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María, la del barrio

15/06/2025
María, la del barrio

Venimos de contar historias de vida, buceando en el vertiginoso camino hacia el pasado. Traemos a través de los recuerdos al mismísimo Dios del ayer para que nos cuente en primera persona, situaciones y vivencias que más allá de una entrevista o un documento redactado con el aval de los protagonistas, permanecen en ese baúl que se abre ante nuestros interrogantes.

Sólo con el corazón abierto desde el emisor al receptor podemos generar un canal de transmisión de emociones, sentimientos y pensamientos que nos llevan a esos tiempos lejanos que no sólo no queremos olvidar. Necesitamos contar, compartir y revivir por si acaso el tiempo nos juega una mala pasada y el hada mágica del pasado intenta convertir nuestra carroza en calabaza.

Y vamos a intentar revivir un lugar que fue parte de una generación y testigo de bailantas, amores y secretos que ahora yacen durmiendo justamente en ese baúl pero a través de la magia de la memoria tratamos de despertar.

Visitamos a María Mossi, que tiene muy presente ese lugar ahora ya desaparecido pero sigue vivo en cada uno de quienes bailaron en su pista, han festejado fiestas y carnavales, aprendieron a bailar y por qué no, encontraron el amor.  

 

¿Cómo comenzaste a frecuentar ese espacio?

'Yo vivía en el barrio, vivía justo enfrente y me escapaba ya de chiquita para mirar, ver bailar, jugar entre  las sillas y mesas. También aprendí a bailar y es un lugar que llevo en mi corazón.

Ahí conocí a mi marido, se puede decir que ahí me enamoré de quién luego sería mi esposo y hace unos meses lo perdí.'

 

¿Qué edad tenías?

'Era muy chica, tendría 7 años. Muchos niños acudían con sus padres y eso lo hacía cálido y familiar. Pero yo al contrario, iba sola y además me crié ahí con Petón Rodriguez y la Negra que eran los dueños. Yo vivía y hasta comía ahí'

 

¿Los dueños fallecieron?

'No, falleció Petón, la señora está viviendo creo que ahora en Buenos Aires.'

 

¿Me contás cómo era?

'En esa época, a la diez de la noche estaba que se venía abajo. En los días de carnaval y en las fiestas había muchísima gente desde temprano y al otro día se cerraba. Era muy concurrido por todos y casi todos los vecinos, un clima familiar. 

Se habla mucho de ese ambiente pero no es lo que algunos piensan. Yo podía bailar con chicos grandes, ellos me enseñaban a bailar. Yo era chiquita, imaginate que algunos ya no están más.'

 

¿Qué pasó con el lugar?

 'Se demolió todo, quedó sólo la arcada y el terreno es de un señor que lo compró. Quedó el terreno solo y la portada. Ya nunca más va a ser lo que era. No se comparaba con nada en Chacabuco.'

 

¿Para vos es algo muy especial?

'Si. Era como mi casa. Era parte de mi vida. Me escapaba, cruzaba la calle y mi abuelo me tenía que ir a buscar. Era chiquita, yo iba, comía con los dueños, les hacía los mandados. Era gente del barrio, de absoluta confianza y me crié escuchando música y después sacando la viruta al piso. Me encanta el baile aunque ya no lo hago.'

 

¿Había diferentes horarios?

'Se hacían las matinée hasta las 12 de la noche y después de las 12 seguía.'

 

¿Y ahí te metía vos?

'No, yo iba a la matinée y después también me quedaba hasta que me iban a buscar, era muy chica. Ya te digo, me iba a buscar mi abuelo.'

 

¿Cómo era la dinámica?

'Tenía todo media hora, media hora de cumbia, media hora tango y música de la época hasta que llegaban los boleros y la última media hora de música lenta. Pero a lo último claro a lo último. Todos los grandes bailarines de tango venían al lugar.'

 

¿Te acordás de alguna anécdota? 

'Y, por ejemplo, yo era menor de edad y cuando venía la policía y pedía documentos, me escondía bajo el mostrador. Me ponían todas las damajuanas de vino adelante, que en esa época se compraban, y yo veía desde mi escondite como se llevaban a los que no tenían su DNI. Después había dos policías en la puerta para que no entraran los menores.'

 

¿Qué edad tenías?

'Yo tendría 12 años, 13. Una noche voy por atrás, sola, ya te digo, entraba como si fuera a mi casa y me agarró el policía que estaba en la puerta y me dijo, ¡Se acabó! y me hizo sacar. Como yo me quería quedar me pegó una patada.'

 

¿Cómo que te pegó una patada?

'Era otra época, me decía que no podía entrar y yo daba vueltas hasta que entraba.

Igual se entraba, había menores que estaban con los padres.

Eran chiquitos y aprendieron a bailar ahí, pero con los padres.'

 

¿Si ibas con tu papá y tu mamá?

'No, yo no iba con mi papá y mi mamá, yo me escapaba'

 

¿En algún momento cuando te hiciste grande lo seguiste eligiendo?

'Sí, siempre. Y cuando llovía se llenaba de agua y la sacamos nosotros, la gente con secadores para poder bailar a la noche.

Para Nochebuena, Navidad y el 31 o los carnavales era hermoso. Se divertía de manera sana, era otra época. Los disfrazados te hacían llorar de la risa. A veces te enterabas quien estaba debajo del disfraz o a veces no.

Aparte venía el pobre, el rico, el croto. O sea, que era un ambiente en el que no había diferencias. Nadie te miraba ni la gente se fijaba en tu ropa o tu cuerpo y otras cosas que antes pasaba en otros lugares. Gracias a Dios eso ya no pasa. Pero yo que fui toda la vida jamás escuché un comentario discriminatorio.'

 

¿Te escapaste, creciste, aprendiste a bailar y te enamoraste?

'Tal cual, después me casé. La dueña venía a visitarme, casi que fuimos familia y quedaron esos recuerdos hermosos. Porque son de una época que ya no va a estar más, porque las cosas cambiaron mucho. Ahora hay mucha droga y mucha adicción.

A mi me dicen que siempre hubo, que ya existía pero no, para mí no.

Después en el mismo lugar había un tipo de whiskería, pero esto fue después de muchos años. Yo ya era más grande.'

 

¿Qué días abría?

'Era de lunes a lunes. El día sábado funcionaba como un bar y cuando terminaba se podían quedar ahí. Era muy lindo tomar algo, era bailable también pero muy completo.

Se decía que trabajaban chicas, muchos dicen eso pero nada que ver con eso menos en la época de Petón, el dueño.

Son mentiras. Iban los chicos chiquitos en la época de Petón y dormían en la cama de ellos.

Los chicos durmiendo ahí , los padres bailando, eso habla de la gran confianza que había.'

 

¿Sabes cómo se inició?

'No tenían pista, nada, eran todos cajones, había un tronco de una planta, un tronco redondo al que habían cortado y habían hecho una mesa.'

 

¿Qué pasó con los vecinos? 

'Yo era María la del Barrio. Mucha gente ya no está y yo me mudé cuando me casé. Me vine a vivir a mi casa, hace 20 años que vivo acá, todos esos chiquitos ya no están más.'

 

¿Extrañas esa época?

'Y si, además uno se acostumbró a esa época, a comer los del barrio juntos, yo me acuerdo que se festejaban las noches de fin de año, cosas que ya no existen, la fogata, los carnavales, toda la tarde corriendo, jugando. ¿Cuánto hace que no veo a nadie jugar carnaval?

A veces me saluda alguien y la verdad no sé quién es. Entonces me dice que me conoce de estar bailando en esa pista.

En esa época se acostumbraba a ver a los vecinos sentarse afuera, dejar la puerta abierta, tomar mate y estaban hasta las dos o las tres mañanas gente grande escuchando la música que venía de este lugar del que hablamos y tengo tantos hermosos recuerdos. El más importante, donde conocí a mi marido. Ahora sólo me quedan fotos y nostalgia.

 

¿Me decís María de qué lugar de Chacabuco estamos hablando?

 'Del Recreo Tropical La Cambicha. Creo que muchos van a recordar algo de esos tiempos.'

Y de pasada me paro frente a la fachada que es lo único que quedó allí, como guardián embalsamado defendiendo su territorio.

Me costó poco imaginar el escenario, las sillas con sus mesas pintadas, las veredas perfumadas de quienes esperaban para entrar, el sonido en todas sus versiones, el de las copas, las risas, la música, los tacones y los niños escondidos detrás de los botellones.

Me quedé con uno, el sonido del silencio que es perturbado por algún motor de auto o moto.

La portada se mantiene estoica como homenaje a esa época que ya fue pero sigue vigente en la memoria de sus asiduos amantes del baile y su entorno particular.

La Cambicha marcó una época y eso nada lo puede cambiar. Eso es porque preferimos construir puentes que muros entre el pasado y el presente.

A través de fotos pegadas en álbumes y relatos prestados para redactar la nota encuentro la magia de revivir cada palabra.

Y confirmar que nada muere si perdura en la memoria.

¡Gracias María!

 

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