Pateando sombras

(*)Por Sebastián Russo Bautista.
Fui a Paulino hace 15 años. Estaba escribiendo sobre la historia de mi abuela y sus hermanas. Las Carrizo se llamaría algo que iba juntando páginas escritas, aunque sin formato ni rumbo definido. Mi abuela con Alzheimer había permitido paradójicamente o no tanto el recordar de mi madre, que me cuenta que su padre adoptivo, a quien conocí como mi abuelo, había sido policía durante la dictadura. Lo supe al tiempo que daba clases en la Comisión Provincial de la Memoria. En el mismo edificio donde aquel trabajaba. Hoy recuperado por la sociedad civil. Como la ESMA. La conmoción de tales descubrimientos y entrecruces me llevaron a Paulino en búsqueda de algo. Paulino era donde mi abuelo postizo pescaba y donde mi abuelo de sangre, al que no conocí, se sacó una foto celebrando allí el primer aniversario del 17 de octubre del 45. Ahora no recuerdo cómo me enteré o llegué a saber que Haroldo Conti escribió en esa misma isla lo que sería su última crónica antes que lo desaparecieran. Tal despliegue fantasmal se había dispuesto de tal modo que ya no podría salir de allí.
Fui a Paulino durante un año. Paraba en lo de Jorge y Coca, en el primer recreo apenas se baja de la lancha y en un hospedaje del que había quedado la mitad de lo que era antes de algunas de las inundaciones históricas. Charlaba con Miguel Ruscitti, que decía que se le caía el muelle por los barcos que acompañaban trasatlánticos, los prácticos, que pasaban solos a toda velocidad y a los que les disparaba para que aminoraran su marcha. Entre ellos y otros, se entremetía Conti, su fantasma. Muchos me decían que en su crónica había mentiras. Que no entendían por qué le habían dado su nombre a la amarra en Berisso. Que solo estuvo tres días ahí. Pero que le bastaron para escribir una crónica, 'Tristezas del Vino de la Costa o la parva muerte de la isla Paulino', que según Juan Bautista Duizeide es un texto modélico en su género. Donde a la descripción detallada de su estar allí, de los personajes, paisajes y vivencias, se le anuda una metáfora del derrumbre no solo de Paulino, con su dolor de ya no ser lo que había sido antes de sus inundaciones, sino de un país que en el 75 ya está hundido en un baño de sangre y en la antesala de la sistematización de la desaparición, vejación y muerte, que se lo llevó al propio Haroldo, modus operandi que incluía, de modo necesario, otro/mismo derrumbe, un plan de miseria planificada, como denunció tiempo después su colega de escritura y de islas, Rodolfo Walsh.
En la Delta, me encuentro nuevamente con Haroldo. Estamos en pandemia, nos vinimos con mi compañera por quince días y yo ya no me fui. Remando habíamos descubierto la Casa de Conti también Museo. Empiezo a visitar el predio con frecuencia. Le doy un ejemplar del libro que derivó de mi visita a Paulino a la cuidadora, guía de entonces, una de las hijas de los Bruzzone, amigos y vecinos de Conti. Me quedo horas allí, leyendo, tomando mate. Además de bello y tranquilo un halo sagrado y fantasmal componen el lugar. Lxs amigxs que vienen a visitarme terminan indefectiblemente y fascinadxs recorriendo sus pasarelas. Con compañerxs de andanzas isleras, fuimos el año pasado a lo que fue la casa de Walsh y Ferreyra. Con otrxs anduvimos merodeando la Martín García. Aquí, ahora, estoy terminando una cabaña a doscientos metros de la de Haroldo, en un arroyo que intentamos nominar Conti. De isla en isla, Haroldo acompaña y marca por donde seguir. Hablar con el espectro, como hago cada vez que paso ante su imagen, que irrumpe y espera en el muelle de su casa, intentar trazar una conversación con él, con ellxs, parece ser lo más concreto y tangible a hacer. Sobre todo, en tiempos de memorias desgajadas, maltrechas incluso por tintineos tecno-atencionales. En la crónica de Paulino, de hecho Haroldo, mientras dice que los de allí y él mismo, ya islero, andan pateando sombras, garabatea a su vez un plan de acción, un método islero (y no solo) posible, que reescribimos: 'Me vuelvo, para mirar el río y –mientras navego entre memorias- me pongo a imaginar'.
(*)Sociólogo, docente, escritor. Coordina el Taller Conti en la Casa Museo Haroldo Conti en el Tigre.
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