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Los comienzos del Círculo Católico de Obreros de Chacabuco y un viejo conflicto con la Sociedad Italiana

31/08/2024
Los comienzos del Círculo Católico de Obreros de Chacabuco y un viejo conflicto con la Sociedad Italiana

El surgimiento de los círculos católicos de obreros en la Argentina formó parte de una iniciativa emprendida por la Iglesia a nivel internacional ante el avance de las corrientes e ideologías laicas y socialistas que se daba hacia finales del siglo 19. A eso se sumaría la publicación, en 1891, de la encíclica 'Rerum novarum', en la que, sin negar la propiedad privada,  el papa León XIII planteaba el apoyo a la defensa de los derechos laborales a través de la formación de 'uniones o sindicatos'.

En febrero de 1892 se fundó el primer círculo católico de obreros que tuvo Buenos Aires. Su impulsor fue un sacerdote llegado de la Confederación Germánica, Federico Grote. Sólo cinco años después, el 14 de marzo de 1897, surgiría el Círculo Católico de Obreros de Chacabuco. En este caso, la iniciativa la tuvo el padre Próspero Ferrara, un sacerdote de origen italiano que en julio de 1885 había llegado a nuestra ciudad para ejercer su labor pastoral en la iglesia San Isidro Labrador, que aún dependía de la Capellanía de Salto.

La reunión fundacional del Círculo se llevó a cabo en la residencia del cura y de ella surgió la formación de una comisión provisoria que tuvo como presidente a Alfonso Bracco, a quien acompañaban José Vita, Leopoldo Broggi, Antonio Panigo, Antonio Pagés, Donato Di Paolo, Agustín Mapelli, Pascual Tilli y Anselmo Colombo.

En 1898, un año después de su fundación, el Círculo de Chacabuco participó en el Primer Congreso de Obreros Católicos, que se realizó en Buenos Aires. Lo representaron los doctores Alfredo Naón y Lucas Pearson y los vecinos Juan Ochoa, Mario Gorostarzu y Santiago Gahan. Para elegirlos se tuvo en cuenta que eran personas que residían en la Capital, sus 'mayores aptitudes' y sus 'notorios afectos por los obreros'.

Los objetivos de la institución quedaron plasmados en su estatuto, aprobado el 21 de agosto de 1904, cuyo primer artículo expresaba que la asociación había sido constituida 'con el fin de defender y promover el bienestar material y espiritual de la clase obrera, en marcada oposición a la funesta propaganda del socialismo y de la impiedad'. Para ello, se proyectaba realizar una labor mutualista y de beneficencia, así como la fundación de escuelas y bibliotecas para la instrucción de niños y adultos. También se planeaba organizar reuniones 'de sano esparcimiento', y conferencias sobre temas de índole científica, moral y religiosa.

Para ser socio de la institución había que tener entre 14 y 60 años y, sobre todo, una recta conducta moral. 'El que manchase su propia fama o la del Círculo con algún crimen o una conducta escandalosa, será expulsado', se advertía. Ahondando en eso, se consideraban faltas graves las 'uniones prohibidas por la moral', la concurrencia a 'casas de juego o perdición' o el promover 'conversaciones deshonestas o impías'.

Cuenta el profesor Oscar Melli que lo anterior no eran 'meras declaraciones de principios'. Por el contrario, en 1903 la comisión directiva del Círculo amonestó severamente a un asociado por considerar que tenía una vida inmoral y, como persistió en su actitud, poco después fue expulsado. Más tarde, a fines de 1908, se canceló la inscripción de un vecino del que se detectó que había ingresado 'en una sociedad liberal', la cual bien podría ser la filial de alguna logia masónica.  

En sus orígenes, la nueva institución tuvo un conflicto con la Sociedad Italiana. Ello se dio a raíz de que, en marzo de 1899, el Círculo y la Comisión Cooperadora del Hospital Nuestra Señora del Carmen acordaron hacer en mayo una velada benéfica, de carácter artístico, cuya recaudación sería dividida en partes iguales. La idea era hacerla en el salón de la entidad italiana, pero la solicitud que se le hizo fue denegada por la conducción de la Sociedad, que en su mayoría estaba integrada por vecinos laicos y anticlericales.

En lo que generó polémica en la época, la Sociedad fundamentó su negativa, primero, en que dudaba que la recaudación de la velada fuera repartida en partes iguales. Por el contrario, se creía que el encuentro programado iba a ser 'un certamen puramente religioso, actuando en él una cohorte de curas y aspirantes a tales', los cuales vendrían de la Capital a llevarse lo producido en la velada. Por ello, la Sociedad Italiana concluía que no estaba dispuesta a que se abusase de su beneficencia y la del pueblo de Chacabuco 'para dar incremento a un Círculo Católico que, inspirado en la política loyolesca, oculta su pensamiento deslizándose como víbora y engañando como el canto de la sirena'.

Tocada en su amor propio, la comisión del Círculo Católico le comunicó a la Cooperadora del Hospital que iba a renunciar a la parte que le correspondía de la velada, para demostrar 'que no nos guía ningún interés particular, pues antes, por el contrario, el Círculo, ya con vida propia, no hará más que inspirarse siempre en sentimientos de caridad y progreso'.

Finalmente, la velada fue suspendida y el Círculo deploró la actitud asumida por la Sociedad Italiana, 'lamentando que en un pueblo culto como Chacabuco se ofrezca tan triste espectáculo'.

Aún faltaban algunos años para que el Círculo Católico contará con un local propio en el que desarrollar sus actividades.

 

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