Vicente Repetto nos cuenta cómo es salir cada día a la calle a recolectar cartones.

La cuestión es saber adaptarse, encontrarle el punto justo a las infinitas situaciones y al tamizar, quedarse con los mejores ingredientes de la vida.
Somos todos individuos diferentes pero hay algo que nos iguala. El paso del tiempo. Y ante su implacable rodar huracanado nadie tiene el poder de detenerlo.
Vicente Repetto le hizo una gambeta y a sus 87 años sigue saliendo cada día a recolectar cartones para vender. Con un carro que tira con su bicicleta, vieja amiga de calles y caminatas bajo el sol rabioso o el frío intenso, días fructíferos y no tanto. Charlas y saludos de los vecinos de Chacabuco que lo ven pasar cada jornada con su puchero al hombro.
¿Siempre hiciste este trabajo?
'No, yo trabajé en los campos, en las máquinas cosechadoras, sembradoras, arados especialmente y todas las tareas del campo hasta cumplir 70 años que me jubilé. Después ya no estaba más para eso y dejé.
Cuando dejé tenía que seguir haciendo algo y me dediqué a esto del cartón.'
¿Cuánto hace?
'Hace 17 años que ando con esto en la calle.'
¿Cómo fue que pintó lo del cartón?
'No, no, porque primero de todo, cuando vivía mi padre en esta casa, salía a cortar pasto. El viejito se dedicaba a cortar pasto y yo salía con él y el hijo mío.
Pero nosotros no sabíamos cobrar y la gente nos daba una moneda, entonces no era vida y empecé con el cartón porque sabía que eso tenía un valor'
¿Cómo es el proceso?
'Yo voy a juntar, después lo elijo, lo acomodo, el papel blanco por un lado y del otro el cartón. Va todo aparte, las cajas reciclables van para otro lado y ya tengo un trato con los negocios que me las guardan.
A las seis de la mañana arranco y llevo todos los días lo que junto según lo que sea a vender. Pero ahora no ando tanto en la calle, casi que no ando y la mayoría de los lugares donde recolecto son negocios donde me los guardan. Tengo una clientela y tengo un compromiso
Hubo una época que juntaba botellas, pero ahora no vale, y el cartón deja plata, no es mucho, pero es algo.
Soy jubilado de peón rural y cobro la mínima. Hace muchos años desde el 2002 que estoy jubilado, tengo 87 años y gracias a Dios puedo andar, veo muy poquito pero puedo andar.'
¿Todo lo acomoda en la tarde?
'Ahora tengo que acomodarlo para llevarlo mañana. Lo estoy eligiendo, dejo lo que no sirve, porque no puedo llevar todo mezclado, Yo tengo un compromiso de llevar cierta categoría, no puedo llevar basura.'
¿Tiene categoría el cartón?
No, no, yo junto todo el cartón y voy apartando las cajas que son reciclables, para volverlas a usar'
¿Y usted sale en una moto?
'No, una bicicleta. Bicicleta y el carrito atrás. No sé manejar motos, ni me animo tampoco'
¿Cómo es un día suyo?
'Me levanto a las seis de la mañana, hago mates, le hago unos mates a la señora, y después salgo. Después ya cuando vuelvo de juntar cartón a las ocho, hago otros mates y al rato sí, ya salgo de vuelta hasta las once que vengo con los mandatos. Y después, por la tarde acomodo todo lo que traigo. '
¿Verano e invierno el mismo horario?
'En invierno salgo un poquito más tarde'
¿Siempre de mañana por si no llega a encontrar los cartones?
'No tengo problemas con eso porque ya saben que voy a buscarlo y me las guardan.
¿Cómo está formada su familia?
'En mi familia somos poquitos. Hace poco perdí a mi hermana. Ahora somos mi señora, yo y cuatro hijos'
¿El campo le gustaba?
'Si, si, y lo hice toda la vida, toda la vida, de chiquito, yo nací, me crie en el campo.
En el campo de San Marcos, cuartel octavo. También es sacrificado el campo. Yo manejé la última máquina de arrastre, la última que anduvo en Chacabuco, la última que no era automotriz'
¿Pensó en dejar?
'Hasta que Dios diga basta no, no, no mientras pueda andar. Tengo toda la intención de seguir si, mientras pueda, yo no puedo estar quieto'
¿Qué hace si se queda quieto?
'Te pasa por encima la vida sí, sí, por eso entonces trabajando uno se olvida de los problemas y si yo me pongo a pensar con todo lo que me pasó en la vida no estará bueno'
¿Tiene animales?
'En el fondo tengo gansos y gallinas, junto huevos, no vendo huevos ahora porque está con pollitos pero bueno, es otra actividad, una sola cosa no alcanza pero lo importante es la salud, usted puede ser millonario pero si no tiene salud no sirve de nada.
También tengo bidones que usamos para los productos como cloro, detergente, y otros que se venden sueltos y sale más barato. Me los guardan los negocios como La Strada, Rogelio y otros, entonces son limpitos.
Es un trabajo como cualquiera, a veces más sacrificado, otras no tanto.
Cada mañana es como volver a empezar un emprendimiento donde soy jefe y también peón.
¡Hablo con tanta gente a lo largo del día!
Todos me conocen y saben cual es mi actividad. Si tuviera que dejar extrañaría justamente eso, las charlas con los vecinos en cada una de las calles que recorro.
La gente es parte de mis mañanas, no puedo imaginarme sentado en esta silla y ojalá pueda seguir por mucho tiempo más
Me siento con mucha energía y eso es gracias a todo esto que te cuento. Y creo que la buena onda se contagia y va y viene todo el tiempo. A veces nos complicamos y ser feliz es más fácil de lo que muchos creen.
Esto que está acá, cajas y cartones, botellas y una bici con un carro es todo lo que necesito agregado a la salud , es lo que me permite avanzar en esta tarea'
La tarde es muy calurosa y no hace falta recordar los grados que hacían a las cuatro de la tarde. ¡Era un infierno!
Vicente nos recibe en su casa donde debajo de la sombra está su señora con algunas dolencias y una vecina que se acerca cada día y comparten charlas y mates.
El lugar está tapizado con cartones y botellas, diarios y trozos de mañanas largas y jornadas que se empalman unas con otras.
Al llegar se vino a mi mente una obra, una pintura de quien no recuerdo la autoría.
Nos pide disculpas porque aún no termina su trabajo de reciclar. Creo que es una especie de cadena que se une en cada eslabón y se alarga más y más.
Trae fotos de sus tiempos en el campo, habla de proyectos y busca la complicidad en todo eso que lo rodea.
Esas cosas que muchos sacan a la calle y alguien las levanta para comprar la comida de ese día y eso es todo. Jubilado, 87 años y sumamente activo estoy segura de que hay más para contar pero el día es agobiante y su trabajo lo espera.
Este vecino enérgico, inquieto y lleno de vida va mirando de reojo todo lo que falta por hacer aunque asegura que hay tiempo, la tarde es larga y le rinde mucho más
Y ahí descubrí que el secreto es la actitud, el respeto, el compromiso y la cultura del trabajo.
Si la vida te da limones, ve y haz una limonada. Sin victimizar seguir llevando cada día la comida a su mesa.
Entonces es cuando Emilia, su señora, me pregunta cuántos años le daría.
Le contesté que obviamente le daría muchos menos de los que tiene.
¡Eso mismo dice él! contesta su mujer.
Esa debe ser la fórmula. Trabajo durante horas y una cervecita fría al llegar.
Debajo de su sombra, oro puro, y a la par de Emilia, que lo ve salir y volver cada día que no siempre son buenos pero es la empresa que comenzó hace 17 años y parece que va por mucho más.
Peón de campo, recolector de cartones, una memoria impecable y unas ganas de vivir que contagian.
Sumo todo y me da un saldo positivo ante un mundo frívolo y lleno de aspiraciones vacías.
Otra lección para tener en cuenta.
Tal vez lo conozcan, su nombre es Vicente Repetto y su ambición es encontrar cartones cada mañana, entregar el producto ya en condiciones y volver a casa con el pan de cada día.
En las cosas simples puede estar el milagro de la vida.
Y no hay excusas para esperar sentados.
Un país que ignora que no siempre las mentes brillantes están en lujosos sillones o en las altas esferas.
Una mente brillante es la que descubrió que sin pedir nada ni esperar un milagro, la rema día a día con las mismas ganas de todos por salir adelante.
¡Gracias Vicente!
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