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MAQUINARIA CONTI: 'LA MÁQUINA DE LETRAS QUE GATILLA'

29/05/2025
MAQUINARIA CONTI: 'LA MÁQUINA DE LETRAS QUE GATILLA'

CONTRATAPA  /  Por Juliana Chacón 

Cada semana de mayo, intenté tender un puente entre los lectores de este diario y la obra literaria de Conti. Mucho queda por decir. Quisiera, esta última semana, traer algunas de sus frases acerca del oficio de escribir. 

Escribió en 'Bibliográfica': 'Uno se rompe el bocho para inventar un personaje, se encierra en el cuarto, mete la cabeza debajo de la almohada y piensa a toda máquina cuando en realidad los encuentra de a puñados al alcance de la mano con sólo echar una mirada a esta podrida vida…'. Su literatura está repleta de vagos, contrabandistas, villeros, huérfanos, artistas callejeros, locos, prostitutas, niños de la calle, alienados, etc., que vuelan, navegan, caminan, corren, saltan, naufragan, personajes que se mueven en los territorios fronterizos y marginales, por fuera de los centros hegemónicos de poder. '… este desgraciado oficio lo lleva a uno a meterse en donde otros no ven la hora de salir' se lee también en 'Bibliográfica'. Conti mantiene alerta la mirada porque comprende que escribir es '… este oficio de cazar hombres e historias con esta máquina de letras que gatilla…' ('A la diestra'). 

Son muchísimos los datos biográficos que aparecen en su obra, pero él hace de ellos otra cosa: desprende a los sujetos de lo real y los incorpora en lo ficcional realizando todas las transposiciones necesarias. Una apropiación que juega a su favor en la propia concepción de la escritura. En En vida, Oreste le dice a Margarita:

'–Para decir la verdad no tengo nada que contar, quiero decir nada que sea mi propia historia.

–Bueno, nunca es completamente de uno.

–Por eso me apropio de las historias de los otros… eso hago, ¿te das cuenta?'

El narrador asume la mirada de los personajes, no los juzga, no siente piedad, los deja aparecer: '… me meto en la piel de los personajes de tal forma que veo las cosas a su manera' ('Bibliográfica'). Otras veces forma parte del mundo ficcional y se asume escritor: 'A veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina. Son redondos y precisos y justamente porque no hacen otra cosa que escribir. […] Y entonces yo me pregunto a mi vez qué es lo que hago realmente, o para decirlo de otra manera porqué escribo, que es lo que se pregunta todo el mundo cuando se le cruza por delante uno de nosotros, y entonces uno pone cara de atormentado y dice que está en la Gran Cosa, la misión y toda esa lata, pero yo sé que a mi amigo Lirio Rocha no puedo decirle nada de eso porque él sí que está en la Gran Cosa, esto es, en la vida y que yo hago lo que hago, si efectivamente es hacer algo, como una forma de contarme todas las vidas que no pude vivir […] … entonces vuelvo a golpear otra tecla y otra porque me digo que, después de todo, nadie sabrá de ellos si no es por este viejo artificio […] … y es así que por fin entiendo cuál es la Gran Cosa, porque yo los junto a todos ellos, salto sobre las distancias y el tiempo y los junto a todos ellos en esta mesa del recuerdo que tiendo y sirvo para mis amigos' ('Los caminos').

Conti subraya en varias entrevistas, charlas, conferencias y en sus mismos textos literarios, la condición de oficio de la escritura, rompiendo de esta manera con la concepción elitista y burguesa del escritor. Dice en 'Literatura y vida' que, entre la literatura y la vida, elige la vida porque desde la vida puede hacer literatura. Esto no es gratuito. Rompe con el círculo de escritores a quienes llama 'literatos', a los que acusa de escribir poco o nada o de hacerlo en función de las demandas del mercado: 'La literatura, mi querido Antonelli, es un acto corporativo', le dice el editor Requena a Oreste ('Bibliográfica'). 'El futuro de la literatura está en la escritura automática, mi querido Antonelli. ¿A qué matarse? Si la Sociedad Argentina de Escritores fuese, como debería ser, la Sociedad Argentina de Autómatas, a esta hora ya estaría todo resuelto', le asegura en el mismo relato. 

En 'La causa', Conti escribe 'En un país de inéditos, donde lo último que se le puede ocurrir a cualquiera es escribir cualquier cosa, donde ser escritor consiste en desear haberlo sido en alguna otra parte.' Y también: '¿Qué le brindaba a él, por el contrario, ese chato y desolado país? Pablo le preguntó una vez si no le parecía poco todo lo que estaba sucediendo alrededor de él.

¿Qué sucedía? Estupidez. ¿Se puede escribir sobre la estupidez? Bueno, es lo que hacían los carcamanes de CDE, por ejemplo.[…]

—Me parece deshonesto escribir sobre lo que no entiendo, sobre lo que no siento… pero, ante todo, no veo que se pueda escribir nada sobre tu minúscula mala suerte…

Decididamente, estaba lejos de eso. ¡Oh, los grandes temas!…'

Pero pese a todo Conti escribe: 'Sin embargo, tenía talento. Es decir, estaba condenado a la desesperación' ('La causa').

El entramado del mundo de escritores y de editoriales poco le interesan. Rechaza sus imposturas, sus falsedades, sus búsquedas mercantilistas en torno a la literatura: 'Hubiese querido explicarle que el Premio Nacional a mí me interesaba un sorete, pero no me dio tiempo.' (Bibliográfica)

Es que Conti comprende que '… la historia de las simples cosas termina por ser la historia de la propia gente' (Alrededor de la jaula). En este acto de rescate, cree que: 'el arte es la más intensa alegría que el hombre se proporciona a sí mismo. ¿Acaso no lo has visto? Esa forma blanda y jubilosa de pisar la tierra'. Es también 'una entera conspiración' (Mascaró).

Podría seguir interminablemente vagando por los textos de Conti. Pero ya es suficiente. Ojalá estas palabras hayan sido la excusa para que ustedes regresen a él.

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