordón para despedirlo. ¡Sí, sí, eso fue muy emocionante!.
Era muy querido, muy querido en los barrios. Era tan solidario, ante la necesidad de los vecinos que hacía cosas que no hacía el Estado, pedía cosas para diferentes situaciones, por ejemplo inundaciones y otros eventos.
Estaba siempre brindando ayuda.'
¿Él estudió locución?
'No, tenía una voz hermosa y todavía hay publicidades que había hecho y las siguen pasando.
Marcó una etapa en Radio Chacabuco. Me acuerdo que llegaba a las 7 de la mañana y decía: Bueno, voy a tocar el piano. 'Y sonaba Rubinstein. Y en la radio le decían ¿dónde está el piano?. Tenía esa chispa que no cualquiera tiene.
Yo tengo un buen recuerdo, muchos años juntos, es una vida.
Me dio angustia cuando llegué al hospital y me estaba esperando el médico de terapia intensiva para decirme que no había nada que hacer. '
¿Cómo es tu vida hoy?
'Estoy bien, tengo dos hijos Andrés y Soledad y cuatro nietos. El negocio me ayuda a sociabilizar pero si no estoy bien o tengo que salir lo cierro y no pasa nada. Tengo una vida sana, hago gimnasia y salgo a veces con amigas.
El oficio me terminó gustando y una de las personas que me enseñó fue Carlos Salvador Vaninetti.
Me ayudó mucho en el oficio de vender zapatillas.
Cuando escuchamos que se estaba por jubilar pensamos en él y fue quien me dio una mano y me fue llevando por este camino del comercio que no es fácil, sobre todo mantenerlo. Cuando lo llamamos dijo que no pero cuando vio la cantidad de mercadería que tenía mi viejo aceptó trabajar con nosotros.
Es una de las personas que no quiero olvidar porque fue muy importante su experiencia, su capacidad y don para atender al público.
Quienes se cruzan en la vida para bien, que te brindan su sabiduría y te hacen crecer en la actividad.
Todo esto es parte de mi vida y de alguna manera me lleva a un lugar de buenos recuerdos y momentos compartidos.
Tengo la suerte de poderme sostener, sin horarios pero con la responsabilidad que heredé de mis padres cómo se heredan los valores y la buena fe.
Un día, tal vez se me antoje y alquile este local, mientras tanto sigo adelante, tengo dos hijos, cuatro nietos maravillosos y una vida tranquila.'
Y cayó la noche, tal vez ya muchos comerciantes están bajando las persianas para descansar y volver a apostar en un mañana un poquito más positivo.
Todo es parte de la vida y Lola Miró no es la excepción. Si bien al principio no estaba segura de contar su historia, se abrió, sonrió y hasta se emocionó ante los recuerdos.
La avenida Alsina está totalmente iluminada. Las vidrieras anticipan el regalo del Día del Padre.
La llegada del invierno nos llama a mirar precios y calidad. Regalos, accesorios y una cantidad de motivos nos esperan justo ahí, en ese lugar donde una tarde igual le compré a mi padre el último regalo en su día.
También ahí mismo busqué las pantuflas más calentitas para hacerle mimo a la gente que amo.
Una historia de vida más que se me escurre como arena entre los dedos y me deja justo en el centro de Chacabuco.
Saber algo más de un artífice de la radio y la locución en nuestra ciudad y un emblemático negocio.
Fue un placer desandar el camino a través de tu memoria impecable brindando la intimidad de tu espacio.
¡Gracias Lola!
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