Patrimonio: Conocer para saber; saber para valorar; valorar para cuidar.

El patrimonio arquitectónico y cultural es un testimonio tangible y afectivo de la historia; forma parte de la memoria física de una sociedad que perdura a lo largo del tiempo.
Nos permite conocer valores, creencias y aspiraciones de las comunidades que lo crearon. Da cuenta así, de su historia, su identidad y la creatividad en un espacio y un tiempo determinados. Cada edificio, cuenta una historia que es única y que conecta el pasado con el presente y se convierte en testimonio viviente de la evolución de las sociedades a lo largo de su historia. Por eso, nos proporcionan una ventana por la que asomarse y comprender nuestra propia historia y raíces culturales.
En la jornada 'Leer ciudad' que dio origen a esta columna editorial surgió, gracias al aporte de la antropóloga Maricel Pelegrín, la importancia patrimonial del edificio del Banco Nación, obra del arquitecto noruego Alejandro Christophersen.
Emplazado en la céntrica esquina de Belgrano y Sarmiento se trata de una obra que data de 1905. Si bien desde el exterior se observa un edificio único destinado a ser la sede local del Banco Nación cuenta, además, con una vivienda. El exterior en estilo academicista, es bastante austero en cuanto a ornamentación, se destacan las líneas horizontales en su parte media y molduras alrededor de los vanos y la moldura del basamento y el remate; el ingreso sobre la ochava sólo se acentúa por la amplitud de su vano y una moldura más alta. Si bien ha sido intervenido para adaptarse a nuevos requerimientos, el espacio en sí es bastante moderno desde el principio, una planta prácticamente libre para los espacios públicos del banco y luego dependencias (oficinas, sanitarios, office, archivo, etc.) que se ubican en dos plantas hacia el fondo del lugar.
Respecto a la vivienda, podríamos decir en el arco opuesto, es una vivienda que responde a su tiempo, cuyas demandas cuestionables presentan espacios dispuestos de forma tal, que actualmente nos parece ineficiente en 'lo funcional' (por ejemplo, los espacios muy segmentados, la cocina y comedor totalmente desvinculados por el interior, dormitorios totalmente conectados entre sí).
La pregunta que surge de todo esto es ¿en dónde radica la importancia patrimonial de este edificio?
La respuesta está en la trayectoria y recorrido cultural de su autor, y en la obra del Banco, que forma parte de su enorme legado arquitectónico. Conozcamos a Alejandro Christophersen…
Alejandro nació en Cádiz en 1866. Fue un arquitecto y artista plástico de nacionalidad noruega (era hijo del cónsul de Noruega) que realizó sus más destacadas obras arquitectónicas en Buenos Aires.
En 1877 fue enviado a Noruega para que cursara sus estudios de Bachillerato.
En 1885 se graduó en la Escuela de Arquitectura y Escenografía de la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas. Se trasladó luego a París donde se incorporó al atelier Pascal de la rama Arquitectura de la École des Beaux Arts.
En 1887 viajó a Uruguay, donde permaneció brévemente, para luego ir a Buenos Aires donde se afincó y realizó una fecunda obra arquitectónica, tanto en su cantidad como en su calidad. Hasta 1892 trabajó como socio del ya consagrado arquitecto Carl Kihlberg, que había trabajado para el Estado Nacional diseñando parte de la Casa Rosada y el edificio de la Capitanía de Puertos de Buenos Aires (hoy demolida). Sus primeras obras en la capital argentina fueron para el Ferrocarril Bahía Blanca al Noroeste a través de los hermanos Hume, que eran ingenieros contratistas; y también trabajaron a la par para construir diversas residencias de la clase alta.
A partir de 1892, Christophersen lanzó lo que sería una muy exitosa carrera personal que duraría casi cinco décadas. La bibliografía especializada lo considera la figura central de la arquitectura ecléctica en la Argentina. En este país fue fundador de la Escuela de Arquitectura junto con Paul Hary y Joaquín Mariano Belgrano, uno de los refundadores de la Sociedad Central de Arquitectos y profesor titular de la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
En la década del 1920 mantuvo una polémica con el arquitecto vanguardista Alejandro Virasoro. El tema versaba sobre las diferencias entre el decorado de estilo Academicista, al que adscribía Christophersen, y el Racionalismo y Art Decó que irrumpían con fuerza.
El Palacio San Martín, actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, fue diseñado por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen. El antiguo Palacio Anchorena, ubicado en calle Arenales 761 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, le fue encargado a Alejandro Christophersen por Mercedes Castellanos de Anchorena. Esta magnífica contrucción concluída en 1909, marca uno de los hitos de la École des Beaux Arts en nuestro país y es considerada la obra cumbre de Christophersen. El edificio fue adquirido por el Estado argentino en 1936 destinado a la Cancillería Argentina y es actualmente su sede ceremonial.
También la fachada del legendario Café Tortoni, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos en el Cementerio de la Chacarita son algunas de las obras de Christophersen que conforman su gran legado arquitectónico.
Poner en valor y dar a conocer los edificios representativos y las experiencias arquitectónicas es, a la vez, una necesidad y una responsabilidad, porque no se valora ni cuida lo que no se conoce. Por eso, desde este espacio editorial, asumimos la responsabilidad de aportar nuestro granito de arena y hacer visibles algunos de estos edificios que son importantes para nuestra comunidad.
Fuentes:
https://www.norway.no/es/argentina/Noruega-X/noticias-eventos/el-arquitecto-alejandro-christophersen/
https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Christophersen
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