Los orígenes del maíz en Chacabuco
Cuenta el profesor Oscar Melli que en la época del descubrimiento de América el maíz era una de las bases de la agricultura en esta parte del mundo, y se lo cultivaba desde la zona del río de la Plata hasta lo que luego fueron los Estados Unidos. 'Las sepulturas antiguas de la América del Norte, las tumbas de los incas y las catacumbas del Perú encierran espigas y semillas de maíz, con la misma frecuencia que en Egipto contienen trigo, cebada o mijo', escribió el historiador, que también mencionó descubrimientos arqueológicos realizados en Nueva México que señalan que el cultivo de este grano dataría de unos 2.500 años antes de Cristo.
Viniendo para nuestra región, Melli señala que en el último tercio del siglo 18 y hasta mediados del siglo 19 en esta zona se cultivaba trigo, maíz y especies forrajeras. Ello se daba en muy duras condiciones de vida para los agricultores. Como prueba de esto último menciona que en 1815 el comandante general de la campaña, coronel Juan Ramón Balcarce, desde la Guardia de Luján -actual ciudad de Mercedes- reportaba a la superioridad 'un cuadro lastimoso de violencia e injusticias que sufrían los agricultores, arrastrados compulsivamente al servicio de la milicia'.
Según algunas obras relacionadas con la historia de la agricultura, el gran cambio operado en la región pampeana en materia de cultivos se dio a partir de la mitad del siglo 19 y fue por acción casi exclusiva de la inmigración. Ese no habría sido el caso en la zona de Chacabuco, donde antes de la llegada masiva de extranjeros existió lo que Melli llama 'una importante e interesante experiencia agrícola', la cual pudo avanzar pese a las políticas de desaliento que bajaban desde los niveles nacional y provincial, orientadas principalmente a beneficiar a los hacendados en detrimento de los agricultores.
En el libro 'Pasado y presente del maíz en Chacabuco', el historiador señala que en 1868, tres años después de la fundación de nuestro partido, más de 230 vecinos dedicados a las explotaciones agrícolas pedían a las autoridades la exoneración de sus peones del servicio de la Guardia Nacional. Lo que argumentaban era que mientras esos trabajadores sufrían un 'injusto recargo' en el servicio de milicia, los peones de establecimientos ganaderos -y ponían como ejemplo a estancias de Salto, Arrecifes y Carmen de Areco- eludían esas cargas ayudados por la influencia 'de los hacendados ante el Comandante Militar de la jurisdicción'.
En 1866, el primer año de vida autónoma, en el partido de Chacabuco se sembraron 2.691 hectáreas de maíz. La superficie creció a 3.500 hectáreas en 1885 y en la campaña agrícola 1897-1898 había ascendido a 32.000 hectáreas. Por entonces, ya se preveía que el maíz era un cereal con mucho futuro, por las alternativas que presentaba a nivel de comercialización, así como lo que ofrecía en materia alimenticia para el sustento de las familias.
A mediados de 1878, el corresponsal que tenía en Chacabuco el diario La Reforma de Mercedes comentaba en una nota de ameno estilo haber podido saborear exquisitas tortas preparadas con harina de maíz. Por ello, recomendaba su consumo a los habitantes de la campaña, cuya base alimenticia era la carne. En la segunda parte del artículo se destaca la importancia del maíz en la economía nacional y se sugería la conveniencia de no exportarlo como materia prima, sino transformado en carnes, grasa, leche, manteca o huevos.
Hacia el año 1908 la superficie del partido sembrada con maíz había trepado a las 35.000 hectáreas y el rendimiento promedio del que se hablaba era de 30 fanegas, lo que equivaldría a algo así como 3.000 kilos por hectárea. De todos modos, para Melli, estos rendimientos, informados por periódicos de la época, podrían pecar de exagerados si se tiene en cuenta que en esos tiempos los laboreos se hacían con técnicas 'escasamente evolucionadas', a lo que deben sumarse 'deficiencias en la recolección y el almacenamiento', que se realizaban en forma manual. Igualmente, el historiador también deja abiertas las puertas a que los informes de rindes sean veraces, alegando que el maíz era cultivado en tierras vírgenes que durante largas décadas habían estado entregadas a las explotaciones ganaderas, las cuales eran muy ricas 'en fosfatos y sustancias nitrogenadas'.