MUCHO MÁS QUE NOMBRES: DISCUSIÓN DE MODELOS

(*)Por Washington Uranga
Desde mañana miércoles 7 de mayo la capilla Sixtina, en el Vaticano, se convertirá en el centro de la atención mundial hasta que el humo blanco anuncie que se ha elegido un nuevo papa. En ese momento -y aunque no se salden las diferencias- habrán quedado atrás las votaciones, también debates, tensiones, alianzas y disputas que son teológicas, eclesiológicas y pastorales, pero también políticas y de poder.
Los cardenales elegirán un nuevo papa, máxima autoridad de la Iglesia Católica universal. Pero en la elección de esa persona va de suyo la selección de un proyecto para la iglesia como institución, pero también del tipo de relación que el catolicismo -que ejerce la vocería de 1.400 millones de personas a lo largo y a lo ancho del mundo- quiere tener con la sociedad. Y no con 'la sociedad' en abstracto. Sí con un escenario internacional atravesado por innumerable cantidad de conflictos, de guerras, de disputas que escenifican luchas por el poder y la economía, hegemonías y dominaciones, esclavitudes y descartes, ganadores y perdedores, mientras el planeta entero parece transitar hacia su propia auto destrucción evidenciada en lo que, casi eufemísticamente, se denomina 'el cambio climático' y cuyas consecuencias padecemos cotidianamente quienes lo habitamos.
Conservadores y progresistas
Por eso no es impropio hablar de la disputa cardenalicia entre 'conservadores' y 'progresistas'. En la elección del papa se discute asimismo un modelo de iglesia (una eclesiología dirán los conocedores del tema) y una teología (una manera de entender el anuncio del Evangelio) que no es otra cosa que debatir dese una perspectiva religiosa una forma de relación, de convivencia entre seres humanos, que incorpora diferencias políticas, culturales y sobre modelos económicos.
La manera en que esto se expresa en esta coyuntura es la simplificación dicotómica entre quienes pretenden darle continuidad a las ideas del humanismo universal de Francisco -ciertamente incómodas para los poderes actuales- y otros que pugnan por abandonar esa senda -para 'volver a la normalidad', dicen- y que la Iglesia maquille mediante una prédica dócil con los poderosos la inequidad que hoy gobierna el mundo.
La escenografía vaticana de los últimos días también habla de disputa entre el respeto por el legado de Francisco y la persistencia de la simbología a la que se aferra el sector más conservador y clerical del catolicismo. La foto del austero entierro de Jorge Bergoglio en la basílica de Santa María la Mayor acompañado -como fue su deseo- por un reducido grupo de personas trans, migrantes ilegales, reclusos y pobres contrasta con la presunta elegancia de tiempos idos que ofrece el rojo de las sotanas cardenalicias transitando las calles romanas y la pompa del ceremonial vaticano.
No son los únicos contrastes. Mientras los cardenales barajan nombres de candidatos, construyen alianzas y estudian alternativas, a tono con los tiempos las plataformas de apuestas atesoran ganancias haciendo su negocio también con la elección del papa. Nada ni nadie escapa a la voracidad sin límite del mercado de las finanzas. Para sumar contrastes ya funciona la tradicional chimenea de la capilla Sixtina por la que saldrá el humo negro o blanco que le anunciará al mundo si la elección ha sido fallida o si la Iglesia ya tiene nuevo pontífice. Pero en el mismo recinto se instalaron inhibidores de señales para garantizar el aislamiento con el exterior y todas las ventanas fueron selladas para evitar intromisiones. Tampoco habrá intérpretes, el idioma oficial será el latín y los cardenales se auxiliarán unos otros cuando sea necesaria una traducción.
¿Los candidatos?
Serán 133 los cardenales menores de 80 años que participen de la elección. Se necesitarán 89 votos para elegir al pontífice. El mismo miércoles habrá una primera votación pero es poco probable que de allí surja el nombre del papa. En los días subsiguientes habrá dos votaciones por la mañana y otras tantas por la tarde y todo indica que el cónclave durará como máximo tres o cuatro días.
Puede fallar. Toda predicción es incierta.
Los conservadores no atinan a proponer un candidato porque están convencidos de que no llegarán a sumar los votos para imponerlo. Se inclinan por Pietro Parolin (70), a quien consideran un moderado con habilidades de diplomático, pensando que también y ante una eventual falta de consenso el italiano puede atraer votos de cardenales que propugnan la continuidad de la perspectiva participativa ('sinodal'), reformista y social de Bergoglio.
Del otro lado los que concitan respaldos son el filipino Luis Antonio Tagle (67), pero también los menos conocidos Mario Grech (67, de Malta) y Pierbattista Pizzaballa (67, italiano y actual Patriarca latino de Jerusalem). En la lista inicial de candidatos no hay argentinos y tampoco latinoamericanos. Pero todo eso puede cambiar a la hora de las negociaciones, alianzas y ante la necesidad de encontrar un consenso que le permita a la Iglesia Católica salir de la incómoda situación de 'sede vacante'.
(*)Para Cuatro Palabras
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