Puede ser peor

Si bien la actividad agrícola tiene una escasa demanda de mano de obra directa, el impacto indirecto se nota en nuestra economía local cuando a ese sector le va bien. Teniendo en cuenta que el ciclo 2023 estuvo atravesado por la peor sequía de los últimos 70 años, durante la previa a la cosecha 2024 reinó el optimismo. Si bien los resultados de rinde cubrieron las expectativas del sector, cuando llegó el momento de la comercialización se abrieron los interrogantes en cuanto al volumen del que se desprenderían aquellos que pueden invertir todo o parte del excelente. Lejos de eso, y a la espera de la promesa de quita de retenciones, los hombres de campo prefirieron guardar en su propia moneda. Son miles los silos bolsas que mantienen en resguardo los porotos que no van al puerto. Mientras tanto, con un dólar oficial asfixiado, llegan malas noticias en cuanto al precio de la oleaginosa en el mundo. La caída de la cotización es constante y todo parece indicar que nada cambiará ya que Estados Unidos, segundo productor detrás de Brasil, acaba de anunciar una cosecha récord. Si a esto se le suma que en breve la Argentina exportará gas y petróleo en volúmenes que le permitan un ingreso de dólares superior a los que aporta el campo, estos últimos perderán su posición dominante para presionar por la quita de impuestos. Hace apenas dos meses, un agente inmobiliario comentaba que en nuestra ciudad 'hay solo compradores para parcelas de campo'. En los últimos días, quienes miran más allá de los alambrados, aseguran que los tiempos por venir pueden ser aún peores y que sin dudas, estas ecuaciones harán caer bruscamente también el valor de la tierra.
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