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La casa octogonal de Rojas

08/06/2024
La casa octogonal de Rojas

La historia de hoy nos lleva a un partido lindero con Chacabuco, Rojas, en cuya zona rural existe una casa considerada una de las más raras de la provincia de Buenos Aires. Se la conoce como La Casa Octogonal y habría sido construida por mediados del siglo 19 con una estructura edilicia que la asemejan a una fortaleza destinada a defenderse de los malones que asolaban las pampas por aquellas épocas.

La Casa Octogonal se encuentra situada a unos 10 kilómetros de la ciudad de Rojas, en una zona conocida como La Rojera, cercana al paraje La Urbelina. Hasta hace un tiempo era sitio frecuente de visitas por parte de cicloturistas y otros viajeros, pero el vandalismo obligó a cerrar las tranqueras y hoy sólo puede verse desde el camino, que se encuentra a unos 400 metros.

Un artículo publicado tiempo atrás por el diario juninense Democracia señala que, además de ser conocida como La Casa Octogonal, los lugareños también la llaman 'establecimiento María Elena', 'la casa redonda' o la "casa de las ocho caras", y han contado que su origen corresponde al siglo XIX, lo que representa una gran aproximación al conflicto de frontera en tiempo y espacio. Estos detalles la hacen una pieza única de un valor histórico, porque no sólo tuvo un fuerte carácter de defensa, sino más bien el de un verdadero búnker, contó el cicloturista Pablo Silva en sus redes.

La construcción cuenta con un patio interno en cuyo centro hubo un aljibe, del que hoy sólo queda un pozo. Desde el exterior pueden verse grandes muros, pequeñas ventanas y sólo dos puertas de entrada, una situada hacia el norte y otra hacia el sur. Todo indica que no fue un casco de estancia, sino más bien una construcción para la defensa que habría pertenecido a un gran terrateniente que había en esa zona, llamado Roberto Cano.

La casona posee seis habitaciones, una de las cuales era utilizada como cocina. Hay algunos rastros que dan cuenta de esto último, pues hasta hace poco podía verse lo que fueron una mesada y una marlera, la cual se utilizaba como depósito de marlos o leña en las cocinas de aquellos tiempos.

Los techos de la casa son de bovedilla, con una estructura interior de ladrillos, tirantes y chapas, y en cada uno de los vértices se levantan estructuras de mampostería que, según se estima, se trataba de escudos para el ataque de los habitantes autóctonos de la región. El artículo señala que hay quienes sostienen que la casa fue construida en 1850, ya que está levantada con ladrillos comunes de aquella época, asentada en barro y tiene una estructura armada para aquella época. Inclusive, en la parte superior cuenta con puntas que, en realidad, son atalayas en los que, seguramente, los habitantes de la vivienda se parapetaban para defender la estructura de los ataques de los malones. Y la pequeñez de las ventanas se explica como una medida de seguridad para tener visión hacia afuera, pero con poca exposición hacia el enemigo.

Las ocho caras también responderían a un propósito de seguridad, pues le daba a los habitantes de la casa la posibilidad de tener una visión del horizonte de 360 grados.

En un libro titulado 'Pueblos y parajes de Rojas', el historiador Hugo Silveira se refirió a La Casa Octogonal y señaló que formaba parte de una estancia llamada San José, que luego de pertenecer a los Cano pasó a ser propiedad de don Ángel Turchi, quien residió allí con su esposa María Gabelli y sus ocho hijos. Una de las integrantes de esa familia, Norma Turchi, relató sus recuerdos sobre la casa.

"Me remito a años de mi infancia -dijo-, entre 1955 y 1960. La fracción de campo donde se encuentra la construcción perteneció desde 1945 a mi abuelo Ángel. Luego la sucesión, la venta... cosas de la vida. Recuerdo el baño interior con bañera, las seis habitaciones, una de las cuales se destinaba a comedor, cuatro a dormitorios y otra a depósito. Al lado de la cocina estaba la despensa, donde había una balanza con sus pesas, la mercadería y las facturas después de la carneada. La ventana de la cocina y un portal de doble hoja al que se accedía por un pasillo daban al sur y la puerta principal al norte, bajo una galería en la que colgaba la "fiambrera" (que era el freezer de esos tiempos). No siempre fueron ruinas, estaba muy bien mantenida, las paredes exteriores eran de color rosado. Pasó mucho tiempo y varios dueños. Nadie más la habitó ni pudo o no le interesó mantenerla", dijo.

La Casa Octogonal continúa allí, con todas sus rarezas, resistiendo el paso de los años, como un símbolo de un tiempo que, al fin de cuentas, no está tan lejano.

 

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