El paso de Almafuerte por Chacabuco

HISTORIAS
Si bien su verdadero nombre era Pedro Bonifacio Palacios, pasó a la historia con el seudónimo de Almafuerte, y una parte de su vida transcurrió en Chacabuco. Su nacimiento se produjo el 13 de mayo de 1854 en la localidad de San Justo, partido de La Matanza, en un hogar que integraban los esposos Vicente Palacios y Jacinta Rodríguez y sus cinco hijos.
Cuando Almafuerte tenía sólo 5 años su madre falleció, y el niño quedó al cuidado de una tía, Carolina Palacios. Ya de adolescente, Pedro Bonifacio mostró sus dotes poéticas, así como una vocación natural por el dibujo.
Aún siendo muy joven, impartió la enseñanza del dibujo y la declamación en la parroquia de Balvanera, en Buenos Aires, y hacia 1881, cuando tenía 27 años, se hallaba radicado en Mercedes, donde era preceptor en una escuela y publicaba sus poemas en el diario El Oeste. Ese mismo año fundó en aquella ciudad una revista literaria dedicada a las familias, que se llamaba El Hogar y tuvo una vida breve.
Cuenta el profesor Oscar Melli que su llegada a Chacabuco se produjo en septiembre de 1884, cuando fue designado preceptor de la escuela rural Nº 4, situada en el Cuartel III. En la disposición de nombramiento se aclaró que continuaría en el cargo 'hasta tanto una maestra diplomada solicite el puesto'. De todas formas, su permanencia en ese establecimiento fue corta, pues al año siguiente fue trasladado a la dirección de la escuela Nº 1 de varones, donde se desempeñó hasta su renuncia, en mayo de 1887.
Desde su llegada, Almafuerte se hizo notar en la sociedad chacabuquense. Muestra de ello es que el 12 de febrero de 1884 fue uno de los oradores destacados en los festejos por la llegada de las vías del tren Buenos Aires al Pacífico. Por otra parte, en septiembre de ese mismo año ofició de anfitrión en una visita que Domingo Faustino Sarmiento realizó al joven pueblo.
En 1885, Palacios propuso al Consejo Escolar la creación de una escuela nocturna para adultos, la cual funcionó durante algún tiempo. Un año después, fue designado municipal titular y ocupó la tesorería de la Comuna. En sus pocos meses de actuación en el cargo se destacaron varios proyectos, entre ellos el de designar General San Martín a la plaza principal de Chacabuco, que hasta ese momento se llamaba Adolfo Alsina. También impulsó que las plazas situadas en los ángulos de la planta urbana lleven los nombres de General Necochea, General Las Heras, Comandante Cabot y Comandante Freire. Además, en colaboración con don Jacinto Bueno, redactó ordenanza que establecían regulaciones en materia de cercas y veredas, edificaciones, higiene y venta de pan, leche, carne, frutas y hortalizas.
En esos años, y en sociedad con un vecino llamado Fabio Brown, Palacios fundó un periódico llamado El Progreso, del que fue director y habría sido el primer medio gráfico del pueblo.
Almafuerte tuvo activa participación en las lides políticas chacabuquenses, lo que le valió no pocos conflictos y hasta su separación de la docencia. Finalmente, en 1888 dejó estos lares y retornó a Mercedes, donde asumió la jefatura de redacción del diario El Oeste. Luego pasó un tiempo en Capital Federal y La Plata y en 1892 se reincorporó al magisterio para ejercer como director en una escuela de Salto. En esta última ciudad redactó buena parte de la producción poética que más reconocimiento tuvo posteriormente.
Entre 1894 y 1896 Palacios fue director de la Escuela Nº 3 de Trenque Lauquen, donde, según recordó, impartió enseñanza a niños y adultos en largas y extenuantes jornadas que comenzaban a las siete de la mañana y se extendían hasta las diez de la noche. Pese a eso, fue separado del cargo por no contar con título habilitante.
En los años siguientes se radicó en La Plata, donde fue prosecretario de la Cámara de Diputados y bibliotecario de la Dirección de Estadística. Paralelamente, ofrecía lecturas y recitales poéticos en esa ciudad, así como en Buenos Aires y en localidades de campaña, como Chacabuco.
El 28 de febrero de 1917, y llevando una vida de mucha austeridad, don Pedro Palacios falleció en la capital bonaerense. El periódico Chacabuco lo despidió con un artículo que en uno de sus párrafos expresó: 'Se va con Almafuerte el gran poeta, el gran maestro y el gran ciudadano, cuya vida debe ser un ejemplo para todos. Muere pobre, pudiendo haber sido muy rico, pero Almafuerte despreció el dinero siempre, llegando en cierta ocasión a vender la cama en la que dormía para comprar zapatos y ropa a un niño que andaba desnudo y descalzo. Chacabuco, que hace varios lustros lo tenía en su seno, desempeñando un humilde puesto de maestro, llora hoy al ilustre muerto con toda la emoción que importa una pérdida irreparable'.
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