Cuando un negociado de tierras en Chacabuco provocó un duelo entre dos figuras públicas nacionales

El proceso de creación de partidos y ciudades estuvo plagado de disputas por la posesión de la tierra que dieron lugar a toda clase de corruptelas. Una de ellas tuvo lugar en Chacabuco y fue por la propiedad de los terrenos que ampliarían el ejido urbano del naciente pueblo. Esto generó un conflicto que tuvo repercusión nacional y que derivó en un duelo con armas entre un coronel llamado Carlos Sarmiento -que era secretario del ministro de Guerra, Luis María Campos- y un exinterventor provincial, Lucio López, que fue herido de muerte en la contienda.
La historia comenzó así: en el año 1889, autorizado por una ley, el Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires dispuso el ensanche del ejido del pueblo de Chacabuco. Para ello, expropió 5.412 hectáreas situadas en la zona noroeste del sector de chacras. Las tierras le habían pertenecido a Marcelino Arroyo, Antonio Vega, Juan Fernández y Guillermo Gunther. La superficie fue dividida en 120 chacras cuya extensión oscilaba entre 31 y 48 cuadras.
En esas parcelas se afincaron decenas de familias de agricultores, que trabajaban las tierras en condiciones precarias de posesión. Esa situación se mantuvo hasta el 18 de abril de 1891, cuando en la Provincia se sancionó una ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a 'proceder a la venta, en remate público, de las tierras adquiridas por el Estado para ensanches de ejidos y centros agrícolas'. Pocas semanas después, se pidió al Juzgado de Paz de Chacabuco que notificase a los ocupantes de los lotes que habían sido expropiados en 1889 que debían abonar los arrendamientos vencidos y desocupar los predios.
Todo se complicó aún más desde agosto de 1892, cuando se presentó en el Juzgado de Chacabuco una persona llamada Román Casablanca, quien dijo ser apoderado del coronel Carlos Sarmiento. El visitante exhibió una carta del presidente del Banco Hipotecario, dirigida al juez de Paz, en la que se manifestaba que Sarmiento había adquirido en subasta pública dos fracciones de campo en el partido de Chacabuco, una de 1.339 hectáreas y otras de 4.046 que incluía a los terrenos destinados al ensanche del ejido. El coronel, además, exigía el inmediato desalojo de las tierras.
La mayoría de los agricultores que ocupaban esas chacras agachó la cabeza y entregó las parcelas, pero hubo algunos que se resistieron a ello y reclamaron ante la Justicia en defensa de derechos que creían lesionados. Dos de ellos fueron Miguel Insiarte y Juan Behegaray, especialmente el primero, que además de ser político había integrado el grupo fundador del pueblo Guardia Nacional y la administración municipal.
Los pleitos se extendieron durante algunos años y en el caso de Insiarte los resultados le fueron favorables, pues una providencia del juez de Mercedes dispuso que, en primera instancia, le fueran devueltos una serie de bienes que le habían sido embargados y estaban en posesión del apoderado de Sarmiento.
Pero las cosas no terminaron ahí, porque lo sucedido en Chacabuco había llegado a oídos de Lucio Vicente López, que era el interventor de la Provincia. El 9 de noviembre de 1893, el interventor dictó un decreto que anulaba la venta de tierras a Sarmiento. La resolución se basaba en un informe del Banco Hipotecario que demostraba irregularidades en las compras de campos que había hecho el coronel. Además, en los considerandos del decreto López reafirmaba que los terrenos del ejido de Chacabuco debían tener como destino la subdivisión y no la venta a una sola persona en un solo lote.
La noticia fue recibida con beneplácito en Chacabuco, desde donde se felicitó al interventor y a su ministro de Obras Públicas por la medida adoptada.
'¿Qué debo hacer?'
Aquí comienza la segunda parte de esta historia. Lucio, que era nieto de Vicente López y Planes, uno de los autores del Himno Nacional Argentino, había nacido en 1848 en Uruguay, donde su padre, Vicente Fidel López, había tenido que exiliarse durante el rosismo. Siendo adolescente, su papá lo mandó a Buenos Aires para que estudiase Derecho, graduándose en 1873. Su desempeño profesional lo matizaba con la literatura, siendo autor del libro 'La gran aldea', publicado en 1884, que había salido antes en formato de folletín en el diario El Nacional. Tres años antes había publicado 'Recuerdos de viajes' y, siguiendo la tradición familiar, escribió 'Lecciones de Historia Argentina'. Además, se dedicó al periodismo y a la docencia, así como a la actividad política.
Así fue cómo, el 21 de septiembre de 1893, luego del frustrado golpe radical de ese año, fue designado interventor de la provincia de Buenos Aires. A los pocos días de asumir en el cargo, recibió una denuncia sobre ventas irregulares de tierras en tres partidos bonaerenses. Navarro Viola, su ministro de Obras Públicas, se ocupó de investigar una en particular, la de Chacabuco, cuyo monto era millonario. Ante esto, López le pidió al Banco Hipotecario los detalles de esa venta que se había realizado a Sarmiento, que era un coronel artillero nacido en San Juan en 1861 que, al parecer, tenía algún parentesco lejano con Domingo Faustino.
Un artículo firmado por Adrián Pignatelli, publicado en Infobae, señala que 'al haber hallado serias irregularidades en la operación de dichos terrenos, destinados al ensanche del ejido urbano de Chacabuco, que debían subdividirse y no venderse como si fuera uno solo, tal como se había hecho, López ordenó anular la venta'.
No sólo eso: el interventor, a través de su abogado, Manuel Montes de Oca, también elevó una acusación criminal contra Sarmiento. El coronel recurrió ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que se declaró incompetente.
'El militar estaba fuera de sí. Acusaba a los diarios por las noticias del caso que publicaban y se enfrentaba con los vecinos de Chacabuco, donde tenía campo, con los que se llevaba pésimo', agrega la nota de Pignatelli.
En 1894 hubo comicios en la provincia de Buenos Aires y Guillermo Udaondo fue elegido gobernador. Poco después recibió el bastón de mando de manos del interventor López, que dejó el cargo con la tranquilidad de la tarea cumplida y volvió a su vida de abogado y de docente universitario. En tanto, Sarmiento, sobre quien pesaba un auto de prisión, fue detenido y luego de estar preso tres meses en el Departamento Central de Policía, la Cámara Nacional de Apelaciones lo liberó.
Luego de haber recuperado la libertad, el coronel retó a un duelo a muerte a López a través de una violenta carta que publicó en el diario La Prensa. "Usted ha pretendido manchar a un hombre y a un apellido a quienes debe respeto, y sólo ha logrado comprobar la fama de hombre díscolo, perverso y cobarde de que goza en el país', le escribió Sarmiento en la carta, que fue publicada el 27 de diciembre de 1894. Ese mismo día, López fue a ver a su amigo Carlos Pellegrini a su estudio. '¿Qué debo hacer?', preguntó el exinterventor. 'Batirte', le respondió su amigo.
Duelo en el Monumental de Núñez
El duelo se realizó al día siguiente en el Hipódromo de Belgrano, también llamado Nacional, que se encontraba donde hoy está el Estadio Monumental, cuyas instalaciones, cuando no había carreras, se usaban para eventos sociales y, ocasionalmente, para dirimir cuestiones de honor a través del duelo. Los padrinos de López eran Lucio V. Mansilla y Francisco Beazley, mientras que los del coronel fueron el contralmirante Daniel de Solier y el general Francisco Bosch.
El duelo sería a tiro de pistola de arzón, a doce pasos de distancia. El problema era que López no era idóneo en el manejo de armas. Eran las 11 y cuarto de la mañana. Sólo estaban los padrinos y dos médicos, Decoud y Padilla. López estaba acompañado por sus hermanos y sus dos hijos mayores.
En los dos primeros disparos, ambos fallaron. Hubo un instante de duda entre los presentes, que creyeron que ahí terminaría todo. Alberto López, hijo de Lucio, recordaría que en ese momento, haciéndose el gracioso, Mansilla expresó: "¿Qué les parece un tirito más antes de amigarse?". Además, alguien recordó que el duelo era a muerte.
Cuando dispararon por segunda vez, López se llevó sus manos al vientre. Intentó caminar pero, con rostro pálido, cayó de rodillas. ''Esto que me pasa es una injusticia!', se lamentó. A Sarmiento, el proyectil disparado por López le rozó la oreja.
El exinterventor fue trasladado en camilla para ser atendido en un hospital, pero exigió que lo llevasen a su casa, en avenida Callao 1852. Una junta de médicos coincidió en la gravedad del herido: la bala le había afectado el hígado, el intestino y el bazo, y había salido debajo de la última costilla.
Al atardecer la hemorragia se detuvo y el paciente estaba animado, pero la cara del médico que lo atendía era de preocupación. 'Voy a morir con la convicción de que he sido uno de los hombres más honrados de mi país. He levantado resistencias, pero ellas no venían jamás del lado de los buenos', dijo el herido.
Cerca de las 11 de la noche, el padre Eduardo O'Gorman, párroco de San Nicolás de Bari, le dio la extremaunción. A la medianoche, perdió el conocimiento y falleció unos minutos después de la una de la madrugada. El entierro se realizó en el cementerio de Recoleta ante una multitud. Allí hablaron, entre otros, sus amigos Miguel Cané y Carlos Pellegrini.
El caso tuvo un paso fugaz por la Justicia, que miró para otro lado.
Todos los inculpados quedaron libres, incluido Sarmiento, que desapareció de Buenos Aires y se encerró en una estancia que tenía en Chacabuco. Años después, en 1905, pidió el retiro y se radicó en San Juan, donde en junio de 1907 encabezó un golpe militar. Más tarde fue elegido gobernador para el período 1908-1911. Tras esto, dejó la provincia y se instaló en Zárate, donde tuvo un breve período como intendente y falleció en 1915.
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