Medios, papel o tijera

Por Marcelo Chata García
Cuando hacia el siglo XVIII aparece la prensa, su función poco tenía que ver con informar accidentes de carruajes, jóvenes irresponsables molestando a vecinos con revoltosos caballos, o la crónica de algún partido de Críquet. Con el incremento de la participación de las burguesías en los gobiernos y el nacimiento de la democracia, la prensa fue un órgano de difusión de ideas. Su divulgación pública la diferenció de los géneros propios del mundo académico, y de temprano adquirió estrategias retóricas audaces para participar de lleno en la dimensión política de la realidad. Las polémicas se alimentaron de las noticias, con las que comenzaron a compartir páginas y a diferenciarse en géneros. Una cosa fue informar, otra opinar. Allí nació la confusa exigencia de objetividad y diversidad.
El periodismo impreso gobernó el escenario en el siglo XIX hasta la aparición de otros medios masivos de comunicación: radio, salas cinematográficas, televisión. La competencia lo fortaleció. El papel, con la fuerza lógica de la escritura, envolvió a la piedra mediática y marcó agenda. Escribir en un diario se hizo escuela indispensable para cualquier periodista y llegar a firmar una nota signo de distinción para promoverse a otros medios.
Con la aparición de Internet y las redes sociales el escenario se trastocó. Los Smartphone pasaron a reemplazar al soporte: papel, radio o televisor, y conjugar todo: escrito, voz e imagen. Las redes modificaron los códigos del lenguaje, las retóricas argumentativas y las fuentes de información. El periodismo gráfico se vio atacado por un movimiento de tijeras. Un filo: los costos del papel y la estructura empresarial; el otro, las prácticas del ciudadano.
Sin embargo, hay algo del prestigio y de su trazabilidad que nos llevan a abrazarnos a su continuidad. El anonimato de las redes es el espacio perfecto para las tácticas de Fake news, trolls, haters, y la manipulación de los algoritmos. Frente a eso, la prensa gráfica sigue siendo de personas identificables que se meten en el barro de la discusión de ideas y la participación política. A diferencia de aquella, la prensa escrita no se reduce –aunque lo contenga- al marketing político.
La tijera corta al papel, pero existe el riesgo que éste envuelva la roca y desafile sus hojas. Será por eso que aparecen gobiernos que quieren darle un último empujón, quitarle financiamiento y hacerla desaparecer. He ahí el valor pertinaz del esfuerzo de Cuatro Palabras de permanecer en la calle, más allá de expandirse en el entorno virtual. 11 x 11: 'Die Philosophen haben bie Welt nur berfdjtebenn interpretirt, es fommt aber barauf an, fie zu veränbern', escribía Marx en su Tesis XI sobre Feuerbach. Celebro sus 11 años, Cuatro Palabras.
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