El restaurante que puso a Castilla en la vidriera de la gastronomía nacional

Esta historia tiene dos protagonistas principales que son los esposos Noelia Ontiveros y Mariano Morra. Ellos fueron quienes, al terminar la pandemia, decidieron transformar lo que había sido un viejo establo de caballos en un restaurante llamado El Stud, que cada fin de semana es visitado por centenares de comensales llegados de toda la zona, e inclusive de Capital y el Gran Buenos Aires.
En el año 2020, Noelia, que era empleada administrativa, comenzó a trabajar con su marido en el sueño de abrir un restaurante en Castilla. En un artículo publicado en el diario Democracia recordó que, como primer paso, decidieron poner en valor un viejo stud de caballos que le había pertenecido a su hermano Tati, que estaba radicado en Europa.
'Hace varios años, mi hermano compró este lugar abandonado para un proyecto que tenía con su mujer, pero se separó y todo quedó en la nada. Entonces, mi otro hermano, Juan Cruz, lo tomó para armar un stud y cuidar caballos de otras personas', contó Noelia y agregó: 'Funcionó un par de años, pero luego se enfermó de cáncer y no pudo continuar. El lugar comenzó a venirse abajo y estaba muy deteriorado'.
Para darle forma a su anhelo de tener un restaurante de campo se inspiraron en un establecimiento de ese tipo situado en Cucha Cucha, 'El palenque'.
'Fuimos a comer a ese lugar y nos gustó mucho cómo se manejaban. Ellos tenían un menú fijo y estaba todo en sintonía. Ahí pensamos en replicar esa opción en nuestro pueblo', expresó Noe, como todos la llaman, y agregó que 'al principio nos trataban de locos, no tenían fe de que fuera a funcionar, pero nos fue bárbaro'.
Así, la pareja siguió abocada a su proyecto. El primer paso era poner en valor el lugar y mejorar las instalaciones. De a poco, fueron avanzando, pero la pandemia los obligó a hacer un alto en el camino.
'La pandemia por un lado nos paralizó, porque no podíamos salir a comprar materiales y ni venir al albañil, pero por el otro nos unió como familia, porque pasamos todos los días en ese espacio y nos pusimos todos a trabajar', contó Noelia, y aseguró que el predio ocupa un cuarto de manzana, por lo que para sus hijos, que se llaman Juan Ignacio y Olivia, 'era el lugar ideal'.
Una vez que terminaron con los trabajos llegó el momento de elegir un nombre para el restaurante. 'Empezamos a pensar en algo que nos representara y no se me ocurría otro que El Stud, porque así lo llamábamos nosotros a este lugar cuando lo tenía mi hermano', reveló Noe, y agregó que empezaron de a poco a recibir comensales.
'Comenzamos con un espacio para 34 personas, que es la capacidad que tiene el interior, y terminamos habilitando el patio porque recibimos más de 200 personas por fin de semana', señaló.
El impulso inicial les llegó en el período de pospandemia, durante el cual se produjo un auge del turismo rural que potenció a los restaurantes de campo. Así, comenzaron a recibir visitantes de distintas procedencias. Los primeros fueron los que venían desde pueblos y ciudades de la zona. Luego llegaron los que viajan desde la Capital o el Conurbano.
'A veces nos sorprendemos cuando nos dicen desde dónde vienen, pero es cada vez más. Hay mucha recomendación, el boca en boca funciona muchísimo. Más allá de las redes sociales y de todas las promociones que hacemos', aseguraron.
'Acá no hacemos asado banderita, te damos una costilla grande y muy generosa, venís a comer en serio', afirmó Mariano en una entrevista más reciente, al tiempo que añadió que en El Stud se ofrece 'comida casera, barata, de pueblo y de calidad'. Por su parte, Noelia señaló que su aprendizaje en cuestiones culinarias no fue a base de libros, sino de experiencias: 'No soy cocinera, pero la he visto a mi madre toda la vida, y ella me ha enseñado'.
'De a poco le vamos encontrando la vuelta a todo, esto es un proyecto que nos unió como familia y lo disfrutamos mucho', expresaron en el final.
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