Papelito puso fin a su show luego de más de 60 años de trayectoria

El histórico y popular Papelito, cuyo verdadero nombre es Carlos Brighenti, es una figura icónica del entretenimiento en Argentina. Con una trayectoria de más de 60 años, ha dejado un legado imborrable en el mundo de la actuación y el espectáculo.
Esta semana, el artista, que desde hace unos meses se encuentra radicado en Chivilcoy, anunció el fin de sus shows. Lo hizo a través de un comunicado que dice lo siguiente: "Quiero comunicarle a todos mis amigos que no presentaré más mi show de Papelito en clubes, cumpleaños y peñas. He decidido retirarme de la actuación. Seguiré sólo haciendo mis programas radiales. Gracias a mi público por tanto cariño durante tantos años y mi corazón agradecido".
Los shows de Papelito, que combinaban humor, magia y entretenimiento para todas las edades, se convirtieron en un clásico de la cultura argentina. Brighenti, que tiene un hijo que vive en Chacabuco, se ganó el cariño del público gracias a su capacidad para conectar con las personas de todas las edades y su compromiso con la calidad y la originalidad de sus espectáculos.
Además de su trabajo en el escenario, Papelito también ha sido un pionero en la radio, con programas que han deleitado a audiencias durante décadas. Su dedicación a su arte y su pasión por entretener y hacer reír a la gente lo han convertido en una figura querida y respetada en Argentina.
En marzo pasado, Brighenti cumplió 75 años. Así se cumplieron 63 años desde el día en que se fue de su casa y empezó con los radioteatros de la compañía de Humberto Lopardo, alias 'Pichirica'. El hombre que supo crear el circo que recorrió cada pueblo de la provincia de Buenos Aires en las décadas de los 80 y 90 nació en Norberto de la Riestra, partido de 25 de Mayo. Su abuelo, llegado de Italia, fue un inspirador. Era profesor de música y con él empezó a tocar la guitarra, el acordeón y a cantar. Pero además le sumó actuación.
Por esos primeros años, siendo un niño, pasó por el programa de Roberto Galán 'Si lo sabe, cante', donde se ganó la jaula y el canario que allí entregaban. Mientras actuaba en cantinas del barrio de La Boca y otras zonas por un plato de comida, volvió al pueblo que lo vio nacer porque era momento del servicio militar obligatorio. Pero un número bajo lo salvó.
Con la idea de armar un circo, junto a su tía que trabajaba en uno, dio los primeros pasos ayudando a un payaso en Urdampilleta, partido de Bolívar. Y hacia 1975, en Junín, montó su propia carpa de doce metros de diámetro de bolsas de arpillera y unos palos de acacias. Para conseguir esos 110 metros de tela, dejó la guitarra en garantía.
La gente iba a las funciones con sus propias sillas. 'Tenía 23 años y hacía la función casi solo. Mi primera mujer, con la que tuve cinco hijos, era la contorsionista y después estaba yo, con mi guitarra', contó Papelito. Luego, con su segunda esposa, tuvo un hijo más. Aquellos tiempos eran también en los que él fabricaba hasta las casillas en la que se transportaba (y dormía) su familia de pueblo en pueblo. Con su bicicleta recorría los barrios para convocar a las pocas personas que, en esos primeros meses eran las que entraban en la carpa. Luego la leyenda iba a ir agrandándose y el circo, sin abandonar su costado popular, creció. Eran años en los que él, con estilo propio, representaba en cada función una obra que hacía reír a grandes y chicos.
Además de recorrer La Pampa y Santa Fe, la provincia de Buenos Aires fue clave en su vida artística. Solía pasar hasta dos meses en algunas de las ciudades, con funciones que convocaban hasta mil personas. Eso sí, siempre a precios populares. Y el que no podía pagar, también entraba. En época de Navidad podía dejar un pan dulce o una sidra y él, con su familia, se encargaba de repartirla entre las familias más necesitadas del pueblo. Nunca fue un empresario, fue un artista de circo. Vivió, y vive, con lo justo, como la mayoría de los mortales.
Los años pasaron, el circo tuvo sus vaivenes, y Papelito decidió vender su creación. 'Fue en 2010, que le cambié por un auto el circo a un uruguayo que aún sigue, pero con otro nombre. Liquidé todo y repartí la plata con mis hijos', recordó. Desde ese momento, cada uno de sus seis hijos tomó caminos diferentes. La vida de años y años durmiendo en casillas rodante llegaba a su fin.
Sin embargo, el creador del último circo criollo del país no iba a darse por vencido. A bordo de su auto recorrió hasta hace unas semanas clubes de pueblo, peñas, salones sociales y hasta cumpleaños donde lo llaman para animar a grandes y chicos. 'El otro día me contrataron para un cumpleaños de un hombre que festejaba sus 94 años', contó en una entrevista con Democracia de Junín. En 2019, Brighante llegó a la pantalla grande gracias al documental 'Papelito', que se puede ver en la plataforma Cine.ar.
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