Vacaciones con bolsillos flacos
A pesar de la ocupación, la gente no consume y obliga a operadores y funcionarios a explorar distintas alternativas para minimizar pérdidas.
Los municipios costeros de la provincia de Buenos Aires trabajaron articuladamente con el empresariado turístico local en distintas estrategias de reducción de daños, frente a una temporada que amenazaba con ser un rotundo desastre. El desafío es aguantar ante un verano que refleja el derrumbe de la actividad económica que marcó el pulso del año 2024 en el país. Así, con la promoción de ventas anticipadas, con eventos y fiestas populares para posicionar a los distintos destinos y otras políticas, vienen consiguiendo que la temporada sea apenas igual de mala que la anterior, cruzada por la devaluación de 118 por ciento con la que Javier Milei debutó como Presidente.
"El nivel de ocupación en sí mismo no es tan malo. Hoy estamos en torno al 80 u 85 por ciento de la capacidad. Nuestra preocupación es el consumo, que es mínimo. Por ejemplo, en los restaurantes donde había tres turnos para comer, ahora hay dos. Hay menos empleados, porque los dueños atienden para bajar costos", ejemplificó Diego Ginestra, secretario de Turismo del municipio de Mar Chiquita.
Frente a este panorama, contó el funcionario, la estrategia del gobierno local consiste en fortalecer y multiplicar las fiestas populares, un signo distintivo del lugar, que favorece a comerciantes y artesanos, pero también les brinda oportunidades de trabajo a los artistas locales.
En el Partido de la Costa coinciden en señalar el bajo consumo como dato central, aunque allí la ocupación es un poco menor a la de Mar Chiquita, distrito vecino a Mar del Plata. "Tenemos en promedio un 65 por ciento de ocupación, cuando los operadores tenían expectativas de llegar a cerca del 75. A la vez, es muy dispar según la localidad. Costa del Este, que es el de mayor poder adquisitivo, está al 90%. Los más populares, como San Clemente, Santa Teresita y Mar de Ajó, están muy por debajo de eso", dijo el secretario de Turismo, Cristian Escudero.
El funcionario señaló que alcanzaron esos niveles "gracias al trabajo de preventa de la temporada durante los meses anteriores". "Después de la Feria Internacional de Turismo (FIT), asumimos que iba a haber una competencia fuerte de Brasil y convinimos que era mejor cerrar precio cuanto antes, para que no se repitiera lo del año anterior, que por incertidumbre se perdieron días valiosos de temporada. Algunos hasta ofrecieron la opción de tres pagos. El planteo que hicimos y fue bien aceptado fue que mejor pájaro en mano que cien volando", explicó.
Sin embargo, a pesar del relativo éxito de esa estrategia, el funcionario observa que "en los restaurantes no hay renovación, termina de comer un grupo y no hay otro esperando para sentarse" y que "en los parques, el corte de tickets es muy similar al de la temporada pasada, que estuvo entre 30 y 40 puntos debajo de la de 2023".
El empresario inmobiliario de la costa Fernando Giovannángelo complementó el panorama trazado por Escudero y explicó que "casi todo lo que se alquiló se cerró entre agosto y octubre, y el que no alquiló ahí después se fue quedando sin plata o empezaron a no darle los números". Hoy, las reservas para febrero están apenas en un 30 por ciento. "El público nuestro no está en Brasil, está en su casa. Muchas casas están ocupadas por los dueños, que no consiguieron alquilarlas", afirmó.
Además, Giovannángelo advirtió un problema futuro. "El invierno pasado fue duro, pero este va a ser peor, porque el consumo viene muy golpeado, muy bajo, sobre todo el rubro gastronómico, que es donde trabaja la gente de allá".