Pisando baldosas hacia el porvenir
Construir una casa es el sueño de todo individuo. Solemos decir, el sueño del techo propio.
Hoy comenzamos por los pisos. Al elegir y buscar calidad, precio y garantía es donde se interrumpe el sueño y nos volvemos realistas, inseguros y hasta pretenciosos de una garantía que no siempre está a nuestro alcance.
Hoy día hay muchas opciones que nos atrapan y juegan con la fantasía de cómo se vería nuestro hogar, pero no era igual hace más de 40 años donde esas elecciones pasaban a ser definitivamente limitadas pero no por eso menos exelentes.
Y para hablar sobre el tema nos dirigimos a un experto en la materia, un vecino que se vino de la ciudad de Rojas sin nada más que su bicicleta y un amor que lo esperaba para juntos comenzar una familia.
Pedro Ponce de León nos cuenta algo de su historia y sus primeros pasos en su flamante fábrica de pisos y afirma que es un oficio y no cualquiera hace mosaicos.
¿Dónde naciste?
'Soy oriundo de Rojas, pero soy más de Chacabuco que de Rojas, llevo toda una vida acá".
¿Cómo empezaste en el oficio?
'Comencé con mi hermano que tenía fábrica de mosaicos. Yo era un mocoso y ayudaba a sacar los mosaicos del agua, porque esos se ponen al agua, a juntar la arena seca, a hacer los trabajitos chiquitos. Y fui creciendo en ese ambiente, hasta que un día me hice mayor, más grande, venía seguido a Chacabuco y me puse de novio. Yo tenía una propiedad en Rojas, me estaba por casar y mi proyecto era poner mi propia fábrica en Rojas. Entonces mi hermano me tira la idea de poner una fábrica acá.
No fue fácil, pero él me ofreció ayuda, me puso una prensa y una horma, entonces hice una piecita con cuatro chapas y me puse a trabajar solito.'
¿Qué edad tenías?
'Tendría 24, 25 años y como me crié dentro del mosaico, era un profesional porque sabía todo. Y de tal manera que salía a los pueblos a enseñar. Porque el mosaico es una cosa que ves y te vuelve loco, hacer la figura, los colores, todo ese tipo de cosas. Y bueno, tuve un periodo que iba pueblo por pueblo y enseñaba en las otras ciudades.'
¿Por qué no en nuestra ciudad?
'Porque me copiaban lo que yo hacía, se creaba la competencia justo acá '
¿Y cómo siguió tu vida?
'Ya dije que empecé solo a hacer el mosaico. Después cuando me fui agrandando puse un muchacho, puse otro y mi trabajo era tanto que llegué a tener 17 empleados.
Tengo una linda historia al respecto, una vez entró un señor de acá del barrio y se asombró de verme tan jóven y trabajando tanto. Me pregunta si quiero un regalo. Yo me preguntaba ¿qué me va a regalar? y me dice, 'Te voy a regalar una plantita, vos la plantás en el fondo y vas a ver que va a ir creciendo la fábrica junto con la planta exactamente, o sea que la planta se hizo enorme, a tal punto que la tuve que hacer sacar con un tractor porque era impresionante lo grande que se hizo. Ese vecino era Ricardi, no recuerdo el nombre y era el padre de una señora maestra, María Ester. Tengo grabado ese recuerdo como si fuera hoy."
¿Te fue bien entonces?
'Yo hice mérito para seguir y le vendí mosaico a todo Chacabuco porque crecí con Chacabuco. Cuando vine acá estas casas no existían, era todo tierra, las veredas altas.
Estuve trabajando hasta que después se fue apagando la venta de mosaicos.'
¿Por qué?
Porque es un trabajo pesado, no quieren trabajar, tienen que tener mucha responsabilidad para hacerlo, porque es como si vos fueras un profesional, digamos, un contador, lo que sea. Es un oficio, es delicado. Gracias a Dios hay gente que viene y me dice que hace 50 años todavía tiene mis mosaicos, una cosa de locos y bueno, cuando ví que se fue perdiendo la mano de obra, que no tenía gente, no quise ser informal porque gracias a Dios tengo una conducta con todos mis clientes y entonces me dediqué al cerámico.
Tuve toda una vida dentro del mosaico, tengo mis herramientas ya caducas, llenas de óxido, pero están, ahí guardadas'
¿Todo en piso?
'No, no, me dediqué mucho a hacer las mesadas también. Antiguamente había una obra y te daban todo. Vos le tenías que hacer desde el mosaico para los baños, para las piezas, hasta las veredas. Antes se usaban piedras en las ventanas y era parte de nuestro trabajo. Hacía las piedras para las escaleras. En una obra había mucha vista, y se hacía todo. Y lo que tuve siempre, una conducta en mi trabajo. Nunca tuve un problema con un cliente, me han embromado porque no son todos iguales, pero hay mucha gente buena también. Estoy agradecido a este pueblo porque me ayudó mucho a crecer.'
Pedro, sabemos que tuviste un incidente con una mascota y estás convaleciente, pero seguís trabajando ¿No?
'Sí, seguimos en el trabajo, mi nieto hace las lajas para vereda y para revestimiento y en la fábrica cuando me piden una mesada por ejemplo, la hago yo.
Tengo que agradecer a Dios que tengo mucha salud, tengo una cierta edad y no tengo nada, estoy fuerte como siempre'.
¿Y porque te gusta tu trabajo?
'Me gusta. Yo podría dejarme sentar en la vereda y mirar a la gente que pasa. Pero no es así porque si no perdés tu vida, tu estado, la esencia de uno. Té quedaste con eso.'
¿ Con el tiempo te hiciste la casita?
'¡Y para hacerla me costó! Le vendí pisos a todo Chacabuco. En cada cuadra de la ciudad es muy difícil que no vean un cliente mío y así fui construyendo y creciendo.'
¿En qué año viniste?
'En el año 67 vine. Con una bicicleta , los pantalones puestos y un amor acá'
¿Te viniste por un amor?
'El amor nació acá, mi novia en esa época, era de Chacabuco, mis hijos son de Chacabuco y todo lo que yo amplié y viví es todo de Chacabuco. Mis hijos son todos trabajadores. Me podría haber quedado en Rojas y tener mi casita allí'
Además de algún trabajo de granito ¿Qué otra cosa tenés en tu negocio?
'Estoy en la calle Entre Ríos 337 vendiendo cerámica de primera calidad y mis clientes siempre pasan'.
¿Aún se busca el granito?
'Si, buscan granito porque el granito se recupera con las máquinas de pulir. ¿Entonces qué pasa? Yo tengo la máquina ahí pero tirada, no va nadie a pulir. En la época en que hicimos nuestra casa, se puso el granito y después la pulida. Cada tanto encuentro algún cliente y me dice que los mosaicos que les hice están impecables, hermosos y eso no tiene precio.'
¿Qué materiales se usan para hacer eso? ¿Qué materia prima?
'La materia prima es arena, arena gruesa, cemento, cemento blanco, marmolina, los colores, y hay que tener una muy buena atención en la preparación del color, porque vos le tenés que dar todos los mosaicos iguales, el mismo tono.'
¿Cómo se hace?
'Se echa una medida de color con una cantidad de agua ya especificada y dejarlo de un día para otro porque el color revive y cuando te van muchos metros tenés que hacer permanente el color.'
¿Y si te lo cambiaba?
'Yo tenía esa seguridad que no me lo cambiaba pero era una casa entera, después tenía muchas cositas para hacer, los dibujos por ejemplo, yo hacía cualquier dibujo.
Una vez viene un señor de Saladillo. Este hombre tenía un negocio inmenso y los albañiles brutos le habían roto el piso para hacer un trabajo. Y el piso era un espectáculo. Entonces de Chivilcoy me lo mandaron a Chacabuco, porque me conocían. Me explicó. 'Este mosaico tengo que hacer'. Y yo, descarado le digo que se lo hago igual. ¿Me lo hace? Sí, sí, digo, dejame el mosaico y yo te llamo. No tenía teléfono, no sé cómo me comuniqué y apareció al tiempo.
¡Igualito! Y si, si no, no me comprometía. Me agradeció, se los cargó y cuando le dije un precio razonable en esa época 300 pesos ponele, me dejó mucho más y se fue recontra agradecido'
¿Nunca tuviste problemas, nadie te vino a reclamar, nada?
'Nunca, jamás. El que te reclama es quien que no te paga, es sinvergüenza. Pero yo por lo general cuando hacía el pedido revisaba uno por uno. Si había alguna cosa con una puntita saltada o un defecto lo descartamos porque después lo vendíamos más barato pero por lo menos no tengo enemigos entre los que le vendí, por eso tengo la trayectoria gracias a Dios.'
Y eso es lo que rescata Pedro, su trayectoria a través del tiempo, su calidad impecable y sus ganas de seguir siempre por más.
Tuvo que reinventarse y poner un negocio de cerámica, la vedette de la época que vivimos pero aún guarda sus herramientas obsoletas pero parte de su patrimonio y de su historia de un jóven marmolero que vino de la ciudad de Rojas con una bicicleta, un amor y muchas ganas de progresar.
¡Cómo quién dice, hizo piso, y echó raíces!
¡Gracias Pedro!